RASERO Ermanno (Padre)
Bugiallo (Italia), 3 de abril de 1933 - Solbiate (Italia), 13 de octubre de 2018
“Fuiste el en lo poco...
Entra en la esta de tu Señor”.
Querido P. Ermanno, te fuiste en silencio, como viviste: sin molestar a nadie. Te dormiste y te despertaste en la casa del Señor.
Parafraseando lo que san Pablo dice a su discípulo Timoteo (4,6-7.17-18) “llegó para ti el momento de dejar esta vida. Tú también combatiste el buen combate de Dios, conservaste la fe y ahora terminaste tu carrera. El Señor estuvo también cerca de ti y te dio la fuerza para llevar a las personas que encontraste el anuncio del Evangelio; y ahora el Señor te liberó de todo mal y te puso a salvo en su Reino”.
Al Señor siempre respondiste a ejemplo de nuestro fundador San Miguel Garicoits: “Aquí estoy, Señor, vengo para hacer tu voluntad, sin demora, sin reserva, sin vuelta atrás, por amor”. Y la voluntad de Dios, manifestada en la voz de los superiores, te llevó a diversos lugares. Todos te han querido porque hiciste que te quisieran. Nunca te vimos enojado, siempre sereno, a veces sonriendo, atento a todos. Estabas siempre dispuesto a empujar una silla de ruedas, querías dar un vaso de agua a uno que tenía sed, preguntabas por nuestros hermanos, cuando sabías que estaban enfermos, y cuando se hablaba de muchas cosas del pasado, sonreías recordando.
Estarás siempre en nuestro recuerdo y en nuestro corazón. Jesús agradeció al Padre que había revelado a los pequeños su amor y su bondad (cfr. Mt.11,25-30). Nosotros también queremos dar gracias al Padre, Señor del Cielo y de la tierra, por haberte revelado su bondad y su misericordia. Fuiste una persona sencilla y generosa, mansa y humilde de corazón, como el Sagrado Corazón de Jesús, nuestro modelo, y por esto queremos dar gracias al Señor.
Estamos seguros que también a ti te habrá dicho el Padre bueno, cuando te presentaste delante de él: “Bien, servidor bueno y fiel, fuiste fiel en lo poco, entra a participar de la fiesta de tu Señor” (cfr. Mt.25,23). Tú que ahora estás junto a tus seres queridos y a nuestros hermanos en la casa del Padre, ayúdanos y protégenos. Gracias por el bien que sembraste en esta tierra.
Adiós, hermano.
Alessandro Paniga scj
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