GROSSARD André (Padre) - Francia
Paris (Francia), 29 de enero de 1928 - Nay (Francia), 3 de marzo de 2016
Comentario a las lecturas 2 Cor 4,14 - 5,1 y Jn 19, 25-30
Hemos elegido este evangelio que corresponde al momento litúrgico que estamos viviendo: esta segunda parte del tiempo de cuaresma que nos acerca a la contemplación del misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús. Además, en Betharram, en este 400º aniversario del milagro de la cruz, estamos más atentos al misterio de la cruz que es la fuente de la misericordia de Dios Padre, como lo contemplamos en este año santo. Nuestra Regla de vida de religiosos del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram, nos dice que los enfermos “con Nuestra Señora a los pies de la cruz, participan muy de cerca de la redención de los hombres”. Conocemos los sufrimientos por lo que pasó el P. André Brossard, el sufrimiento de verse disminuido, el sufrimiento de ver su propio cuerpo, “el hombre exterior que va a su ruina”. Siguiendo a Jesús, tuvo también que beber ese vinagre del que habla el Evangelio que suscitó en él amargura. La enfermedad fue para él esa prueba física y psíquica que le impidió vivir esa comunicación serena con su comunidad y su entorno. En nuestra fe, creemos que la muerte física es esa liberación de la degradación del hombre exterior para que “el ser interior pueda beneficiarse de ese don extraordinario de gloria eterna” que Dios Padre le preparó y que nos prepara a todos, como lo dice San Pablo.
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