JARA Emiliano (Padre) - Paraguay
Limpio, 11 de septiembre de 1948 - Asunción, 21 de diciembre de 2020 (Paraguay)
El Padre Emiliano ha sido uno de los primeros sacerdotes que conocí al llegar a América Latina, en noviembre de 1976. En mayo del mismo año fue ordenado sacerdote por el recién consagrado Obispo, Mons. Claudio Silvero; enviado al colegio San José de Buenos Aires, comenzó su ministerio sacerdotal en este campo, que será su principal ocupación, a lo largo de su vida. Siempre le gustó acompañar a los jóvenes: en clases de religión, retiros espirituales y como formador de seminaristas. Fue inspirador y fundador del conocido grupo juvenil FVD (muy activo hasta la fecha). Una vez me contaron que la iniciativa surgió durante una noche de oración y reflexión, con un puñado de jóvenes, en la torre del Colegio San José. Era entonces director pastoral del colegio, tarea que llevó adelante por 12 años. También le gustaba misionar. En varias oportunidades visitó las comunidades rurales de La Colmena, con un numeroso grupo de voluntarios.
Quienes tuvieron la gracia de conocerle más en profundidad, lo recuerdan como un excelente director espiritual y confesor. Podría ser definido como Apóstol de la Vida interior: se notaba que esta era su principal preocupación al tratar con una persona. Quizás esto fue también uno de sus quebrantos por tener que enfrentarse con una cultura moderna que no prioriza lo espiritual.
Ultimamente, pasó algunos años en las parroquias de Sagrado Corazón de Ciudad del Este y de San Joaquín. Mucha gente acudía a él para confesiones, un ministerio que siempre apreció y al cual se dedicaba con mucha generosidad. Probablemente esto también lo fue agotando: los últimos años cayó en una depresión y un estrés, que fue superando con dificultad. Vivía en la comunidad del Colegio San José de Asunción, ayudando en la parroquia, en el colegio y como capellán de las Hermanas Teresianas, pero sin grandes responsabilidades.
La pandemia lo golpeó bruscamente: se desmayó durante la celebración de la Misa, diagnosticado como probable COVID (positivo), pasó pocos días de inconsciencia y finalmente los doctores encontraron que un tumor maligno había provocado una fuerte hemorragia cerebral, que lo llevó a la muerte.
Nos resulta triste y cruel tener que despedirlo de ese modo. Sus restos mortales fueron cremados (por disposición sanitaria) y entregados a los familiares en una cajita de cartón. Para dar el ultimo adiós a este religioso sacerdote austero, pero también muy querido, pude acompañar a unos pocos participantes presentes para la oración del responso. Ni ganas de llorar se notaba en su hermano y algunos pocos sobrinos.
Creemos en la Resurrección: esto no solamente nos consuela, sino que además nos da la certeza de que, ciertamente, el P. Emiliano seguirá escuchando nuestras penas y nuestros sueños e intercediendo por una más profunda vida espiritual de nuestro Vicariato y de todo el Paraguay.
P. Tobia Sosio scj
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