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23/10/2018

HARGILE CASENAVE Junes (Padre)

4 de abril de 1924, Saint-Engrâce (Francia) - 24 de septiembre 2018, Bétharram

P. Junes Hargile Casenave scj

Funeral del Padre Junes Case- nave-Harigile,
Betharram el 26 de setiembre de 2018

 

Queridos Hermanos y Hermanas,

Elegimos los textos de la misa de San Miguel Garicoits; pienso que el P. Junes estaría contento por esta elección. Esta Palabra de Dios subraya la misericordia y el perdón de Dios que puede esperar aquel que pasa a la otra orilla, que deja el mundo de los hombres para gozar de la felicidad concedida por el Señor en su Reino de amor. Nadie, entre nosotros, es santo; lo que nos permite entrar en su casa, no son nuestros méritos, sino la bondad, la ternura y la generosidad de Dios. El P. Junes estaba convencido de eso, como lo testimonia esta frase en basco que tenía colgada en su cuarto:«Jesü Kristo Jauna, Jinko semea, ürrikal zite, nizan bekatoreaz » (Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi que soy pecador).

Todos los religiosos de Betharram toman esta decisión de ser reflejo de Jesús que se proclamó “manso y humilde de corazón”. No tenemos la pretensión de ser originales: cada cristiano está invitado a tomar la misma decisión, pero en Betharram eso es una gran referencia. Y Junes, que hoy acompañamos, fue un buen discípulo del Corazón de Jesús, al estilo de San Miguel Garicoits. En su vida no hizo mucho ruido, por lo menos en Betharram; su discreción era conocida por todos. Pero no vivía encerrado sobre sí mismo; por ejemplo, sabía poner su habilidad de trabajar con la computadora para imprimir y poner en la cartelera comunitaria las noticias de toda la Congregación.

En la encíclica sobre el medio ambiente “Laudato si”, el Papa Francisco dice que al siglo pasado, a menudo le faltó humildad y sobriedad y nos aconseja que emprendamos ese camino de sana humildad y feliz sobriedad. Pienso que el P. Junes dio grandes pasos en ese camino y podemos recibir agradecidos lo que el vivió.

Una sana humildad.

A veces la humildad si es malsana, puede llevar a la pasividad, desvalorizando y oponiendo numerosas objeciones cuando se pide un servicio: “Yo no soy capaz”. La sana humildad, al contrario, es consciente de que todos los talentos y todas las capacidades son dones del Señor y que tenemos que hacerlos fructificar al servicio de los demás. Al P. Junes no le faltaban talentos.

Durante 32 años, ejerció sus talentos pedagógicos uniendo muy bien la suavidad y la firmeza para con los chicos y los adolescentes. Con sesiones de relajación y de curación llegaba a domesticar a los más rebeldes. Por otro lado, sus dones de relajación y de curación permitieron a numerosas personas recuperar la salud, la calma, la paz y la serenidad. Y eso gratuitamente o con modestas contribuciones.

Durante 30 años, ejerció su sentido pastoral en la región de Soule, devolviendo a la lengua vasca de la Soule un gran brillo; contribuyó fuertemente al reconocimiento de las características de la Soule. Esta ciencia no lo encerró en su escritorio, no lo ató a su pantalla de computadora. Gracias a su competencia de escritor y de traductor, pudo entablar relaciones con esa “periferia” de la que se habla hoy, de personas que no compartían su fe cristiana pero que encontraban en él, apertura, tolerancia y misericordia.

Esta sana humildad, la había sacado de San Miguel Garicoits, él, bien consciente de su pobreza pero también convencido de que el servicio de Dios le pedía desplegar todas sus energías hasta tener la audacia de enviar, 20 años después de la creación de la Congregación, a 8 religiosos para acompañar a los emigrantes vasco-bearneses en América del Sur. Todos nosotros estamos invitados a desplegar así nuestras facultades sin poner como excusa los orígenes modestos, las fragilidades o nuestros propios límites.

Sana Humildad, Sobriedad gozosa. Como religiosos de Betharram, estamos llamados a eso por el voto de pobreza; una sobriedad que permita compartir y, por lo tanto, provocar felicidad en los demás. Todos los que estuvieron cerca del P. Junes admiraron la disciplina de vida que se imponía, sin pretender dar lecciones, una disciplina nada rígida sino que daba más posibilidades a la vida. Una disciplina de vida que le permitió conservar su vivacidad y su agilidad, característica bien reconocida de los de Soule. Una sobriedad en el comer y en el beber, sin utilizar remedios; llegó a los 94 años sin dar mucho trabajo a la medicina tradicional. Una sobriedad que le permitió compartir integralmente sus productos financieros sin quedarse con nada para él. En eso también fue el ejemplo de San Miguel que lo ayudó. La sobriedad es una de las virtudes que están forjadas en el hierro en la capilla San Miguel, con el reloj que indica las 3 hs., hora en que él se levantaba. Hasta para la hora de levantarse, el P. Junes estaba cerca del Fundador.

Una sobriedad gozosa, es el consejo que tenemos que escuchar y concretizar en nuestra vida. Así seremos capaces de integrar esas disposiciones evangélicas que el mundo tiene derecho de esperar de los cristianos: la compasión, la benevolencia, la humildad, la mansedumbre y la paciencia.

«Yo soy manso y humilde de corazón» proclamaba Jesús; tenemos que hacernos cada día un poco más discípulos de ese maestro, a ejemplo del P. Junes; es la gracia que pedimos en esta Eucaristía. También pedimos que el P. Junes haya alcanzado la plenitud de la paz y de la mansedumbre del Dios-Amor y de su ternura de la que ya goza San Miguel Garicoits en su Reino eterno.

 

 

Laurent Bacho scj

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