VERLEY Gabriel (Padre) - Francia
Haubourdin, 22 de marzo de 1928 - Lourdes, 27 de noviembre de 2020 (Francia)
Nació el 22 de marzo de 1928 en Haubourdin, al Norte de Francia. Tenía 11 años cuando se declaró la guerra. Para protegerse de los bombardeos, la familia decidió partir hacia el Sur; Bagnères de Bigorre los recibió. Fue alumno del colegio de Betharram a los 13 años y, al año siguiente, fue al apostolicado. Una adolescencia vivida con el drama de la guerra y todas las restricciones.
El año de la canonización del Fundador, 1947, entró al noviciado en Balarin donde hizo su primera profesión religiosa el 3 de noviembre de1948. Después fue a la recién estrenada casa de formación, el escolasticado de Bel Sito, en Floirac; fue de la primera promoción que hizo toda su formación losó ca y teológica en la Gironde, con los mayores que volvían de Belén, expulsados por la guerra. Hizo la profesión perpetua el día de Todos los Santos de 1952; fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1955 en la catedral de Burdeos.
Después de la ordenación, como primer nombramiento fue a la comunidad de Saint Palais donde se quedó 7 años, enseñando en la escuela primaria Etchecopar. Etapa importante que le permitió una devoción particular a San Miguel Garicoits, porque la comunidad de Saint Palais estaba encargada de la casa de Ibarre y habitaba en la casa natal del P. Augusto Etchecopar, el discípulo amado del Fundador.
En 1962, fue la partida para Beit Jala, seminario del patriarcado de Jerusalén, confiado a Betharram durante cerca de 50 años.
En 1965, fue nombrado superior de la comunidad y director de la escuela normal San Miguel en Costa de Marfil; al año siguiente toda la comunidad se mudó a Katiola para encargarse del seminario de Saint-Jean.
En 1970, el nuevo provincial lo llamó a Betharram como asistente y responsable de la animación vocacional, por la que conservará toda su vida una preocupación especial. Era el responsable de la revista provincial “Entre Nous”; en 1979 fue nombrado Superior Provincial por cuatro años.
En 1983, el nuevo provincial lo destinó a Casablanca al colegio Charles de Foucauld como director. Tuvo la gracia de recibir al Papa Juan Pablo II cuando visitó Marruecos y celebró la eucaristía en el patio de la escuela. Gestionó el delicado traspaso del colegio a la diócesis, después de 40 años de presencia betharramita.
En 1986, fue nombrado rector de los santuarios de Betharram, pero tres años más tarde fue destinado a Notre Dame du Refuge, en Anglet como capellán de las Siervas de María donde se quedó por cinco años. Se le ha confiado a nivel diocesano la responsabilidad del servicio de ecumenismo.
En 1994, en la nueva casa de formación de Costa de Marfil faltaban ancianos y él fue destinado a la comunidad de Adiapodoumé que se encargaba de la parroquia Saint-Ber- nard. Desplegó verdaderos talentos especialmente en la animación litúrgica y acompañando la construcción de la capilla de la comunidad dedicada a la que era, entonces, la Beata María de Jesús Crucificado.
En 1998, fue nombrado director y superior de la casa de reposo de Betharram y organizó el traspaso a un director laico.
En 2009, fue enviado de vuelta a Anglet como superior de la comunidad.
En 2014, volvió a Betharram, a la comunidad de Notre-Dame, durante tres años, y después, como residente de la casa de reposo.
Finalizó esta “carrera” el 27 de noviembre en el hospital de Lourdes, sin quejarse por su enfermedad, manifestando las menores exigencias posibles al personal médico.
Perteneció a ese estilo del “Camp volant” que soñaba San Miguel. Un testigo de disponibilidad en la obediencia y de compromiso cotidiano para realizar la voluntad de Dios.
Su gran preocupación fue despertar vocaciones, aún cuando toda la energía que gastó en eso no tuvo recompensas, aquí. Tuvo que vivir esa frustración de no ver los frutos de su trabajo. Pero el Señor le dio la gracia de ver el nacimiento y el crecimiento de vocaciones betharramitas fuera de nuestro país, en las jóvenes Iglesias como la de Costa de Marfil y del Benin o en las Iglesias de la periferia como India y Tailandia, Vietnam o América Latina.
En la travesía de desierto aquí, en Francia, estos oasis lo reconfortaron. Sin que se lo pidamos, yo sé que contribuirá a ese ese orecer vocacional que necesitamos aquí; esa es nuestra esperanza.
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