Vida de la Congregación (2)

“Via del Corso” a las seis de la tarde hay un hormigueo de turistas que miran las vidrieras más prestigiosas de Roma. Pero un extraño y pintoresco cortejo de fieles llama la atención de todos: los infaltables japoneses graban con su celular las imágenes de hombres con trajes de la época de las antiguas cofradías de Monteporzio Catone, otros extranjeros preguntan sobre el sentido de las letanías de la Virgen que van desgranando los equipos de sonido…

Comenzaron así – la noche del pasado 24 de abril – las celebraciones del centenario de la presencia betharramita en el santuario de la Virgen de los Milagros, en “Piazza del Popolo”, una de las dos “iglesias gemelas” que separan el famoso “tridente” del paseo romano. Con esta increíble procesión seguida por una misa multitudinaria, el obispo auxiliar, Mons. Mateo Zuppi, el Superior General, el P. Gaspar Fernández, el rector, el P. Natale Re y otros hermanos que llegaron de varias partes de Italia rememoraron el día exacto de hace un siglo, cuando los Padres del Sagrado Corazón comenzaron su servicio en la iglesia a los pies del Pincio.

Pero, no es una iglesia cualquiera; es un santuario, entre otras cosas fundado – casual o providencialmente – para recordar el milagro de un niño salvado de las aguas del río, exactamente como en Betharram… A partir de esa analogía se desarrolló naturalmente una reflexión que fue como el hilo rojo del centenario, explicitada en 25 de abril por el congreso de excelente nivel organizado por el centro de comunicación BetAgorá, sobre el tema: “Los Padres del Sagrado Corazón y la pastoral de los Santuarios en el mundo”. De hecho, en su experiencia los betharramitas fueron muchas veces llamados a dirigir santuarios y esta ocasión fue preciosa para preguntarse sobre la historia (lo hicieron Roberto Cornara, archivista de la Congregación, y el arquitecto P. Ercocle Ceriani), y también sobre la actualidad de una opción que sigue vigente (interesantes los testimonios de los PP. Mario Giussani, Enrico Frigerio y Tarcisio Giacomelli).

La H. Marcelina Pedico, docente de la universidad pontificia Marianum, puntualizó los objetivos pastorales de un santuario “moderno”: no sólo ofrecer una liturgia ejemplar y de fuerte espiritualidad (lo han demostrado los grupos de oración que se reúnen justamente en “Miracoli”) sino también la promoción de ocasiones de cultura cristiana, propuestas de caminos de belleza hacia lo divino - como el prestigioso concierto de música sacra ofrecido en ocasión del centenario – construcción de islas de caridad en la soledad de las grandes ciudades, apertura al ecumenismo y al diálogo.

Así permanece significativa e incluso, preciosa y renovadora la presencia de los religiosos en un santuario: puerto donde recalar, a lo mejor casualmente, descubierto en una peregrinación o visita turística, pero capaz de transformar a quién busca un “puente” hacia una búsqueda de fe o de mayor sentido de la vida. Esta también es la “iglesia en salida” de Papa Francisco. Religiosos y laicos betharramitas llegados, para la ocasión desde la Lombradía y la Toscana, no dejaron de ir a saludarlo en la Plaza San Pedro, con una pancarta bajo la ventana al “Regina Cœli” dominical.

Roberto Beretta