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14/05/2015

Nuestras casas de formación

Maestro de novicios, una misión muy particular

Nuestras casas de formación

Para terminar nuestra visita de los noviciados, hemos pedido al P. Jacky scj que nos cuente la originalidad del servicio de maestro de novicios en la comunidad de formación, antes de dar la palabra a Sergio, Arnaldo, Landry y Cristian, nuestros cuatro jóvenes marfilenses que viven en Belén una experiencia de vida religiosa de 360 grados.

Ser Maestro de Novicios me parece una situación absolutamente particular. El año transcurrido en Betharram me acercó mucho del P. Etchécopar a quien San Miguel pidiera, cuando era aún un joven discípulo, que asumiera esa función de Maestro de Novicios. Imaginaba a los novicios viviendo en esos primeros locales acomodados en el desván del Monasterio […] del cual conocí las pequeñas celdas muy austeras. Y todas las mañanas, en mi oración al lado del cuarto de nuestro padre, me hacía la misma pregunta? “y hoy, ¿qué hago con ellos? ¿Qué los invito a descubrir?”

El Maestro de Novicios está solo, en este acompañamiento, con el Espíritu Santo. Tiene todos los elementos en carpetas, libros llenos de sabiduría, una Ratio Formationis apreciable, reflexiones del Servicio de Formación, su propia experiencia de vida y de formación, de oración, de pedagogía. A él le toca inventar cada una de las 366 jornadas de noviciado. Está solo en esa linda responsabilidad de permitir a cada uno de los jóvenes que entren en sí mismos, con estas preguntas: “El Señor parece que me llama (¿es verdad o una ilusión?) ¿a una Vida Religiosa, en Betharram? (es decir…) ¿con qué puedo contar para construir toda mi vida en esta manera de seguir a Cristo?”. Y la Congregación lo encarga de poder decir, al cabo de dos años, “creo sinceramente que N. puede vivir como religioso de Betharram, o no. Estos son los elementos que me permiten afirmarlo”. Sobre todo es esencial descubrir el “secreto resorte” que en nuestra familia sigue siendo el “criterio” para aceptar a un novicio en la Congregación. ¿Y quién soy yo, para discernir todo eso? Yo digo siempre: “Sólo es posible con la luz del Espíritu Santo”.
Es con este pensamiento que se trata de caminar día a día , en los pequeños momentos de la vida ordinaria, a veces monótonos, preocupados por el servicio, asiduos y serios en el encuentro con el Señor, con la pasión por el gesto atencioso hacia los pequeños huérfanos de la Guardería o los chicos lisiados de Niño Dios. En todo eso se fragua la vida evangélica y la opción eventual de una vida en el seguimiento de Cristo.

Todo lo que viven los novicios hay que releerlo con ellos como una experiencia que tiene que ver con la confirmación o no de su vocación. Se entiende, entonces, qué alegría puede habitar el acompañamiento cuando, en el encuentro semanal, el novicio comparte tal o cual progreso constatado en el esfuerzo personal de conversión o en el despertar de una nueva manera de descubrir el rostro del Señor o en el evocar una sonrisa feliz o triste que es fundamento de un nuevo momento vital. Se trata de recoger con el novicio, los frutos del Espíritu, de ayudar a apreciarlos y de guardarlos como una cosecha preciosa para el futuro. Hay que estar preparados, también, a veces a agarrarse de las espinas encubiertas presentes en las ramas del árbol de la vida.

Otra gran alegría, que se parece a la de toda paternidad, es la confianza que se hace y que da a toda relación una linda calidad que embellece el corazón. Además un momento precioso de la jornada es el compartir eucarístico de la Palabra y del Cuerpo y de la Sangre del Señor, un momento de convivencia restaurador.

Este año en Belén, (…) lleva a descubrir personas que se volverán hermanos ya que estamos llamados a vivir en familia con ellos y, en los hechos, vivir con personas que tienen la edad de nuestros padres y hasta de nuestros abuelos. Cada uno trae la historia de su vida consagrada. La comunidad se vuelve, entonces, un lugar donde la fraternidad se hace regla. Eso se concretiza sobre todo en la mesa y en la capilla, ya que es donde todos se encuentran y hay carcajadas en la mesa o preguntas de curiosidad que dan lugar a momentos de estrecha cordialidad.

El Maestro de Novicios intercambia con su asistente, superior de comunidad, sobre tal o cual punto de la vida de los novicios y, en reunión de comunidad, comparte lo que está viendo y los progresos. Para una comunidad, creo yo, eso de recibir un grupo de novicios y su presencia durante todo el año, es un compromiso real conscientes de que se trata de ser, para ellos, testigos (en los dos sentidos) de que es posible ser felices en esta forma de vida que es la nuestra. Y, cada uno tiene su manera de participar en el noviciado.

Jacky MOURA,scj

Antes de cualquier consideración, queremos dar gracias al Señor por esta posibilidad que nos concede de vivir el año canónico del Noviciado en Tierra Santa. Eso no se concede a quien lo quiere y somos conscientes del privilegio que experimentamos a cada instante. Nuestro reconocimiento va a la Beata María de Jesús Crucificado por su intercesión; todavía recordamos la novena que le hicimos y que nos valió la vuelta del noviciado a Tierra Santa. Nuestro agradecimiento va también a toda la congregación de Betharram por todos los esfuerzos que permitieron lograrlo.
Además estamos muy contentos de vivir nuestra experiencia espiritual tocando con mano la realidad de Tierra Santa, tierra de Nuestro Señor Jesucristo. Esta proximidad a las fuentes de nuestra fe, nos permite descubrir progresivamente cierto número de cosas útiles a nuestra formación tanto espiritual, humana, cultural como intelectual. Las diferentes peregrinaciones a los lugares santos nos ayuda a iluminar nuestras linternas con el misterio de la encarnación que proclamamos siempre, pero más especialmente, en la Anunciación: El Verbo se hizo carne AQUÍ, y habitó entre nosotros. Descubrimos, así, con alegría y felices, toda la dimensión humana de nuestro Señor, sus orígenes, sus huellas, su historia, y esa dimensión nos ayuda a acercarnos no sólo a las narraciones evangélicas, sino también a toda la Sagrada Escritura. Queremos citar, como prueba, la Semana Santa vivida “en directo” sobre los pasos de siervo sufriente, si podemos decirlo así. Con él estuvimos en el Cenáculo para la última cena con sus discípulos y el lavado de los pies y en Getsemaní para su oración; después estuvimos en San Pedro en Galicanto para la negación y la confesión de Pedro. Luego en el Santo Sepulcro para su flagelación, su crucifixión, su muerte y su resurrección y, finalmente, en Emaús en el camino recorrido por los discípulos. Todos esos tiempos fuertes que proclama la fe católica los vivimos y seguimos viviéndolos de cerca. Es realmente una gracia que recibimos.

La situación geográfica de nuestra casa, nos permite ser los vecinos cercanos del Carmelo de Belén. (…) Nos sorprende mucho el espíritu de fraternidad que reina, desde hace mucho tiempo, entre las dos familias religiosas. Conservamos en la memoria el recibimiento cordial de las carmelitas del que fuimos objeto algunos días después de nuestra llegada. Participamos de algunas de sus actividades: momentos de oración, intercambios y momentos de alegría. En la perspectiva de profundizar nuestro conocimiento de la doctrina y espiritualidad de nuestro Padre Miguel Garicoits, descubrimos también todas las riquezas de la espiritualidad del Carmelo a través de la imagen de la futura santa Miriam Baouardy. Hacemos nuestra su oración al Espíritu Santo, y es la que abre cada día, nuestros cursos. (…) Estamos en comunión con el Carmelo en los preparativos de la gran fiesta, la canonización de la Beata Miriam, el próximo 17 mayo. (…) Para eso, La Madre Priora de Belén solicitó a los novicios la composición y la grabación de un canto con ritmo africano en honor de la futura Santa.

Tierra Santa es una tierra marcada por fuertes tensiones. Nos dimos cuenta de eso, desde nuestra llegada, por medio de diversos intercambios y contactos. Los problemas, numerosos y diversos, influencian todo el tiempo la vida de los hombres de aquí. La pobreza, la tasa de desocupación alta, los problemas socio-culturales que hacen que algunas madres abandonen a sus hijos, cristianos palestinos que no pueden pisar el suelo de la ciudad Santa, Jerusalén, y tienen que esperar la autorización anual durante la semana santa; la emigración de los jóvenes cristianos produce una disminución considerable del Cristianismo en Tierra Santa. Hacemos presentes todos esos problemas en nuestra oración y tratamos, dentro de los límites de nuestra posición, como nos recomendaba nuestro Padre San Miguel, de estar presentes al lado de ellos. Por ejemplo, garantizamos en duplas, dos veces por semana (los martes y jueves) el servicio de buen samaritano en dos centros sociales: Serge y Landry en la Guardería, instituto religioso de las Hijas de la Caridad que recibe a niños abandonados por sus familias; Arnaud y Christian en Niño Dios, centro de acogida para enfermos sicomotrices, dirigidos por las religiosas de Verbo Encarnado. Tratamos de abrirnos a realidades culturales de nuestro entorno, por ejemplo, aprendiendo aquí y allá, la lengua árabe para facilitar la comunicación.

Los novicios

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