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P Andrea Antonini
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14/10/2013

Sesión de los religiosos hermanos en Betharram

Provenientes de todos los lugares de la Congregación (Inglaterra, Argentina, África Central, Costa de Marfil, Francia, Italia y Paraguay), 14 religiosos hermanos se reunieron este mes de setiembre de 2013 en la cuna misma de su vocación por el gusto de estar en familia y para alimentarse lo más posible de San Miguel Garicoits.

Sesión de los religiosos hermanos en Betharram

Ecce quam bonum habitare fratres in unum…
No podría resumir mejor la sesión de 8 a 15 de setiembre, que con este versículo del salmo 132: ¡Qué bueno que es para unos hermanos vivir juntos y estar unidos!

Fue bueno, para catorce religiosos hermanos de seis vicariatos diferentes, encontrarse en Betharram, por iniciativa de la Región San Miguel Garicoits y en pleno año jubilar. Lo que, al comienzo, no era más que un encuentro franco-italiano, se transformó en acontecimiento congregacional, al mejor estilo betharramita: sencillez, cordialidad, entrega…

Fue bueno conocerse, desde Europa, África y América, gracias a los fogones (memorable el juego de las sillas musicales que sirvió de presentación), a los intercambios de toda clase, a la oración y a las risotadas locas, también.
Fue bueno, para fortalecer nuestro camino, volver a pisar con nuestros pies, las huellas del fundador:

  • Visitar detenidamente el santuario, pero también la chacra, y darse cuenta de hasta qué punto los Hermanos han marcado Betharram, como lugar y como obra.
  • Releer su “Historia Sagrada” en Ibarre, bajo una neblina que invitaba más todavía, a entrar en sí mismo y después a celebrar en Garacotchea la pobreza y la belleza de los comienzos.
  • Encontrar a los descendientes de los Anguélou en Oneix, los monjes benedictinos en Belloc, y sentir cada vez más vivo a San Miguel, y sentir cada vez más fortalecida la propia vocación específica.
  • Descubrir la catedral de Bayona y el antiguo Carmelo de Pau, profundizar los lazos con el pasado y compartir la mesa con la comunidad.
  • Volver a Betharram como quien vuelve a su casa y refundarse en el compromiso, a través de las exposiciones y el compartir sobre los tres votos y la misión.
  • Renovar la profesión religiosa en el oratorio del monasterio, durante una celebración íntima (éramos 18 con los sacerdotes acompañantes) y, al mismo tiempo, solemne (En el momento de formar la fórmula de consagración en el mismo escritorio de San Miguel).
  • Unirse al Pueblo de Dios ene Lourdes, en el viejo santuario y en la colina del Calvario, y vibrar al ritmo de una Iglesia local (durante la fiesta de la Santa Cruz) y universal (por la presencia de Mons. Landel).

Fue bueno, a pesar de la gimnasia de las lenguas, contarse las heridas del pasado, los esfuerzos del presente y los desafíos del futuro. Fue bueno y necesario poner por escrito las convicciones que nos animan y tomar como testigo a toda la Congregación del Sagrado Corazón.

Fue bueno, fue lindo volver a lo que es primero: en cuanto religiosos, ordenados o no, somos, en primer lugar, hermanos. Esta fraternidad es un don, nos compromete. De su parte, el religioso hermano tiene un rol particular: en la comunidad, recuerda nuestra identidad común y la fidelidad a la Familia; afuera, es el puente entre los sacerdotes y los laicos, propiciando una proximidad, un servicio y un testimonio evangélico en las realidades temporales.

Es bueno agradecer a todos los que organizaron, acogieron este tiempo fuerte y participaron de él. Es bueno y es lindo agradecer al Señor por habernos llamado, consagrado y enviado, en ministerios diversificados, a una fraternidad universal. Hicimos esta experiencia durante ocho días. Nos toca a nosotros vivirla cada vez más, día tras día. Con el amor… y el humor que se necesita.

Sí, es bueno vivir como hermanos… Es como el bálsamo que cuela por la barba de los misioneros… Es como el rocío que cae en la pendiente del Calvario. Es allí que el Señor derrama su bendición y su vida para siempre. (cfr. Sal 132,3)

Jean-Luc Morin, scj

 

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FVD
A NUESTROS HERMANOS

En el marco de jubileo de san Miguel Garicoïts, nosotros, religiosos-hermanos, fuimos invitados a encontrarnos para reflexionar sobre nuestra vocación y nuestro lugar en la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram.

Esta sesión fue, para nosotros, una magnífica experiencia: fue la ocasión de conocernos mejor y de volver a encontrarnos en los lugares de fundación; nos permitió también recibir ricos aportes, intercambiar en profundidad, y reavivar así en nosotros el don de la vocación religiosa.

Un religioso es alguien que dio su vida a Dios y a sus hermanos en una familia, en la Iglesia y en el mundo. Es porque hay donación de sí que la castidad, la obediencia y la pobreza son posibles y fecundas. Y que la misión cobra su sentido.

 

CASTIDAD
Nuestra convicción: vivir el voto de castidad en nuestro mundo supone un sacrificio, real, pero necesario, para anunciar a Cristo y ser libres y disponibles para servir a todos los que encontramos.
Una vida de comunidad vivida en fraternidad puede ayudarnos a vivir plenamente este don de nosotros mismos a Dios y a superar cierta soledad. Por sentirnos amados, podemos amar con un amor verdadero, gratuito, universal. En una palabra: fraterno.
Una pregunta: el voto y el don de la castidad ¿cómo pueden ser un signo positivo en nuestra sociedad?

 

POBREZA
Nuestra convicción: Todo lo que tenemos es don de Dios; el compartir es una buena noticia. Eso nos permite ser testigos del Evangelio y de la opción por la vida consagrada que hicimos.
Seguimos los pasos de Jesús que nos da el ejemplo de una pobreza radical. Para los religiosos, pobreza es saber depender de la comunidad para sus necesidades. Es también saber vivir de manera simple y modesta, teniendo en cuenta el estilo de vida del lugar en que estamos.
Una pregunta: ¿de qué manera, como betharramitas, vivo la pobreza evangélica en comunidad y en la misión?

 

OBEDIENCIA
Nuestra convicción: la obediencia es un combate de todos los días contra el propio ego, pero, antes que nada, es un acto de fe. Para nosotros, hoy, es decir nuestro “Aquí estoy” en diálogo con los superiores, vivido en la confianza recíproca en vista de la realización de cada uno. Se trata de volver a nuestras raíces – FVD, Aquí estoy sin demora, sin reserva sin vuelta atrás…– y de tomarlas en serio. En ese sentido podemos alcanzar una coherencia y una fidelidad de vida sin las cuales no podríamos ser felices.
Una pregunta: ¿Sabemos vivir verdaderamente el voto de obediencia, aceptando que el bien de la Congregación pasa antes de nuestras ideas?

 

MISIÓN
Nuestra convicción: La misión es “ofrecer nuestro sudor al Señor”. Cada religioso está asociado a la misión de la comunidad. Es bueno que se den a los religiosos hermanos responsabilidades específicas, en función de sus aptitudes.
Para posibilitar un equilibrio de vida, el hermano recibe una formación religiosa y profesional adecuada, con su superior, cuida de su formación permanente.
Por su estado de vida, el hermano está más atento al mundo del trabajo y más cercano a los pequeños; tiene que ayudar a la comunidad a tener presente, en el corazón de su misión, el sentido de las realidades y la preocupación por los pobres.
Una Pregunta: ¿Cómo la Congregación valoriza la presencia, el testimonio y la misión de los religiosos-hermanos en el mundo?

Nuestra vocación tiene sentido en sí misma: es una opción positiva que nos hace felices.

Seamos padres o hermanos, nuestro primer compromiso es ser religiosos de Betharram y servir el Evangelio en función de nuestros talentos. La complentariedad entre formación religiosa y humana tiene que llevar a un reconocerse y a una verdadera fraternidad, en la comunidad y afuera.

Esta sesión internacional, ha sido una primera. Esperemos que no sea la última y que pudiéramos reencontrarnos dentro de cinco años para que esta carta no quede en los archivos. Y ¿por qué no, esta vez con religiosos-hermanos de Asia?

Betharram, 15 de setiembre de 2013

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