In memoriam...

Padre Joaquim Soares de Moreira scj

Cristina (Brasil), 14 de julio de 1929 - Passa Quatro (Brasil), 8 de Julio de 2015

Reverendísimo P. Joaquim, Amado maestro, Querido amigo y Hermano Betharramita

¿Quién diría que la semilla fecunda soñada por el campesino de Ibarre, San Miguel Garicoits, atravesaría cielo, tierra y mares y daría frutos a los pies de la imponente Mantiqueira?

Debe ser la sabiduría secular que reside en el interior de las montañas, tiene que haber un vínculo divino ente las alturas de Betharram y de Passa Quatro. Tiene que haber una sabiduría más grande que organiza el caos en los momentos más necesitados de la humanidad.

San Miguel sueña. Transforma el sueño, realiza y da origen a seguidores…

Llevar, traer, desparramar educación, cultura, ciudadanía… transformar jóvenes en hombres de bien, difundir el Evangelio por todos los lugares y a todas las criaturas por donde pasa, caminar con los jóvenes haciendo camino con Cristo.

La Providencia Divina, hace 80 años, plantó la semilla betharramita en Passa Quatro. Generaciones pasaron por las manos, por los consejos, por la religiosidad promovida por estos padres que se hicieron presentes y activos en la construcción de una Escuela (el Colegio San Miguel) en la construcción de una educación basada en el saber y en el amor cristiano. El Colegio San Miguel y los Padres betharramitas son pilares en la rectitud del carácter, cultura y ciudadanía, son un patrimonio de nuestra ciudad.

De estos 80, durante 57 el P. Joaquín, estuviera donde estuviera, trabajando con su carácter severo, con su humildad particular, con las manos vacías y el corazón lleno para fortalecer corazones débiles y afianzar siempre los designios de Cristo entre nosotros.

Profesor muy sabio y austero. ¡Cuantos de nosotros tenemos historias para contar sobre este betharramita! ¿Su distintivo? La franqueza. Aunque duela. Sus homilías, muchas veces llegaban a desagradar, herir, hacer sangrar y eran verdaderas (es necesario a veces, hacer sangrar, arder doler para curar).

Narrador de historias, le gustaba el buen vino, contar chistes sobre la ignorancia, con homilías inflamadas y una sencillez de hombre de tierra adentro, un “P. Antonio Vieira” capaz de mezclar lo clásico con el habla del pueblo para ilustrar mentes malsanas y corazones impuros, uno de los últimos en rezar y cantar en latín y, encima, nos invitaba a acompañarlo.

“Tenemos que dar culto a los vivos, no a los muertos” El P. Joaquín fue hombre, profesor, amigo, consejero, hermano, padre representante de Cristo entre nosotros, ungido por las manos sagradas del Maestro Mayor.

Nosotros, del Colegio San Miguel, funcionarios, alumnos, profesores, dirección y Padres betharramitas, estamos sufriendo por su partida, querido maestro, compañero y amigo… Sentiremos siempre su falta, su agilidad en mirar la vida.

Reverendísimo, hoy estamos huérfanos de su presencia física, estamos huérfanos de su compañía corpórea, de su dedicación a la Congregación betharramita, a la educación y a la fidelidad al sacerdocio. (...)

Prof Anibal (Colegio S. Miguel de Passa Quatro)
en la misa por los funerales del Padre Joaquim

Padre Alexandre BERHOUET scj

Luxe-Sumberraute (Francia), 28 de Agosto de 1921 - Bétharram, 1 de Setiembre de 2015

Bétharram | 3 de setiembre de 2015
Funerales del Padre Alexandre Berhouet, scj

(Lc 5,1-11) Hoy también la liturgia nos da “nuestro pan de cada día”, con el cual alimenta nuestra acción de gracias y nuestra esperanza sobre el P. Alexandre. El corazón del mensaje es una enseñanza de fe. La buena noticia es que se puede, se debe confiar en el Señor, estemos donde estemos, nos pida lo que nos pida. Así transforma a los pecadores que somos en pescadores de hombres. En el evangelio, Simón Pedro tenía todas las razones para enviar a Jesús de vuelta a estudiar – o, mejor dicho, a su taller de carpintería – cuando lo invita a tirar más lejos sus redes, a él que era un pescador experto. Pero, confiando en su palabra, no dudó un instante.

La lección es clara, como las aguas del lago de Genezaret: puede ser que uno se sienta incómodo con sus capacidades y sus competencias, por haber tenido altos exaltantes y bajos deprimentes, pero cuando el Señor hace una señal, imposible resistirse. Aunque no se vaya muy lejos, hay que ir más lejos. Y la confianza hará milagros. Creer es siempre atreverse a dar un paso más, encarar lo desconocido, sentir que todo va contra sus propios sueños e ilusiones. Y entonces, y sólo entonces, la Palabra toca nuestra vida, porque la verdadera sabiduría consiste en dejarse guiar por el otro que es Dios. La fe es abandonarse en sus manos para vivir plenamente.

El P. Berhouet nos diría muchas cosas sobre esto. Por opción, renunció a una vida instalada, a proyectos personales. Lo hizo por obediencia, la forma más inmediata y concreta del amor, cuando se es religioso. Dejó sin chistar su país vasco para ir a tierras desconocidas: Belén, Bel Abbès, Limoges donde marcó a muchas generaciones. Enseñó prácticamente todas las materias con algunas de las cuales no estaba muy a gusto. Enfrentó clases enteras sin que le importaran los arranques, las dudas, los tics, que nos hacían reír a nosotros, despiadados como es característico de todos los alumnos, frente a las debilidades de sus profesores. Y sin embargo, él que estaba tan nervioso durante las clases de matemáticas, manifestaba después de clase una paciencia a toda prueba, propria de una rara pedagogía, para explicar individualmente tal o cual problema […]

No hay que extrañarse que haya esperado el 1º de setiembre, día del comienzo de clases y jornada mundial de oración para el cuidado de la creación, para despedirse de este mundo. Porque el P. Berhouet era pedagogo y enamorado de los paisajes. No era un religioso sin patria, ni mucho menos. Estaba demasiado arraigado en su tierra natal (el Amikuze) y en su tierra de adopción (Limoges). Fue, durante mucho tiempo, un religioso sin comunidad para poder continuar su misión entre los jóvenes.

Con su presencia familiar, atenta y creadora, hizo que se siguiera manteniendo el ritmo entre Betharram y Ozanam, por mucho tiempo después que la Congregación se había retirado. Bandadas de alumnos que se agrupaban a su alrededor, en los recreos, para aprender los secretos de la fabricación de una raqueta o encontrar a un Padre que los tomaba en serio, sin creerse un grande. Hay que decir que el P. Berhouet era el más limosín de los vascos; conocía la región por los menús, visitándola un domingo tra otro. Era muy celoso de ese sentimiento de libertad; le gustaba guiar y guiarse cómo creía mejor; sabía también compartir sus gustos con una familia amiga, con los hermanos, en el comedor.

Ese temperamento fuerte, esa voluntad de hierro, los trajo consigo a Betharram donde eligió pasar sus últimos días. La vida sedentaria e inactiva le pesaba. Lo compensaba con palabras memorables en las comidas, frente al acuario o en el umbral de la casa de reposo , y sobre todo con una soledad bien o mal asumida. ¿Quién no recuerda su rostro de piedra, las manos cruzada sobre el bastón, el gorro hasta las orejas, la mirada perdida y, de golpe penetrante? Al acercarse un interlocutor eventual, los ojos le brillaban, la sonrisa se hacía maliciosa, la lengua se soltaba. Claro que podía tener accesos de rabia y de indignación: era su manera de darse cuenta de que, a su edad, conservaba la energía de los vivientes […]

En este preciso momento, siguiendo la carta a los Colosenses, pensemos en la comunión de los santos: pidamaos al Señor que nos llene del conocimiento de su voluntad, pidamos la sabiduría, la inteligencia espiritual y una conducta digna de nuestra vocación. Que él nos fortalezca con su poder; así seremos fuertes para progresar en el bien, perseverantes y pacientes para dar frutos. En alegría, demos gracias a Dios Padre; le dio la capacidad al P. Alexandre y a todo el Betharram del cielo de participar de la herencia de los santos, en la luz. Al arrancarlos del poder de las tinieblas, los colocó en el reino de su Hijo Querido. En él, para nosotros también tendrá misericordia. Será nuestro perdón, nuestra resurrección y para siempre nuestra paz. Y ya desde aquí, por medio de nuestra pobre persona, por la fe que nos vuelve a poner de pie y nos hace avanzar, este mundo sabrá que es amado, salvado.

Jean-Luc Morin, scj