El Cuaderno Fondeville (8)

Documento original del envío en misión en América firmado
« Garicoïts Ptre Supr »

El año 1855 se renovó el consejo. Fue cuando el Obispo propuso la misión de América. Esta obra fue inspirada por la necesidad de los emigrantes vascos y bearneses que constituían una población de alrededor de 100.000 almas en Buenos Aires y Montevideo. La propuesta fue dictada por la caridad y el celo apostólico sea del Obispo de Buenos Aires como de nuestro obispo que quería consolar el corazón del obispo de Buenos Aires, afligido por la imposibilidad de socorrer a ese gran número de extranjeros que poblaban su diócesis.

No hubo que apelar a la obediencia y a la designación de parte del Superior de miembros para enviar al nuevo continente. A la caridad que proponía, respondió la caridad que aceptaba. La aceptación fue unánime: cada uno tuvo que pedir a Dios la luz para conocer su voluntad, para cumplirla. Los PP. Guimon, Barbé, Larrouy, Sardoy y Harbustan de Barcus, estos últimos, párrocos en el país vasco, se presentaron para ir a América.

El hno. Ducasse de Obos (Tarbes) aspirante al sacerdocio, con su permiso de emigrar, estaba en Betharram desde hacía más de 11 años. Fue ordenado en 1855 y recibido en la Congregación: fue enviado como director de estudios a Oloron, a Orthez, después de haber trabajado por varios años en el instituto de Betharram.

En esa época, la casa de Orthez nos envió tres o cuatro miembros muy distinguidos: los jóvenes Cachica de Orthez, Bernède de Bézigrand y Carràre de Abos. Entraron al noviciado. Varios hermanos entraron también. Eran necesarios para tener miembros para enviar a nuestros padres en el Nuevo Mundo y para substituir a los que salían y a los que el Buen Dios llamaba a él. (…)

Cuando llegaron los de Sainte Croix se renovó el Consejo y se proveyó a reemplazar al P. Larrouy por el P. Chirou, y el P. Cazaban tomó su lugar de administrador. Las misiones, por su parte, continuaron; el impulso crecía, las poblaciones se conmovían, especialmente en ese año en el que el Santo Padre acababa de conceder el jubileo (…)

El final de 1855 y los primeros seis meses de 1856 fueron dedicados a preparar el ajuar de los futuros apóstoles de América y de los dos hermanos, Fabien y Joannès, del clérigo Magendie discípulo del P. Barbé y pariente de él.

El Padre Superior encontraba en dos jóvenes hermanos, Quillahauquy y Gaby de Bouilh nacido en Ainhoa, inteligencia y sabiduría e hizo que les dieran lecciones de latín. Era aprovechar lo que tenía, dispuesto a recibir desde afuera todo lo que Nuestra Señora le enviara para llenar los vacíos que se producirían.

Llegaron las vacaciones de 1856; en la víspera de la partida para América, la entrega de premios fue presidida por el P. Abbadie, párroco de Saint-Pé. Después de hacer el elogio de la educación cristiana y de describir la felicidad de los padres y de las madres que tienen el buen gusto de elegir establecimientos religiosos y de buen ejemplo, el Presidente manifestó su pesar de tener que dar el adiós al P. Barbé que conocía desde hacía mucho tiempo, por haber sido su colaborador en el seminario menor de Saint-Pé. Es verdad, le dijo a los alumnos y a los padres, que ustedes van a tener una gran pérdida, pero Dios que lo lleva a otra parte para su gloria, les deja siempre la protección de María y el honor de su elección. El P. Garicoits que supo llamar y utilizar a aquel del que van a ser privados: con María y el P. Garicoits y sus ardientes colaboradores, todo será compensado, superado y hasta aumentado porque el sacrificio que se hace servirá para atraer sobre Betharram nuevas y abundantes bendiciones del cielo.

Fue en el mes de setiembre de 1856 que los PP. Guimon, Larrouy, Barbé, Sardoy y Harbustan, dejaron Betharram, con los hnos. Joannès y [Lhopital y el seminarista Magendie]; se embarcaron en Bayona; la travesía fue más o menos sufrida y accidentada y duró casi dos meses. Pero se tuvieron, para la Navidad de 1856 buenas noticias sobre el feliz desembarque y la buena recepción que les fue reservada por Monseñor el Obispo y por su clero. Se les consiguió un alojamiento conveniente y les fue asignada una iglesia cerca para el ejercicio de su ministerio. Al mismo tiempo, el P. Barbé anunciaba que estaba preparando un edificio que había conseguido para colegio, porque le podían enviar un gran número de religiosos para ayudarlo: de hecho juzgaba de antemano que los frutos de su ministerio serían más abundantes si hubieran podido asegurar una educación cristiana sólida a la juventud.

Simon Fondeville scj
(1805-1872)
(continuación)