Escuchando a San Miguel
Hacer por voluntad propia lo que habría que hacer por obediencia es afanarse inútilmente, es renunciar a las bendiciones, al apoyo, a las consolaciones de Dios; es merecernos esta sentencia: ¡Trabajaron para ustedes, no les debo nada!
Pero, trabajando para Dios, por el contrario, acumulamos tesoros infinitos; nuestras obras, actuando así, vienen a ser las de Dios; nuestra fuerza, su fuerza; él nos consuela en nuestras penas, hace fructificar nuestro sudor; lo amamos y él nos ama; saboreamos las dulzuras del paraíso ya desde ahora.
¿Les parece poco para animar a un corazón generoso a que obedezca a ejemplo de Nuestro Señor? Toda su vida fue un acto continuo de obediencia a su Padre
(Cuaderno Cachica n° 27)
Acciones de Documento