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14/11/2013

La palabra del Superior General

El Superior de la comunidad

Hermano entre los hermanos, el Superior de comunidad (aquí el P. Silvain Dansou en Adiapodoumé) debe estar preparado para aceptar todos los desafíos de la vida fraterna...

En la nueva RdV. sigue siendo un ministerio importante en la Congregación el del Superior de la comunidad. Antes del Concilio todos los religiosos querían ser superiores porque significaba un cierto poder en las comunidades más numerosas, ahora es difícil encontrar hermanos que quieran practicar este servicio en las comunidades pequeñas, donde se puede argumentar hasta que no es necesario. Es necesario y hasta fundamental que algún hermano asuma este servicio de animación, coordinación, comunión en el respeto de cada hermano en su originalidad.

El art. 105 lo define así: El superior tiene un papel importante en la comunión de las personas que se construye sin cesar. Es el primer responsable y el animador de toda la vida de la comunidad. “Los superiores serán los primeros en consagrarse con la mayor dedicación a unir todos los corazones”. En los artículos 278, 279 y 280 se expresan claramente las funciones propias del servicio de superior de una comunidad.

Es importante que su autoridad sea moral. Que sea reconocido por todos por el testimonio de su vida: fiel a su vocación, practica las virtudes cristianas, observa la RdV. y las tradiciones de la Congregación.

Es un hermano que acompaña espiritualmente a los otros. Ama a cada hermano, los escucha. Los valora como personas, como cristianos y como consagrados. Les ayuda adultamente en las necesidades personales. Cuida y visita a los enfermos. Considera los dones de cada uno y lo alienta a que los ponga al servicio de los demás. Se interesa por la vida espiritual de cada uno. Promueve la colaboración de cada uno en la vida de la comunidad. Suscita una obediencia voluntaria con el diálogo pero también con la determinación que exige nuestra vocación. Corrige a los revoltosos, consuela a los pusilánimes y tiene paciencia con todos (C I C. 619).

Construye y anima la comunión y la unidad en el respeto de las diferencias. Favorece la espiritualidad de la comunión fraterna en Cristo, fundada en la oración personal y comunitaria y en las relaciones adultas y respetuosas que propone el evangelio (RdV.96). Suscita la comunicación sencilla y profunda, la corresponsabilidad y la participación de cada uno en las cosas de todos. Sostiene a los hermanos para que mantengan hasta el final sus compromisos. Propicia el diálogo y los momentos de encuentro interpersonal. Busca el perdón y la reconciliación cuando las relaciones se hacen difíciles. Con la participación de todos, elabora y revisa el Proyecto comunitario (RdV.278,b).

Sabe infundir aliento y esperanza en los momentos difíciles. Sabe ser creativo, abriendo proféticamente nuevos horizontes a la misión. Se preocupa por mantener el equilibrio entre oración y trabajo, apostolado y formación, compromisos apostólicos y descanso. Cuida de que todos los religiosos de la comunidad vivan las exigencias del voto de pobreza: la dependencia de la comunidad, la puesta en común de lo que se tiene, la rendición precisa de las cuentas, la austeridad y el testimonio de pobreza de la comunidad.

El superior de comunidad alienta y acompaña a sus hermanos en el discernimiento de la Voluntad de Dios. Está atento a lo que viven sus hermanos y a los acontecimientos sociales y eclesiales. Ayuda a que la comunidad pueda descubrir en ellos los signos de Dios. Alienta a sus hermanos a asumir compromisos que fortalezcan su vocación y su misión. Sabe tomar la última decisión y ser garante de las decisiones tomadas.

Se preocupa por comprobar que la misión de la comunidad esté en sintonía con el carisma, con las orientaciones de la Congregación y de acuerdo a las líneas pastorales de la Iglesia particular y universal (RdV. 19).

Favorece la formación permanente de cada religioso. Para eso tiene en cuenta que la formación permanente se favorece sobre todo en comunidades maduras, evangélicas, fraternas, orantes, abiertas y misioneras. Es en ese contexto donde cada religioso trabaja su formación permanente. La comunidad religiosa es el ámbito donde las grandes orientaciones se hacen operativas gracias a la paciente y tenaz mediación cotidiana. La comunidad religiosa es la sede y el ambiente del crecimiento de todos los religiosos y donde además, cada uno se hace responsable del crecimiento del otro. La comunidad religiosa es el lugar donde en el día a día se nos ayuda a responder a las necesidades de los más necesitados y a los desafíos del mundo actual. La comunidad es también el lugar donde se verifica el cotidiano y paciente paso del “yo” al “nosotros”, de mi compromiso personal al compromiso de la comunidad, de mis proyectos a los proyectos de la misión, de la búsqueda de mis interese a los intereses de Cristo.

La RdV. recuerda que los religiosos que son nombrados superiores tienen como primera misión el servicio de la autoridad a sus hermanos, conforme a la RdV. y a las orientaciones de la Congregación y de la Iglesia. El mandato de este servicio es por tres años que pueden ser seis. Hay que evitar que la misma persona se mantenga durante mucho tiempo en este servicio en la misma comunidad.

Gaspar Fernández Pérez, scj

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