Final del año dedicado al P. Augusto Etchecopar
“¡Dios mío! ¡Dios mío! Cuándo vamos a entender que, de todos nuestros deberes, el más indispensable y, al mismo tiempo, el más precioso, es presentarnos constantemente a Dios y a sus representantes, reconociendo y confesando nuestra nada, abandonándonos a ellos, pasando desapercibidos y entregándonos, diciéndoles cada uno: ¡Aquí estoy! Danos ese espíritu de tu Divino Hijo, Nuestro Señor”.
P. Augusto Etchecopar,
Carta Circular, Betharram 15 de mayo de 1890)
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