El Calvario de Betharram (8)
Oh santa colina de Betharram!
La linda explanada que completa el Via Crucis, por su altura, su soledad, su mirador que domina la llanura, constituye un lugar de oración excepcional: de H. Charpentier en adelante, siempre fue objeto de los mayores cuidados.
En 1812, las tres cruces recibieron estatuas de madera de Cristo y de los dos ladrones, pero, por efecto de las intemperie, cayeron en 1836. Fueron remplazadas por estatuas de arcilla en 1839, pero no duraron.
Desde 1864, el P. Chirou, (designado como Superior General de la Sociedad de los Padres del Sagrado Corazón por el obispo, después del fallecimiento de San Miguel Garicoits) emprendió la restauración de las tres cruces o Calvario, propiamente dicho. Fueron comisionadas las cinco grandes estatuas de hierro fundido que se ven hoy al este de la explanada: la estatua de Cristo en la cruz, las de los dos ladrones y de San Juan a los pies de la cruz, la estatua de la virgen de pie bajo la cruz.
El P. Etchécopar podía escribir, en marzo de 1867: “El Calvario queda embellecido; el grupo de la Crucifixión hace un gran efecto”.Ese mismo año, se fueron completando las cuatro últimas estaciones. La 13ª estación se meditaba delante de la Piedad en mármol de Carrara. Otro personaje tenía que encontrar un lugar, entre los actores del Calvario, como en la vida de Cristo: frente a la Piedad, María Magdalena deja lucir su larga cabellera a la sombre de los grandes hayas.
Pero, Mons. Lacroix consideró insuficientes estos arreglos y empujó al P. Chirou para que emprendiera otros más grandes y más hermosos.
Fue así como, en la primavera de 1867 empezó la construcción de la capilla de la Resurrección.
Se sabe que una joya debe mucho de su belleza al estuche que la contiene. Lamentablemente no fue el caso de los bajorrelieves de Renoir. “Las antiguas capillas, dice el P. Vignolle, eran sólo feos refugios estrechos y desagradables, sin el menor estilo arquitectónico. Dejaban caer sobre los bajorrelieves de Renoir una luz que achataba y desdibujaba las líneas destruyendo su harmonía”. Después de la muerte del P. Garicoits, el trabajo de destruir los “feos refugios” y de imaginar un marco más digno, le tocaba al P. Chirou y a sus colaboradores. Los años de 1867 a 1873 imprimieron a la colina del Calvario su apariencia desde entonces inseparable, lo primero que impresiona al viajante, es un cortejo de blancas capillas, que hacen meditar a lo largo del Via Crucis, como las cuentas de un rosario. Fueron concebidas por un arquitecto de 25 años, el P. Basilide Bourdenne, scj.
El Calvario proyectado por H. Charpentier en 1623 fue completado dos siglos y medio después en 1873. Acabado el trabajo, uno de sus principales ejecutores, el P. Chirou, murió el 29 de agosto de 1873. Ya todo estaba organizado para los festejos de la inauguración, el 14 de setiembre, que sería presidida por Mons. Lacroix. Betharram fue teatro de fiestas inolvidables. Entre veinte y veinticinco mil fieles, según el P. Etchécopar, acudieron para acompañar a todos los obispos de la Provincia. Durante más de ocho días, se sucedieron oraciones, cantos, discursos y bandas de musica.
Todos podían responder a coro la exclamación de uno de los más notables oradores, el P. Caussette, de Toulouse: “Oh santa colina de Betharram que viste tan a menudo caer cruces y levantarse cruces en nuestro país, … tierra predestinada y tan amada de María, … qué lindo es rezar, recordar y esperar sobre estas alturas”.
Raymond Descomps scj
(1916-2009)
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