Los laicos y el carisma de Betharram

Cada año y durante siete días, los alumnos de los cursos superiores de los colegios betharramitas de Argentina toman el camino de la misión ad gentes hacia una provincia campesina y aislada del NO. En su mochila: regalos para los niños de los pueblitos y para sus familias, buena disposición, sonrisas, algo de inquietud frente a los desconocido y un corazón preparado para escuchar, abierto al otro. El carisma de Betharram no está escrito con todas las letras en el programa de la semana, pero es como un grano de incienso que, sin hacer ruido, suelta un perfume agradable para unir al Pueblo de Dios.

Desde hace ya algunos años que en las comunidades educativas del Vicariato de Argentina y Uruguay se viene gestando una linda actividad para los jóvenes que es la Misión Solidaria a Santiago del Estero.

Esta es una actividad en la que se involucra, durante el año escolar, a toda la comunidad, desde Nivel Inicial hasta los últimos cursos, junto a padres, exalumnos y docentes. Son los alumnos voluntarios de los dos cursos superiores de la secundaria los que asisten a la Misión, accompanados por algunos adultos. Se los invita a todos para que puedan participar y nadie se quede afuera. Es una actividad libre y va el que quiere; lo cierto es que a pesar de esto va casi la mayoría del alumnado y algunos tienen que ceder su lugar para que otros hagan su experiencia por primera vez.

La Misión Solidaria consiste en que los alumnos de los colegios se dividen en diferentes grupos y cada uno de ellos vive con una comunidad cristiana de la Diócesis de Santiago del Estero, en el Noroeste olvidado de la Argentina; lugar desde el que hace ya algunos años el P. Sergio Gouarnalusse scj viene realizando una intensa labor misionera. Lo que se busca es que una vez que se llega a la comunidad, se establezca un vínculo con la gente del lugar a través de dos actividades fundamentales: la organización de talleres para los niños de las escuelas por la mañana y las visitas a las casas de las familias por la tarde. Luego de algunos días de convivencia, se sella todo lo vivido con la celebración de la Eucaristía y una linda fiesta folclórica con comida y baile típico del lugar.

Recogemos algunos testimonios de los alumnos que participaron en esta última edición 2015:

“Fue una experiencia única llena de emociones. Por mi parte, la viví muy adentro y me tocó mucho. Allá descubrí que el cariño que te da un chico cuando se encariña en tan poco tiempo con vos no se compara con ningún otro. O la confianza que las familias te tienen al recibirte de tan amable manera y que te hagan sentir cómodo. Fue una semana increíble”. Javier, 16 años

“En esta semana de misión lo que viví fue algo que nunca había vivido o pensé que nunca iba a poder vivir. Pude ver todo lo mejor que podíamos dar, yo y todos los que me rodeaban y exprimirlo al máximo. Pude conocer otra realidad y ponerme en los zapatos de las personas de Santiago del Estero, compartiendo momentos con ellos y escuchándolos. Y sobre todo pude sentirme querida y valorada con todo el amor que te brindaban los chicos de la escuela de Sol de Mayo”. María, 16 años

“Llegue con mucha incertidumbre, no sabía a lo que venía, qué podía llegar a pasar, estaba nervioso. El lunes llegaron los chicos y yo empecé a vaciar la mochila grande que había llevado para dar y dejar todo allá. Siguieron los días y cada vez daba más pero me di cuenta que la mochila volvió muchísimo más llena porque yo no fui a misionar, fui al encuentro y ellos me misionaron a mí, aprendí más de lo que enseñe, y fui feliz como nunca en la vida”.  Juan, 17 años.

“Compartir, brillar, vivir el Reino, plenitud, encuentro…”
Agustina, 16 años.

Creemos que la Misión Solidaria es otra manera de encarnar el carisma de Betharram porque cultiva la cultura del encuentro: no se misiona porque somos la “gente bien” que tiene todo y va a darle a “los pobres” algo de lo que nos sobra, sino que lo que vivimos es este “ponernos a la misma altura” de la gente para mirarnos, encontrarnos, compartir, interpelarnos, evangelizar y dejarnos evangelizar por ellos. No se trata de “dar desde arriba” sino de compartir horizontalmente la vida y dejar que Dios se filtre. Es vivir la categoría teológica de “Pueblo de Dios”, y así ser parte de esa gente, de esa historia y de esa tierra.

Sebastián García scj

La Palabra de Dios también nos invita a reconocer que somos pueblo: «Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios» (1 Pe 2,10). Para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. (Evangelii Gaudium 268)