Nuestras casas de formación

Entrar en la vida religiosa betharramita, es también proclamar el amor por la vida fraterna en comunidad. En Villa Betharram (Adrogué), casa del Noviciado de la Región Etchecopar, la comunidad de foramción lo recuerda cada día, tanto en las palabras y los gestos como en silencio. Sea cual sea la decisión que tomen a fin de año, los novicios Sergio Leiva (Paraguayo) y Mariano Surace (Argentino) viven desde hace más de un año una experiencia que les ayuda a edificarse sobre la fe.

Sergio Este segundo año lo arrancamos con la segunda semana de los ejercicios espirituales, en la cual con todos los elementos que nos ofrece San Ignacio y los frutos del camino transcurrido hacemos elección de estado de vida. En mi caso opté por la vida consagrada, y la vida consagrada acá, en Betharram, porque me fui dando cuenta que estaba viviendo en carne propia la experiencia espiritual de San Miguel, y me fui identificando con ella a tal punto de querer vivirla, porque descubrí que es la mejor manera que yo tengo de vivir mi vida.

Por todo esto me propongo durante esta etapa del noviciado vivir a pleno la elección que hice, viviendo cada momento como consagrado y forjando así mi identidad de consagrado betharramita, y confirmar con ello la voluntad de Dios.

Mariano Este segundo año de noviciado va muy a mano con el primer año, en el cual estuve trabajando intensamente sobre mi persona, mi yo profundo. Ahí fui descubriendo, con la gracia de Dios, el contenido de mi mundo interior: virtudes, miedos, heridas y la presencia de Dios en mi historia de vida. Esto fue fundamental. Porque me ayudó a conocerme y aceptarme tal cual soy, y así, experimentar la misericordia de Dios vivida con intensidad en la primera semana de los ejercicios.

Y en este segundo año, partiendo de la experiencia anteriormente dicha, quiero vivir con intensidad el carisma de la congregación. ¿Por qué el carisma? Porque veo en él la voluntad de Dios. Es este carisma el que me invita, libremente, a vivir sin tener proyectos propios y a estar siempre dispuesto a colaborar en los proyectos de la congregación, teniendo como único motivo impulsor: el Amor.

Así como en el primer año fue conocer, aceptar e integrar todo mi mundo interior; en este segundo año deseo: conocer, aceptar, vivir e integrar plenamente el carisma betharramita en mi vida. En esencia: ser un religioso que prolonga el impulso generoso del Corazón de Jesús, para más amarlo y seguirlo.

Daniel, ¿qué cambios en comparación con el primer año de noviciado?
Sergio y Mariano comenzaron su noviciado en marzo de 2014, y el llamado noviciado canónico lo iniciaron el 27 de junio, solemnidad del Corazón de Jesús.

Los primeros meses (1ª Etapa del Noviciado) lo dedicamos más intensamente a conformar la comunidad, al conocimiento personal, a desarrollar la dimensión humana, que ha sido trabajada prioritariamente en la etapa anterior que es el postulantado, y también, a tomar conciencia, empaparnos, apasionarnos por el camino que tenemos por delante y proyectar su recorrido comunitario y personal, para lo cual elaboramos el PCA (Proyecto Comunitario Apostólico) y el PVP (Proyecto de Vida Personal).

Al comenzar la Segunda Etapa del Noviciado (1ª fase del Noviciado Canónico), desarrollamos más intensamente la Dimensión Espiritual, en la cual vivimos la 1ª y 2ª Semana de los EE. (la experiencia de la Misericordia, la Opción por Jesús y la Elección de estado de vida)

En la 3ª y 4ª Etapa del Noviciado, trabajamos más intensamente el Carisma, la Vida Religiosa y la fraternidad, lugar donde se verifica el proceso vivido. En esto son esenciales la experiencia de la 3ª y 4ª semana de EE y el noviciado apostólico vivido fuera de la comunidad del noviciado.

Los hermanos novicios ya han hecho su opción de vida, lo que les genera confianza en sí mismos; alegría por el llamado y la respuesta dada; un mayor deseo de vivir y servir desde la opción hecha; un profundo compromiso y sentido de pertenencia a la comunidad y a todo Betharram.

¿Cómo es involucrada la comunidad en el noviciado?
Creo que habría que reformular la pregunta, ya que entendemos a la comunidad como formadora, y por tanto todos estamos involucrados unos con otros, claro que cada uno desde su proceso y servicio. Es decir juntos realizamos nuestro PCA, lo dialogamos, lo evaluamos y lo vamos adaptando según sea necesario. Podríamos hacer así la pregunta: ¿Qué aporta cada hermano al proceso formativo de los novicios?

En primer lugar la vida compartida con las luces y sombras que cada uno tiene, ese es el mayor tesoro y de lo que más se aprende.

En segundo lugar cada uno tiene un servicio comunitario, uno apostólico y otro formativo, en ese orden los describo sucintamente:
- El Padre Paco: es el superior y padre de la casa, capellán y da clases sobre la Regla de Vida.
- El Padre Badie: es el patriarca y el abuelo de la casa, confesor y da clases sobre la Historia de Betharram, los compañeros de San Miguel y los primeros betharramitas.
- El Hno. Juan Pablo: es el ecónomo y hermano mayor, referente religioso en el Colegio San José de La Plata y da clases de Biblia (estas semanas el Kerygma en los evangelios, en sintonía con el tiempo litúrgico que vivimos y en preparación para la 3ª y 4ª semana de los EE)
- El Padre Daniel: es el maestro de novicios, vicario, y quien comparte encuentros formativos semanales y realiza el acompañamiento del proceso personal de los novicios.

En tercer lugar, hablemos del aporte de los novicios: El Hno. Sergio: enfermero-compañero del P Badie, catequista y vicentino (visita a las familias más pobres), y da clase de servicio silencioso; El Hno. Mariano: despensero-ayudante del ecónomo y hospedero, catequista y vicentino, y da clases de acogida al hermano que llama a la puerta.

Después de algunos años de experiencia como maestro de novicios, ¿cuáles son las principales dificultades que se van a alcanzar los objetivos que la Regla de vida propone?

Creo que la mayor dificultad para el seguimiento de Jesús, con todo lo que implica, está en querer seguirlo con todo lo que implica o querer buscarme y seguirme a mí mismo; es decir, es fundamental en el postulantado trabajar la dimensión humana; las motivaciones que están impulsando al joven que busca; propiciar y verificar el proceso de salir de la autoreferencialidad y ponerse tras las huellas de Otro... si esto está, puedo decir que sólo queda recorrer el camino, con todo lo que ello implica; si no está, no sólo se hace difícil, sino inviable. Es lo que dice San Miguel: “El amor es lo que mueve al hombre… el secreto resorte que hay que descubrir en los postulantes y novicios… si no está…” sabemos por experiencia como continúa la historia.

Daniel González scj