La Palabra del Superior General

Nuestra familia de Betharram, en todos los rincones de la tierra donde está presente, así como el Betharram del cielo, festejan con gran alegría la canonización de Sor María de Jesús Crucificado, la carmelita de velo blanco, la arabita, la “pequeña nada” como le gustaba llamarse.

El primer motivo de nuestra alegría es contemplar a Mariam participando de la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo por haber vivido el Evangelio. Este espectáculo prodigioso nos asegura además que es posible tomarse en serio el Evangelio y vivirlo sencilla y totalmente. En Mariam observamos que son vida aquéllas palabras del Evangelio: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra… por haber revelado estas cosas a los pequeños…”, “Bienaventurados los pobres…”, “El que se humilla será ensalzado…”, “el Reino de los cielos es como…la más pequeñas de las semillas, como un poco de levadura que toma una mujer y hace fermentar toda la masa, como un tesoro y como una perla”.

Mariam vivió casi como una fugitiva. Era una analfabeta, hermana de velo blanco, que no tenía la obligación del coro porque no era capaz de leer los salmos. Sus experiencias espirituales y sus cartas se las tenía que dictar a otra hermana para que lo pusiera por escrito. Y sin embargo era grande por sus experiencias del amor de Dios, que la hacía su confidente y su mediadora para manifestarlo a sus hermanas de comunidad. Ese Amor de Dios que llegó a experimentarlo, como su querida Madre Santa Teresa, con la transverberación de su corazón, que ocurrió en una de las ermitas del Carmelo de Pau, el 24 de mayo de 1868.

Experiencia del Amor de Dios que como en el Amado lleva consigo la experiencia de la cruz y del sufrimiento: humillaciones, incomprensibles, desprecios y la configuración con el esposo, Jesús Crucificado, en los dolores de los estigmas.

A pesar de ser “la pequeña nada”, tenía su lugar y autoridad moral en la comunidad. Por ejemplo, fue ella la que proyectó y dirigió las obras de la construcción del convento de Belén, donde cayó y se fracturó el brazo. Eso le traería primero la gangrena y luego la muerte el 26 de agosto de 1878, cuando sólo tenía 32 años. Es que como dice el poeta: “muere joven aquel a quien ama un Dios”. Influencia sobre su director espiritual, el P. Estrate y sobre la Fundadora Berta d’Atigaux, que después de la muerte de “la Petite” olvidaron un poco el Evangelio que Mariam les testimoniaba con su vida y con sus palabras. Influencia y admiración sobre la Madre Verónica de la Pasión, fundadora del Carmelo Apostólico a quien apreciaba mucho y con quien compartía sus experiencias espirituales.

Mariam quería mucho a nuestra familia de Betharram, se interesó siempre por ella, sufrió por ella e hizo por ella todo lo que pudo. En su actuación tenemos una prueba más de que nuestra Congregación tiene un origen carismático; como pensaba San Miguel Garicoits, era querida por Dios. Sufrió cuando en aquel sueño que tuvo la vio como un cantero de bellas flores ahogadas por una tela de araña que no las dejaba respirar. Ejerció su influencia sobre Mons. Lacroix para exigirle mandar la Regla de Vida de Betharram a Roma porque era el momento oportuno. Y allá fueron el P. Estrate y el sacerdote diocesano Don Bordachar, que sólo comprendieron bien su misión cuando fueron testigos de que todo sucedía fuera de los controles humanos. Y gracias a la sabiduría y a la audacia de “una arabita” analfabeta, la Congregación del Sagrado Corazón de Betharram es un Instituto de derecho pontificio. Para que haya vida humana, se necesita de un padre y de una madre. Nuestro padre es San Miguel Garicoits; nuestra madre, Santa Mariam Bouardy. ¡Gracias, Mariam, nunca seremos suficientemente agradecidos!

Mariam, “la arabita”, tenía también un alma misionera, que la expresó en su disponibilidad para fundar los caramelos de Mangalore, en la India, y el de Belén en Palestina. Formó parte del equipo que fue a Mangalore, para fundar un Carmelo y para comenzar la misión del Carmelo apostólico. En el Carmelo de Mangalore sufrió mucho por la envidia de sus hermanas que no la comprendían y obedeciendo a Mons. Efrén, obispo carmelita de Mangalore, tuvo que volver al Carmelo de Pau. Después se mostró disponible, con Madre Verónica de la Pasión, para hacer parte de la comunidad que tenía que fundar el Carmelo del Niño Jesús en la colina de David en Belén, donde quiso que los Betharramitas fueran los capellanes, así como en Nazaret en 1910. Fue nuestra madre Mariam quien, sin duda alguna habrá intervenido para la fundación de Betharram en Bangalore, Mangalore y Hojai, pues en los últimos años nos ha enriquecido el Señor con numerosas vocaciones, que encarnan el carisma de San Miguel Garicoits en la rica cultura de la India.

Y cuántos más gestos de cariño y distinción para Betharram. Gracias a Mariam se pudo vencer el gran obstáculo del Patriarca de Jerusalem, de la custodia de los Franciscanos, y hasta de la Congregación de Propaganda Fide para que una comunidad de Betharram pudiera estar en Tierra santa desde 1879. Todos dijeron no, pero el Papa León XIII dijo sí, porque “para Dios no hay nada imposible”

Y la presencia en estos dos lugares santos permitió que durante muchos años los betharramitas se formaran en la Tierra del Señor, los filósofos en Nazaret, los teólogos en Belén y que por esta presencia una comunidad de Betharramitas fuera llamada a dirigir el Seminario Patriarcal de Beit-Jala. Miriam, en aquel viaje que hizo Nazaret, se detuvo en el territorio de Amoás, y con ese olfato por las cosas de Dios que tienen las almas pobres, dijo que “allí es donde el Señor Jesús había partido el Pan con los dos discípulos”. Posteriores excavaciones y estudios arqueológicos encontraron los restos de un baptisterio del siglo III, una basílica bizantina y otra del tiempo de las Cruzadas, que prueban que para los antiguos era un lugar santo muy importante de peregrinaciones. La benefactora Berta D’Artigaux, compró un terreno para las carmelitas de Belén, con la idea de fundar otro Carmelo y un pequeño terreno para los Betharramitas, sus capellanes, que construyeron allí una casa.

De muchas maneras has mostrado lo que nos quieres, Mariam. También nosotros te queremos mucho porque eres el modelo de que el Evangelio de los pobres se puede vivir.. Te pedimos que protejas nuestras dos comunidades a la sombra de los dos Carmelos: en la de Belén, cuatro novicios africanos se preparan con su Maestro a vivir nuestro carisma; En la de Nazaret, un hermano árabe acompaña a una comunidad cristiana árabe y otro, venido de la India, estudia el hebreo para conocer mejor la Biblia y acompañar a los cristianos de lengua hebrea. Te pido como siempre que nos ayudes a vivir en la verdad y en el amor y a preservarnos de toda ilusión con la fuerza del Espíritu Santo.

El 17 de mayo de 2015, Año dedicado a la Vida Consagrada, estaremos acompañando al Papa Francisco que te proclamará Santa y con todo el Carmelo descalzo, que celebra el quinto centenario del nacimiento de vuestra Madre Santa Teresa, aplaudiremos y gritaremos, expresando nuestra alegría, que será como el eco de la gloria que vives en el cielo. Y vibraremos de emoción al ver tu imagen en la fachada de San Pedro junto a otras tres mujeres, María Alfonsina, palestina como tú, la francesa Emilie de Villeneuve, y la italiana María Cristina de la Inmaculada Concepción.

Gaspar Fernández Pérez, scj
Superior General