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P Andrea Antonini
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11/07/2016

Vida de la Congregación

Detrás de los pasos de San Miguel Garicoïts

Vida de la Congregación

Desde el 20 de junio, 13 jóvenes de Costa de Marfil, de África Central, de Argentina, de Paraguay, de la India y de Tailandia, se reunieron en Betharram para la sesión internacional de formación en ocasión de la profesión perpetua.

En los testimonios que pedimos a tres “representantes” de nuestras Regiones, podemos descubrir, además de sus primeras impresiones, el espíritu y la disposición interior que hacen que esta sesión no sea simplemente un viaje de descubrimientos sino una etapa importante en la formación inicial.

Juan Pablo García Martínez scj

Juan Pablo

En noviembre de 2016, poco antes de mi profesión perpetua como religioso betharramita, realicé los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, en la provincia de Cordoba (Argentina). Durante ese mes de intensa oración, seguí a Jesús, nuestro Señor, por los caminos de Belén, Nazaret, Samaria y Jerusalén, desde su concepción y nacimiento, hasta su muerte en Cruz y resurrección. ¿Como fue eso posible, sin abandonar, en ningún momento, mi país natal? Como enseña San Ignacio, “por los sentidos espirituales”, es decir, por la imaginación que, ayudada por el Espíritu, contempla los pasos de Jesucristo en la historia, desde la Encarnación del Verbo hasta el sepulcro e, incluso, hasta los días de hoy. Fue el mismo itinerario que, en su tiempo, realizó nuestro Padre Fundador, quien, hacia el final de sus Ejercicios, escuchó atentamente las palabras del jesuita Le Blanc: “Dios lo quiere mas que jesuita; tiene que seguir su primera inspiración, que creo parte del Cielo, y sera usted padre de una familia hermana de la nuestra”. Eran los albores de Betharram...

Han pasado mas de seis meses desde mis Ejercicios de treinta días y, nuevamente, me encuentro tras los pasos de nuestro santo fundador, que son también los pasos de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre y derretido en Amor, que Miguel conoció. Pero, esta vez, a los “sentidos espirituales” (todavía activos e indispensables) se suman los “sentidos corporales”, que captan y se deleitan con los colores, aromas, sonidos, sabores y texturas de los Pirineos franceses (los mismos que, desde pequeño, nutrieron a San Miguel Garicoits). Y, como en otros tiempos – el tiempo de Jesús y sus discípulos, primero; el de Miguel y los primeros betharramitas, después –, el camino no lo recorro solo, sino acompañado por betharramitas del mundo entero que, en el siglo XXI y desde la mas deslumbrante diversidad de culturas, entornos y personalidades, decidieron responder al llamado del Señor, reproduciendo el impulso generoso del Verbo y diciendo, como El al encarnarse: “Ecce venio”, “Huna ni”, “Me voici”, “Here I am”, “Eis-me aqui”, “Aquí estoy”...

Hasta el momento, ademas del monasterio y su santuario, donde, “entre cuatro paredes”, fue dada a luz nuestra Congregación, hemos visitado la tierra donde Miguel dio sus primeros pasos: Ibarre (su casa natal), Hosta (donde, a escondidas y en plena persecución pos revolucionaria, fue bautizado), los montes que sus padres atravesaron (también a escondidas y por la misma razón) para poder casarse en el seno de la Iglesia romana, Oneix (donde trabajó como sirviente y fue invadido por la ternura de Dios), Garris (lugar de su primera comunión, que recibó tras superar los amargos obstáculos jansenistas) y Saint-Palais (ciudad natal del P. Augusto Etchecopar, nuestro “segundo fundador”). Muchas cosas cambiaron – según nos cuenta la gente del lugar – entre los tiempos de Miguel y los nuestros. Pequeñas villas y ciudades, antes florecientes y llenas de vida, se presentan, a los ojos del viajero, algo despobladas, silenciosas y avejentadas. Aun así, allí permanece, para el visitante atento y disponible, el entorno que alimentó a San Miguel y del cual se valió el Espíritu para depositar, en su corazón, el carisma betharramita.

Resulta difícil elegir, entre las muchas mociones que suscita esta experiencia, algunas de las mas significativas. Pero es menester elegir y destaco, pues, dos vivencias que me marcaron de modo especial. En primer lugar, señaló la fuerte impresión que me causó Ibarre. Junto al exuberante verde de los montes, por cuyos senderos supo conducir Miguel, cual buen pastor, al ganado de los Garicoits, se destaca la sencillez del lugar. Es verdad que la actual soledad acentúa la sobriedad del lugar pero, aun así, es un paraje pequeño y recóndito (como la gruta de Belén, imagino), incluso mas que otras aldeas vecinas. La de San Miguel es, ademas, la ultima casa de Ibarre y es preciso aproximarse a ella para percibirla, oculta como esta, en medio de la enramada. Demás esta decir que no había entonces, como hoy, un cartel escrito en vasco, indicando la  dirección en que se encuentra la “casa natal de san Miguel Garicoits”. Un santo, por lo demás, hasta hoy marcado por la discreción y poco conocido – a no ser por los laicos y religiosos betharramitas y algunos mas. Esto me interpela, como religioso y como cristiano, al mismo tiempo que me permite vislumbrar el modus operandi del Espíritu, que, lejos de renegar de lo que somos y de lo que fuimos – mas aun, valiéndose precisamente de nuestro entorno y realidad – nos proyecta hacia el futuro, hacia lo que nos llama y espera que lleguemos a ser: en nuestro caso, betharramitas, es decir, gente sencilla, humana, encarnada y que, desde la discreción de su posición, sabe vivir la inmensidad de la caridad.  Tras la sobriedad de Ibarre, destaco, en segundo lugar, las impresiones que me dejo la granja de la familia Anghelu. Allí pude participar, al menos en parte y discretamente, del éxtasis de Oneix (solo un poste, ubicado en medio de su camino, lo hizo volver en si – contaba San Miguel –; tan grande fue el amor divino que en ese momento experimentó). Nos recibieron allí los dos últimos descendientes de los antiguos patrones de nuestro fundador, ambos hermanos, solteros y nonagenarios. Imposible no emocionarse profundamente al contemplar a la señora Angelu exclamar, con los brazos en alto, “En avant toujours”, y a su hermano que, apoyado en un bastón, sobre la gran piedra gris que franquea el acceso a la residencia, nos decía: “Por acá camino San Miguel; por eso, cuando llego el asfalto, no permití que cubrieran esta piedra”.

Estas son algunas de las mociones experimentadas en la tierra de San Miguel. Espero que ayuden a otros betharramitas a contemplar, con los “sentidos de la imaginación”, los orígenes de nuestro fundador, y a profundizar mas en el carisma que, a través de su humilde disponibilidad, recibimos del corazón de Dios.

Marie-Paulin Yarkai scj

Marie-Paulin

...Descubrí Betharram, lugar histórico e importante para nuestra familia religiosa, en una dinámica de agradecimiento, de alegría, pero también de profundización espiritual.

¡La primera impresión es de expresar mi alegría por ver mis sueños convertirse en realidad!

Hasta ahora siempre me habían hablado de Betharram, de su Santuario, de su espiritualidad. Yo mismo he hablado de Betharram a las personas durante encuentros, charlas, pero sin haber llegado nunca a conocer este bonito lugar de peregrinación.

Las misas celebradas en Garacotchea,casa natal de S. Miguel; en Garris, lugaren el que hizo su Primera Comunión; en Oneix… los momentos de oración personal y comunitaria, el encuentro con los religiosos betharramitas en misión, detrás de los pasos de San Miguel el tiempo del descubrimiento (pienso particularmente en la caminata por la montaña sobre la cual San Miguel quería tocar el cielo) me ayudaron a profundizar en la comprensión personal de San Miguel y de su espiritualidad. A lo largo de esta visita, conversamos sobre muchos temas, entre otros: la familia, la vocación, el bautismo del fundador. Estos temas acabaron llevándome a hacer una relectura personal de mi vida familiar, de mi bautismo y de mi vocación.

Traje conmigo altas expectativas. Pero algo para mí es particularmente importante: volver de esta peregrinación renovado y transformado. Que el Señor, por la intercesión de San Miguel, me ayude a crecer en este camino que él me preparó...

Xavier Vipin scj

Vipin

...Otro acontecimiento extraordinario fue el encuentro con la familia Anghelu en Oneix para escucharlos hablando de san Miguel. Fue realmente un paseo a lo largo de la avenida de los recuerdos. Según el P. Etcheberry, san Miguel estuvo en éxtasis durante su primera comunión en Saint-Palais. Por eso, fuimos bendecidos porque tuvimos la posibilidad de estar en ese lugar santo para la celebración de la misa dominical que fue seguida por una visita a la comunidad betharramita de Saint-Palais donde pudimos escuchar a nuestros religiosos ancianos hablando de la vida inspirada del P. Etchécopar.

Al final de la primera semana de esta sesión, me siento agradecido a Dios por la profundización entusiasta de la vida y de la espiritualidad de San Miguel y me acordé de que somos cuerpo y alma y que Dios realiza cosas increíbles por medio delos dos. ¡Cuántos años pasaron desde la muerte de San Miguel! Y, sin embargo tuve la posibilidad de encontrarlo, más vivo que nunca, y sé que todos estamos haciendo la misma experiencia. Este encuentro es único y me despierta muchas motivaciones y esperanzas.

Finalmente, espero y pido que el Espíritu Santo pueda ayudarme en la interiorización de lo que aprendí en la escuela de San Miguel y en la puesta en práctica de todo, desde ahora, en mi propia vida.

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