Los laicos y el carisma de Betharram

Quizás no hay receta, pero ganas y compromiso para que nazca el espíritu de familia, de fraternidad y de comunidad betharramita para los laicos, sí. Gabriela y Diego Cantón, viejos miembros del grupo FALABE de Argentina, nos cuentan su modo de ser laicos betharramitas.

El espacio laical comenzó a partir de las inquietudes y deseos de laicos y religiosos de crecer como cristianos y en la espiritualidad Betharramita. Siempre fuimos acompañados y orientados por los religiosos.

Nos reconocemos como “Familia de Laicos Betharramitas” porque el espíritu que queremos vivir es de fraternidad, como San Miguel quería, una familia.

Años atrás nos reuníamos 2 veces al año (media jornada) y participábamos del retiro anual a fines de octubre. Allí se compartían la vida, la oración y la formación.

Desde un principio contamos con el apoyo incondicional del P. Daniel Martín. Fue padre y maestro desde el comienzo. Supo trasmitirnos todo su experiencia y conocimientos. Miraba con esperanza y confianza el despertar de los laicos en el protagonismo que la Iglesia nos proponía. Insistía en la formación humana y cristiana de discípulos misioneros, incluso antes de Aparecida. Un apasionado para trasmitir y ayudarnos a encarnar el carisma de Betharram. Más tarde el P. Giancarlo Monzani se incorporó al equipo, continuando con la tarea de acompañarnos desde su originalidad.

La realidad del laico es compleja, lo que dificulta diseñar las propuestas pastorales. Los niños, los abuelos, los adolescentes, los horarios de trabajo/estudio y el respeto a los distintos niveles espirituales. Estas realidades son constitutivas y buscamos tenerlas en cuenta.

Comenzamos a organizar actividades para los pequeños, espacios para los adolescentes, momentos de meditación y contemplación individual (las cartas del P. Martín y las meditaciones mensuales del P. Gian Carlo) y momentos de encuentros grupales.

Con el equipo ampliado hemos comprendido que el contacto personal es más poderoso que la palabra escrita.

Creemos que lo que más esperan los laicos del retiro anual no es solo una temática sino sobre todo el encuentro. Por eso damos mucha importancia a la acogida, al diálogo, a la escucha de los problemas personales y un tiempo para el encuentro personal con Dios. Lo recreativo, el tiempo en la cocina (porque los participantes se encargan de cocinar) son momentos de mucha riqueza, donde al igual que en una familia cada uno aporta sus habilidades y las pone al servicio de la comunidad. Es gratificante ver como se comparten recetas de cocina, o se aconsejan sobre crianza de los chicos.

En el retiro, la teoría se vuelve práctica. No hablamos de hacer comunidad… vivimos en comunidad. No damos charlas sobre el servicio... lo ponemos en práctica.

El domingo, día consagrado a la Eucaristía y al asado, la participación se hace más numerosa porque abrimos el encuentro a todos los que no pudieron acompañarnos desde el principio, ya sean familiares, vecinos, amigos.

En este último tiempo, viajamos con el equipo a las distintas comunidades (ya que unas de otras distan a más de 400 km) y allí realizamos los encuentros con la participación de muchas más personas, con la expectativa que en cada comunidad se puedan organizar algunas reuniones mensuales, contando por supuesto con el asesoramiento que necesiten. Proponiendo los mismos principios de familiaridad que el retiro de octubre.

Un espacio que reúne y nos mantiene comunicados es en Facebook en el grupo FAMILIA DE LAICOS BETHARRAMITAS.

Como comunidad laical estamos apadrinando a jóvenes de la Misión de Santiago para que puedan realizar sus estudios terciarios en la ciudad.

Estamos probando como nueva actividad, en estos últimos dos años, la experiencia de compartir vacaciones en familia y en comunidad. La propuesta es convivir varias familias durante una o dos semanas, con la simple propuesta de compartir las comidas, repartirnos las tareas de la casa y hacer comunión de gastos.

Hablamos en nombre del equipo de animación. Nos hace feliz el hecho de estar al servicio de tantos hermanos que están queriendo vivir con más intensidad su bautismo. Cada encuentro con ellos es una fiesta. Cada palabra, cada gesto, cada agradecimiento ensancha el corazón. También la lucha por el día a día, la enfermedades, los sinsabores, al compartirlos, se vuelven más llevaderos. Es una alegría enorme que contagia y se multiplica cuando nos unirnos en cadena a través de la oración, confiando en la bendición de Dios.

Seguir creciendo en comunidad como equipo de laicos, si es posible incorporar a otros miembros... Continuar con las visitas a las comunidades favoreciendo el ámbito para que, en sus lugares, vayan formando comunidades de Jesús, al estilo de Vida Cristiana...Ofrecer acompañamiento personal y comunitario.

Queremos ser solo instrumentos en las manos del Buen Dios... Betharramitas que aman a Dios a la manera del Betharramita. Disponibles, anonadados, sumisos, alegres listos para salir a la primera señal.

Gabriela y Diego Canton