Enviados para la misión
del P. Gaspar Fernández Pérez scj, superior general, a todos los religiosos betharramitas
El cierre de este año jubilar de los 150 años de la Pascua de nuestro Padre San Miguel Garicoits, no es un final, sino la ocasión de renovar el mandato misionero de los orígenes para que Betharram pueda seguir realizando la misión que la Iglesia le ha confiado.
El proyecto que quiso San Miguel Garicoits sigue siendo válido. Desde 1835, la pequeña comunidad de algunos vascos y algunos bearneses ha ido extendiendo sus ramas en todo el mundo. Hoy se trata de una familia internacional, presente en 4 continentes y en 15 países.
Desde que en 1856, San Miguel Garicoits envió la primera comunidad a Argentina, los religiosos de Betharram han seguido respondiendo siempre a los llamados misioneros de la Iglesia universal y de las Iglesias locales.
¡Religiosos de Betharram de todas las comunidades betharramitas del mundo, yo quiero renovar hoy este mandato!:
¡Vivan con alegría el carisma de San Miguel Garicoits en comunidad! ¡Traten de procurar con todas sus fuerzas esa misma alegría para todos los hombres y mujeres, en el servicio, el testimonio y el anuncio de Jesucristo…! ¡En Europa,… En América latina,… En Tierra Santa,… En Africa,… En Asia y … Hasta en Vietnam…!
…para ser misioneros de la nueva evangelización…
…para llevar a todos a Jesucristo que es el origen y motivo de nuestra alegría!
Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo… Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida…, una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37) (E. G. 49).
Para manifestar nuestro deseo de continuar esta misión que inició San Miguel Garicoits con el pequeño grupo que tenía, unidos a los que se fueron como misioneros, en la historia de la Congregación y también hoy, digamos esta oración:
¡Cuánto me has amado, Dios mío
y cuánto has querido que yo te ame!
Me has creado,
me has conservado,
me sigues conservando a cada momento.
Me diste a tu Hijo
y me salvaste entregando a la muerte
más cruel a tu Hijo querido!
¡Cuánto has hecho para que yo te ame, Dios mío!
¡Cuánto has deseado y sigues deseando que yo te ame!…
Mi corazón está dispuesto,
no me niego a nada que pueda probarte mi amor.
¿Qué quieres que haga?
¡Aquí estoy!
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