Escuchando a San Miguel
“Sean misericordiosos como su Padre celeste es misericordioso” (Lc 6,36).
Nuestro Señor decía a sus discípulos: !No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; recibirán en su seno una medida generosa, bien llena, colmada y abundante; la misma medida que usarán con los demás será usada con ustedes” (Lc 6, 37-38).
Dos cosas se nos recomiendan en este evangelio: una que tenemos que hacer y otra que tenemos que evitar. La primera es la obligación de ser misericordiosos; la segunda es la prohibición de juzgar a los demás, sean quienes sean. ¡Es tan peligroso juzgar a los demás! Hay que evitar con mucho cuidado este pecado y vigilar sobre sí mismo, porque se nos medirá con la misma medida que habremos usado para los demás.
(M 502)
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