Vida de la Congregación
Una etapa de doce años
Después de dos mandatos al frente de la Congregación, P. Gaspar Fernández Pérez SCJ amablemente se ha prestado para hacer un balance de su experiencia como superior general: una mirada sobre los aspectos más destacados y experimentados, también personal, de estos doce años.
+
F V D
Me encanta mi heredad (Sal 16, 6)
Hace 12 años, en el momento previo a decir mi “sí, acepto”, no pude dejar de rezar con aquellas palabras de San Miguel que digo siempre en mi oración de la mañana: “¡Cuánto me has amado, Dios mío!…¿Pero quién soy yo? Reconozco y confieso mi nulidad, mi incapacidad y mi malicia,¡Aquí estoy, sin tardar, sin condiciones y sin vueltas! ¡Adelante! Conozco tu corazón y tú conoces el mío, Señor. Tu sabes que te quiero y eso basta. ¡Aquí estoy! Lo puedo todo porque no puedo nada. Sólo puedo fracasar en todo. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria”. (D.S. § 8)
En los doce años, he visitado cada Vicariato cuatro veces siendo testigo privilegiado de lo que el Señor va haciendo en cada religioso y de la misión de cada comunidad con cuyos religiosos, el Señor va haciendo conocer su nombre y su rostro y va promoviendo la dignidad de las personas con el Evangelio, la educación y la sanidad. También he sido testigo, incapaz muchas veces, de las resistencias de algunos hermanos para salir de la referencia a sí mismos. Esto a veces causó conflictos, enfrentamientos, humillaciones por defender la coherencia y la autenticidad de la vida consagrada betharramita.
Cada mes, me fui entregando en la reflexión de entrada de la NEF, “la Palabra del Superior General”. La intención no era otra que provocar en los hermanos la reflexión sobre su vida espiritual con la perspectiva del Carisma betharramita. Creo que no ha sido un trabajo inútil, porque sé que muchas comunidades, algunas de formación, usaban ese trabajo en la reunión mensual. Desgrané capítulo por capítulo en esta sección la Regla de Vida aprobada en 2012, para motivar a que tanto los religiosos como las comunidades la conozcan mejor para que puedan practicarla con pasión.
Convencido de que el fundamento de nuestra vida consagrada personal y comunitaria es el encuentro de cada uno de nosotros con la persona del Señor Jesús, que dio una nueva orientación a nuestra vida (DCE, 1), traté de inculcar en los Consejos de Congregación la metodología de la narratio fidei, para dar importancia al compartir la fe, lo que Dios va haciendo en la vida de cada uno de nosotros. Esto es lo que nos congregó y muchas voces tenemos dificultad en hablar de ello. Nos resulta más fácil hablar de futbol, de liturgia y hasta de teología, que de la presencia misteriosa de Dios entre nosotros. Tampoco esto ha sido inútil, me consta que en los Consejos regionales había siempre un momento de compartir la fe en torno a un texto del Evangelio, o un escrito de San Miguel. Esto ayudaba en el ejercicio del discernimiento para la toma de decisiones. Me consta que algunos Consejos de Vicariato y algunas comunidades entraron también en esta dinámica. En estos años, se ha ido afianzando la división de la Congregación en Regiones. No ha sido fácil aprender a respetar las competencias de unos y de otros. No ha sido fácil armonizar los roles de los Superiores regionales y de sus Vicarios regionales. A veces, se han dado luchas de poder, otras veces la amistad ha quitado objetividad en el análisis de las situaciones. A veces, el Vicario Regional no ha dado continuidad a lo que se ha decidido en una visita: el Superior Regional se va y se hace lo contrario de lo que se decidió. A veces, ha faltado comunicación entre el Superior regional y algún Vicario. A veces, el Vicario ha tomado medidas importantes sin consultar al Superior Regional. Muchas de estas dificultades se van superando si se respetan las competencias de cada uno y se trabaja aplicando la ley de la subsidiaridad con espíritu de fe y de servicio. La regionalización ha sido una buena oportunidad para evitar el aislamiento de cada Vicariato e ir creando una mayor unidad en la Congregación, en el respeto de las diversidades culturales. Un mayor conocimiento de la RdV. por parte de todos, Superiores, Vicarios y religiosos ayudará a dialogar y a regular nuestra vida y nuestro modo de relacionarnos desde nuestra identidad de consagrados betharramitas.
En estos doce años, las grandes alegrías han sido: los 80 religiosos que han hecho los votos perpetuos, las siete sesiones de formación para los votos perpetuos, la fundación de la comunidad de Ho Chi Min City, el trabajo de corrección tanto de la Regla de Vida como de la Ratio Formationis, las dos reuniones de Formadores en 2007 y en 2016, el encuentro de los religiosos-hermanos en 2013 en Betharram… Ha sido muy intenso el trabajo del Servicio de formación betharrramita y las energías empleadas en mejorar la formación, a pesar de algunos resultados negativos.
La cruz no ha faltado en mi vida de discípulo y misionero durante estos años. Constatar que algunos hermanos han perdido el entusiasmo del primer amor y no hacen nada por salir del engaño en que se han instalado. Constatar que algunos hermanos están más aferrados al dinero, al poder y al prestigio que a “Jesucristo anonadado y obediente”. La desobediencia sorda de algunos hermanos que sólo se escuchan a sí mismos y han perdido la sensibilidad para escuchar a Dios, a los hermanos y a los superiores, la dificultad para aceptar la vida fraterna en comunidad como esencial al estilo de vida que San Miguel Garicoits quiso para nosotros. Las desilusiones de los abandonos de religiosos en los que uno había puesto la confianza y grandes expectativas. Las expulsiones de la Congregación en las que me ha tocado intervenir… Lo que mas me duele es que algunos hermanos no sean de verdad lo que profesaron ser.
Y ahora la obediencia me pone en salida, me despoja de las seguridades que he ido adquiriendo en estos doce años y después de un año de formación permanente, la voz de los superiores me indicará la nueva misión. Estoy convencido de que esta vulnerabilidad es lo único que puede capacitarme para encontrarme con nuevas personas que colaborarán para enriquecerme más. No me hice betharramita para ser superior; nunca lo busqué, ahora vuelvo a ser con simplicidad el consagrado que siempre fui, desde donde seguiré amando esta Congregación que el Sagrado Corazón concibió y formó por medio de san Miguel Garicoits.
Después de 12 años, mi oración es un agradecimiento al Señor por lo que he vivido y se expresa con aquellas palabras del salmo 16,6 que dicen: “Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad”. Agradecimiento al Señor por lo poco que he hecho de significativo y original, lo hizo el Señor con mis buenas disposiciones. Agradecimiento también por lo que el Señor no pudo hacer con mis límites y pecados. Así no me lo puedo creer. ¡Quién me aguantaría si hubiera podido más! Tengo que confesar que he vivido la entrega que pedía mi servicio a la Congregación con serenidad, pasión y alegría. Desde hace dos años el cansancio ha hecho más pesada mi entrega, sin detenerme y esto es también motivo de agradecimiento.
Gaspar Fernández Pérez scj
Ávila (España), donde el nuevo Superior General concedió al P. Gaspar SCJ tomarse un año de descanso para poder seguir un curso de teología mística:
Acciones de Documento