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Thailandia Assemblea 1
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16/06/2016

Vida de la Congregación (1)

Nuevos profesos perpetuos

Vida de la Congregación (1)

Las regiones de Santa Maria de Jesús crucificado y de San Miguel Garicoits nos han compartido las lindas celebraciones y la alegría de toda la Congregación con la profesión perpetua de nuestros tres hermanos: Fr. Katé Dédé Constant (Vicariato de Costa de Marfil), Fr. Antony Siluvai e Fr. Jacob Biso Puliampally (Vicariato de la India). Ellos nos ofrecen ahora algunas líneas sobre sus primeros pasos en la Congregación, dando testimonio de la solemnidad y el entusiasmo de su compromiso.

H. KATE Dédé Constant, scj

Quiero dirigirme a ustedes, hermanos betharramitas, utilizando las palabras de San Pablo en la segunda carta a Timoteo: “Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre de Jesucristo Nuestro Señor” (2 Tim 2).Conocí a los religiosos de Betharram en Abidjan, en la casa de un tío mío que, desde 2004 pertenecía al grupo de los Laicos Betharramitas asociados Cuando estaba aún en el primer año de Preparación para el BTS (en agro-alimentar). En 2008, después de dos años de postulantado en comunidad y en el ciclo de filosofía en el Seminario Mayor Filosófico de Abadjin Koulé (Abidjan) fui admitido al noviciado. Hice la primera profesión el 28 de julio de 2010 en Abidjan (Adiapodoumé).

Después de la primera profesión inicié los cursos de teología en el centro de formación misionera de Abobo (Abidjan), cuatro años y un año de experiencia pastoral en el Hogar de niños de la calle en Abobo (Foyer Akwaba) en 2012 entre los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Después del BAC en Teología, hice un año de pasantía en el centro Tshanfeto (Adiapodoumé) como Coordinador pedagógico. Durante el año académico 2015-2016 fui enviado en misión a Dabakala para vivir en comunidad y entre el pueblo Djimini, el “Aquí Estoy” del Verbo Encarnado.

Y fue este año, después de diez años de formación espiritual, humana, religiosa, intelectual, social… cuando el Señor me hizo la gracia de llamarme a hacer la profesión perpetua por medio de mis Superiores en la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram.

Se trata de una experiencia, y fue la experiencia que hice con el Verbo Encarnado a través de San Miguel Garicoits, el apóstol del “Aquí Estoy”, lo que me inspiró a comprometerme definitivamente en mi Congregación. Descubrí la alegría que hay en darse a los demás, particularmente en la comunidad, en el Hogar Akwaba, con los niños de la calle, en Tshanfeto, con esos jóvenes analfabetos, con la familia, con mis padres, mis hermanos, mis hermanas, mis amigos y todos los hijos de Dios. Descubrí la alegría que se siente en sacrificarse por los demás por amor más que por cualquier otro motivo. La alegría que hay en en trabajo, en la misión, en la oración. Quisiera confiar mi ministerio a la Gracia de Dios. Y pido que su gracia para mí no sea nunca inútil (1 Cor 15,10). Aprendo siempre y continuo aprendiendo a ser humilde, fiel, manso y obediente. Por eso cuento con la oración de ustedes todos los días, para crecer cada vez más. Porque para mí, la vocación es un llamado Sagrado que tiene que ser cuidada con atención. Y la oración es el modo, por excelencia de cuidarla.

Muchas gracias también ustedes por su apoyo. Que Dios les devuelva cien veces más. Adelante siempre.

 

H. Jacob Biso Puliampally, scj

Después de haber concluido mis estudios, estaba decidiendo mi futuro, y conocí la Congregación betharramita, gracias al P. Paul Manavalan. Me había visitado y había hecho alguna alusión a la Congregación; hablé con el P. Biju Alappat y entré en el seminario en 2006. Después de completar mi formación inicial, entré al noviciado.

Fue en este período que conocí mejor la Congregación y comencé a amarla. Cuando hice mi primera profesión, decidí, con la ayuda de Dios, que esta sería mi vida y que la viviría fielmente.

Durante los cursos de teología y la sesión internacional vivida en Betharram, pude conocer más la Congregación.

Me gusta recordar y agradecer a algunas personas, como el P. Biju Paul Alappat, cuya preocupación por las vocaciones intuyó en mí; el P. Michael Tidkham, cuya disponibilidad admiro; el P. John Chan Kunu, cuya paciencia me conmovió; el P. Stervin, cuyo celo me empujó a ir siempre adelante y a vivir nuestra espiritualidad. Estoy muy agradecido a mis formadores.

Estoy contento de ser un miembro de nuestra Congregación y quisiera decir sólo una cosa de lo que aprendí de la vida de San Miguel y de todas las circunstancias que mencioné. Es Dios el que actúa y todo acontece según su plan y en su momento; hay que saber esperar el propio tiempo obedeciendo a los superiores.

Muchas gracias a todos los padres y hermanos. Sigan rezando por mí.

 

H. Antony Siluvai, scj

Desde chico deseé mucho ser sacerdote y cuando manifesté mi deseo a mis padres, en un primer momento se resistieron a aceptar.

Tuve la suerte de entrar en una escuela católica, en la que Dios me bendijo con un conocimiento correcto de Dios y de la vida de oración que me ayudó a profundizar en la vida espiritual. Con el tiempo, mi deseo de ser sacerdote crecía cada vez más y, completados los estudios, no conocía nada sobre los modos, los medios y no tenía ni idea de la vida religiosa.

En ese momento me encontré con el P. Livin de nuestra congregación. Sólo me dijo el nombre de la Congregación en la que entré en 2004.

Mi formación inicial me ayudó a conocer más la familia de Betharram que me hizo comprender que Dios me había colocado en el lugar correcto en Betharram, Después de la formación inicial, entré al noviciado, donde, por la providencia de Dios, experimenté cada vez más el amor fraterno en la familia de Betharram. Con esta experiencia hice mi primera profesión, que me dio alegría y me hizo sentir miembro de la familia. Finalmente, la profesión perpetua que acabo de hacer, confirmó mi deseo profundo de servir al Señor y me hizo experimentar una alegría sin limites.

Sinceramente, estoy muy agradecido a Dios y a todos mis formadores que me apoyaron en estos años de formación. Con una inmensa alegría y felicidad, estoy orgulloso de decir que soy miembro de la Congregación y, a través de ella, miembro de la Iglesia Universal.

Una cosa aprendí del Fundador, San Miguel: Dios tiene sus tiempos y sus proyectos que lleva a cumplimiento según su voluntad y nosotros estamos llamados a entregarnos a su voluntad.

Una vez más, de todo corazón agradezco a todos y a cada uno de los que me ayudaron a crecer en esta vida religiosa. Pido a todos los miembros de la Familia que recen por mí, para que permanezca leal y fiel a la Congregación y a la Santa Madre Iglesia.

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