La Palabra del Superior General

La puerta santa de la Basílica de San Pietro es cerrada. El ritual de cierre ha sido cumplido por Papa Francisco domingo 20 de noviembre, en la Solemnidad del Cristo Rey del universo.

El Papa Francisco con las reflexiones, las actividades y los gestos del Jubileo de la Misericordia que acabamos de vivir, nos ha ayudado a comprender que en el Evangelio y en la práctica de la vida cristiana, lo primero no es la norma, sino la acogida del hermano y su disculpa, como el Padre bueno ha hecho con cada uno de nosotros. Así se construye la fraternidad entre las personas y la solidaridad entre los pueblos. Esta misericordia se vive en primer lugar en la celebración de los sacramentos y en la acogida cordial de las personas en la actividad pastoral, en la catequesis, en los grupos. !Cómo habrán hecho fluir la misericordia los hermanos betharramitas empeñados en las parroquias, los santuarios o las capellanías: en la celebración de Bautismos, de la Eucaristía, de la reconciliación y en la visita y cuidado de los enfermos…!

De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior (MV.17)

Damos gracias a Dios por los dos hermanos nuestros misioneros de la Misericordia, en las diócesis de Chiang Mai y de Bayona, que han podido perdonar los pecados reservados a la Santa Sede.

Ha llegado para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón… para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos (MV.10).

La atención y el cuidado de nuestros ancianos y enfermos es la primera muestra de nuestra misericordia. Así se hace con dedicación en la residencia de ancianos de Betharram, en las comunidades de Albiate y Albavila, de Chiang Mai, de Olton, de Belo Horizonte, de Mendelu.

En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga…para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado (MV. 15).

Muchos hermanos nuestros se dedican a la pastoral educativa. Es obra de misericordia, enseñar al que no sabe, en los colegios de Betharram, Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Maepon (Thailandia). Y también allí, en el taller de costura de Ban Pong, donde las jóvenes aprende un oficio para abrirse camino en la vida. En Costa de Marfil, Campus de Dabakalá, granja pedagógica de Tsanfetó, donde se da una formación agrícola a los jóvenes. En el mismo sentido trabaja la Cáritas de Bouar (RAC), promoviendo el trabajo del campo con un banco de semillas, por ejemplo. En las 30 escuelas de aldea (Africa Central), en la India, el trabajo de capellanía de colegio de dos religiosos-hermanos de Inglaterra. Enseñar a los pobres en la escuela nocturna de Barracas, en los colegios de San Miguel Garicoits de Rosario y de Asunción. Un matrimonio de docentes ya jubilados del Vicariato de Inglaterra dedica tres meses, todos los años, a enseñar inglés a nuestros pre-postulantes de Chiang Mai. Recordamos aquí a todos nuestros hermanos empeñados en la catequesis en todos los ámbitos.

Para que seamos capaces de misericordia debemos… colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios… De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida (MV. 13).

Otros hermanos han practicado la misericordia visitando y cuidando a los enfermos en Monteporzio (it), Niem y Bouar (Africa Central); escuchando, acompañando y aliviando a los suficientes sociales por las adiciones en Paraguay; Los betharramitas capellanes de hospital asistiendo y consolando a los enfermos. Seis hermanos de la comunidad de formación de Adiapodoumé visitaron en el mes de junio a los menores del centro de detención y corrección (Maca) de Abidjan.

Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida (MV.2)

Hermanos nuestros de Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil acompañan grupos de jóvenes de la ciudad a hacer misión en el campo: compartiendo la fe y la alegría del Evangelio y realizando servicios con los pobres del interior.

La persona de Jesús es un amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia (MV. 8)

En Brasil los Obispos nos han sacado de tres parroquias que estaban bien organizadas. Esto no ha desanimado a los betharramitas, que han proyectado su misión a presencias más populares y donde todo está por hacer: Sabará, Setubinha (MG) y Serrinha (BA). En una de mis visitas pude comprobar el temor que tenía la gente de que hubiera ido a sacar a los religiosos. Están acostumbrados a los cambios permanentes de los sacerdotes, que no quieren quedar en esos lugares, alejados de la vida de las grandes ciudades. Hemos dejado la parroquia de los vascos en el centro de Montevideo por una misión en el Barrio López de Tacuarembó, donde todo está por hacer. Es la profecía betharramita, según las palabras de San Miguel Garicoits de “ir donde los demás no quieren”, respondiendo al pedido de los superiores.

La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora entre los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre… Donde quiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia (MV. 12)

El Papa Francisco ha puesto en evidencia de forma profética con su primera salida a Lampedusa el drama de los refugiados. La comunidad de Montemurlo ha acogido una familia de refugiados y la ha llevado consigo a la nueva parroquia de Pistoia. La comunidad de Monteporzio, recibe también refugiados de paso hacia Alemania o hacia América.

Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia (MV. 9)

Las acciones del Papa Francisco a través de su Limosnero con los pobres cercanos a San Pedro, han provocado un torrente de acciones misericordiosas también en Betharram. Lo más conocido han sido las duchas del Sagrado en la parroquia homónima de Buenos Aires. Un hermano nuestro ha servido en los comedores organizados por los franciscanos en Milán. Los hermanos de Roma colaboran en el servicio de un comedor para unas 120 personas, los lunes para la cena, y en un dormitorio que acoge a 20 personas sin techo en la Piazza del Popolo. Organiza esto el grupo carismático “Compañía de los amigos de Jesús, José y María” que se reúne para rezar en nuestra iglesia de Roma.

Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia (MV. 12)

También Betharram practica la misericordia en el cuidado de los niños. En Belén, los novicios visitan a los niños abandonados por sus familias y acogidos en dos hogares. En Bangalore, nuestros hermanos tienen un hogar para niños de la calle. La Casa del Niño de Adrogué (Argentina) acoge niños desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde para que las mamás puedan trabajar. El Centro de la Sagrada Familia de Ban Pong, acoge niños de la montaña para que puedan ir a la escuela del pueblo.

La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual El revela su amor, que es como el de un padre o una madre, que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo,… amor visceral (MV.6).

La mayoría de estas obras de misericordia que realizan los religiosos y laicos de Betharram a través del mundo no se limitan a este Año Jubilar, se hacían antes y se seguirán haciendo con la entrega de la vida. Son muchas las personas que participan de nuestras acciones misericordiosas con sus servicios voluntarios y sus aportes en dinero. Sin la colaboración de estos hermanos laicos no podríamos hacer muchos de los servicios que hacemos. El Señor no se olvida del vaso de agua dado a uno de sus pequeños. Por todo esto agradecemos y proclamamos a coro: !Cantaré eternamente las misericordias del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones! (Sal. 89,2).

Gaspar Fernández Pérez scj
Superior General