El Calvario de Betharram (11)

...En el mes de septiembre de 1916, el padre Maupas celebra en la capilla de Betharram los 300 años del Calvario con un discurso del que ahora proponemos la segunda parte. Septiembre1916... En plena Primera Guerra mundial...

Miren la cruz del Calvario de Jerusalén: cruz de dolores, de humillación, de vergüenza que parece aniquilar la obra de su víctima arrancándole el último suspiro.

Pero unos prodigios anuncian que algo cambió en ese patíbulo. Los fariseos se dan vuelta golpeándose el pecho, y algunos días después, se predica la cruz en las calles y en las plazas de Jerusalén.

Mírenla durante tres siglos de sangrientas persecuciones. Se escondía en las catacumbas. Sin embargo, el número de adoradores seguía creciendo y un día apareció en el cielo, a los ojos de Constantino que dará a la Iglesia la libertad de plantarla a la luz del día y de erigirle templos.

La herejía tratará de ensuciar su belleza negando las verdades de fe que en ella se resumen y son significadas. Pero, defendida por la Iglesia va a resplandecer con una claridad más deslumbrante. El cisma tratará de mutilarla, separando violentamente a los cristianos de su jefe. La muchedumbre de los cristianos se va a cuidar de esos apuros y las almas perdidas aspirarán a volver para descansar en el seno de la Iglesia, a los pies de la cruz.

Pueden hacerse escuchar de nuevo las blasfemias, los sarcasmos de los primeros tiempos, Algunos se avergonzarán de la cruz y huirán. Pero la cruz seguirá recibiendo homenajes públicos y extraordinarios de fidelidad, de adoración, de amor, como ese que venimos a rendirle hoy.

Esos triunfos externos no tienen que hacernos olvidar, sin embargo, los triunfos que la cruz cosecha en la intimidad de las almas.

Triunfo sobre los espíritus que, después de haber confiado en las luces de su orgullo, abandonaron felices los senderos de su error y volvieron a las lecciones de la cruz.

Triunfo sobre los corazones en los que el odio a Dios y el desprecio del bien habían acumulado tantas ruinas que parecían irreparables y que maravillaron al mundo con los excesos de su caridad.

Triunfo sobre las almas desesperadas que, en el día de la prueba, del peligro, del sufrimiento, sintieron la necesidad de mirar a la víctima del Calvario para pedir a su amor entregado: el consuelo, la fuerza que necesitaban y la esperanza inmortal de la que eran ávidas.

Esto es lo que les dice esta fiesta. Ella les habla de las victorias de la Cruz. Se la muestra erguida en todas las plazas, a veces perseguida, pero guiando siempre las almas con su luz.

Ella les dice:

Cristiano, espera en medio de los sufrimientos, de los duelos,, de las separaciones. Mira al Calvario y más arriba del Calvario. Las prueban te hacen ganar, como a Cristo, una eternidad de gloria.

Cristiano, sé fuerte en el combate. El divino crucificado no te abandona.

Cristiano, no te dejes amedrentar por la maldad de los hombres. La cruz está plantada sobre una roca que todo el infierno desatado no podría sacudir.

Padre Maupas
Misionero diocesano