Los laicos y el carisma de Betharram

Los miembros de la fraternidad Me Voici (Vicariato de Francia-España), como otros laicos betharramitas en el mundo, beben en la misma fuente que los religiosos de Betharram. Con ocasión de una reciente reunión del grupo, les hemos pedido que nos cuenten, nos describan de algún modo el sabor de esa fuente y lo que les aporta. No fue nada fácil, porque cada uno tenía que concentrarse en su propia historia, sus impresiones, sus reflexiones personales para conseguir formular una respuesta colectiva y sintética.

¿Qué te aporta la espiritualidad de San Miguel ?

- Me aporta un impulso, una respuesta que hay que dar a cada instante diciendo “Aquí estoy”. Me habla del rigor de la ternura, del entusiasmo de la obediencia, de abnegación en el amor.
- Me ayuda a mirar a Jesús, a dejar que habite en mí, a vivir en él.
- Me da un color, un matiz a mi vida, me aporta una gran serenidad.
- Es una abertura de espíritu que me hace agradecer el amor que Él tiene para cada persona; “Le agradó a Dios hacerse amar”.
- Es un amor presente en lo más íntimo de nuestra humanidad. No hay zonas ignoradas por el Padre y por el Hijo, todo lo que es humano para ellos es cercano.
- San Miguel es capaz de convencerme, de hacerme sentir seguro “Dios me amó tanto que le agradó hacerse amar por mí”: deslumbramiento y alegría nueva que ensancha mi corazón.
- Soy sensible al “momento”, a la encarnación, estar presente (lo mejor posible) al momento presente, a la persona, frente o al lado mío, a las pequeñas cosas que hay que hacer, no a regañadientes, al hecho de discernir cuando hay que decir “no” o “sí”.
- Recibí de Él un don de amor por aquellos y aquellas que no pueden más, de tantos sufrimientos.
- Hace algunos años, descubrí que tenía que meter en primer lugar el amor y no el miedo. Como dice nuestro Santo: “¿Tienes miedo de Dios? Arrójate en sus brazos”.
-- Los santos saben hablar al corazón: GRACIAS.

¿Cómo la vives?

En cada Padre Nuestro, “Hágase tu voluntad” me recuerda mi vinculación con la familia betharramita;
-- como una exigencia de apertura a los demás para compartir el mensaje de esperanza de Cristo;
-- como un ejemplo que seguir en su sencillez hecha de paciencia, de perseverancia, de bondad;
-- como un método de vida: en el compartir la alegría de ser hijos e hijas de Dios con otros cerca y lejos; en la búsqueda de la paz (“que en sus corazones tiernamente unidos al corazón de nuestro buen Maestro, todo sea calma y serenidad”); en actuar:

• con el silencio en nuestra vida “hay que parar ese torrente que arrastra lejos de Dios” ;
• con la escucha, la mirada, la lectura de la Palabra y de los libros de los hombres;
• con la aceptación de mis limitaciones, con mi confianza en Dios, como Abraham .

¿Cuáles son los lazos vividos entre los laicos de la Fraternidad?

- Los hermanos y hermanas no los elegimos sino que nos son dados como un regalo. Somos invitados a dejarnos amar y convertir por ellos.
- Hay una gran riqueza en nuestra diversidad: edad, historia personal, lugar y, sin embargo, una proximidad y un afecto realmente vividos. Los tiempos fuertes de retiros y de los fines de semana de julio, las fiestas en Betharram, en la casa San Miguel de Pau… alimentan nuestro camino de fe, el camino de nuestra vida.
- Fuerza de nuestro estatuto, cuando se hace el esfuerzo de leerlo.
- El Consejo de la Fraternidad ayuda a mantener juntos el rumbo, a ver máslejos, a no desparramarnos.
-- Viví como parásito en la Fraternidad, viniendo a picotear cuando me parecía mejor. Las trabas de desconfianza que yo mismo había puesto, poco a poco cayeron. Ahora estoy bien integrado.

...¿Y entre laicos y religiosos?

- Acogida sin reserva, recibir aliento de los religiosos, mansedumbre; San Miguel Garicoits, escuela de mansedumbre, de ternura. Amados, acogidos, escuchados y no juzgados, eso permite avanzar.
- Entre religiosos y laicos: enseñanzas compartidas, relación entre lo espiritual (la Palabra, los escritos de San Miguel, la historia de la Iglesia) y las realidades humanas (vida de pareja, soledad, desempleo, crisis migratoria…), el respeto por las reacciones de cada uno nos permite ayudarnos a ver con más claridad la complejidad de la situación que vivimos en esta tierra.
- Me gusta cuando podemos intercambiar sobre un texto, sobre la manera cómo cada uno lo entiende, lo siente; nos enriquecemos compartiendo nuestra manera de ver.
- El compartir acciones concretas y oración fortalece los lazos entre religiosos y laicos.
- Las fronteras fueron superadas en los encuentros internacionales: nos encontramos como hombres y mujeres de una misma tierra, hijos de Dios enriquecidos por San Miguel, superando nuestras fragilidades al repetir “Aquí estoy”. Los religiosos del Sagrado Corazón nos permiten compartir en vivo, cuando nos visitan en Francia, en la NEF, la evangelización “hasta los confines del mundo”.
- Una colaboración en cuestiones administrativas.
- Este año tuvimos la suerte de ayudar en el hospedaje Notre Dame, participar de la vida cotidiana de la comunidad (como en familia), marcada por momentos de oración en el oratorio, el conocimiento de esta vida de los religiosos, vida de oración y las diferentes tareas del Santuario, la acogida, siempre al servicio de la misión.