Los laicos y el carisma de Betharram

La colaboración entre los religiosos de Betharram y los laicos de la Asociación el Mosaico es sólida. No podríamos más hablar de la obra de la Casa Familia de Monteporzio (Italia) sin nombrarlos a ambos. Por medio de la Asociación, los laicos pudieron hacer un itinerario individual breve o más largo con los religiosos. Estuvieron a su lado en el testimonio de vida betharramita al servicio de los marginados.

Ya pasaron más de treinta años desde que encontré a los sacerdotes de “Villa del Pino”; con ellos compartí reflexiones, discusiones, participaciones en actividades e iniciativas de la parroquia y amistad y, cuando se cerró el Estudiantado se sintió mucho la falta de su presencia entre la gente.

Después, un día, en un encuentro en la Municipalidad de Monte Porzio, se anunció la apertura de una Casa Familia en Villa del Pino, destinada a recibir personas en HIV/SIDA; fue entonces que me enteré del nacimiento de la Asociación El Mosaico, por iniciativa del P. Mario Longoni y apoyada por un buen número de jóvenes que se interesaron por su proyecto de Casa Familia. Fue así como volví a Villa del Pino para saber más sobre el SIDA, pero también para entender el sentido de una nueva forma de voluntariado en nuestro país.

Eso fue en el marzo de hace veintitrés años; desde entonces comencé a participar con cierta regularidad de la vida de la Casa Familia y de las iniciativas de la Asociación como jornadas de estudio y profundización, promovidas para entrar en el corazón del problema y permitir una aproximación cada vez más motivada y consciente de una realidad compleja como ésta del SIDA. Fueron organizados Cursos de Formación para que los voluntarios estuvieran en condición de acercarse a personas con SIDA de la manera más oportuna.

La realidad de la Casa Familia fue, especialmente en los primeros años, muy dura; las terapias de esos años todavía no eran muy eficaces y, como consecuencia una u otra patología relacionadas con el SIDA se llevaba a nuestros chicos en poco tiempo. Para muchos voluntarios fue difícil  lidiar por mucho tiempo con la realidad de la muerte y de la ruptura de relaciones de amistad nacientes; muchos se alejaron. Pero algunos consideramos necesario mantener nuestro compromiso con la Asociación.

A lo largo de tantos años de colaboración también aprendimos a comprender el sentido y las razones de lo que se dice en el Estatuto de la Asociación, que asume la espiritualidad de San Miguel en la actividad de todos los días y que yo creo que puede ser fácilmente resumida en el testimonio que la comunidad de los Padres de Villa del Pino dio y continua dando con su compromiso a favor de las personas con SIDA. Este compromiso se traduce todos los días en gestos concretos de acogida de los últimos, sin distinción de religión o de condición social, sin juzgar o censurar comportamientos y opciones personales, sino optando por estar al lado de las personas, acompañándolas y atendiendo sus necesidades. Fue y es por todos nosotros un ejemplo luminoso porque pone en práctica exactamente al mandamiento evangélico de cercanía con los pobres y excluidos, lejos de los reflectores y de toda forma de auto-gratificación.

Antonio Vicari

La experiencia de Casa Familia, que de todos modos, está sometida al control de las Entidades competentes, tuvo dificultades provocadas por su crecimiento; las condiciones y las exigencias para ser reconocida por la Región Lacio provocaron no pocas dificultades burocráticas, administrativas y económicas que pusieron en crisis la estructura, en su funcionamiento y sustentabilidad económica. La Asociación El Mosaico asumió, junto con los Padres de la Comunidad y en estrecha relación con los Superiores, la búsqueda de soluciones adecuadas para dar continuidad a la obra y para asegurar su sustentabilidad. De esta manera se llegó a confiar a una Cooperativa la gestión de la Casa, que se está formalizando en estos días. El Mosaico, que dejó la gestión de la Casa, va a continuar con su actividad de voluntariado, prestando su ayuda para con los huéspedes para contribuir a mantener el espíritu y la atmósfera de familia que fueron el objetivo primero de su presencia en la Casa Familia.