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12/03/2015

El Cahier fondeville o Bétharrram desde 1790 (3)

De la muerte del P. Procope Lassalle De la primera comunidad reunida en torno a Miguel Garicoits

El Cahier fondeville o Bétharrram desde 1790 (3)

En 1820, Mons. d’Astros sucede a Mons. Loyson y funda el nuevo seminario menor de Saint-Pé. Hacia 1823, el P. Lasalle confía a Mons. d’Astros su proyecto de hacer que las chicas de la región reciban una educación religiosa a semejanza de la que los jóvenes recibían en St Pé y, para eso hacer venir a religiosas a Igon y a St Pé. En 1824, escribe a la casa madre de las Hijas de la Cruz en La Puye ofreciendo un local modesto en el pueblo de Igon. Seis meses después, la Buena Hermana llega a Bayona con personas destinadas a Igon. En el seminario menor de St-Pé, la filosofía es confiada al P. Miguel Garicoïts, recién ordenado. Betharram vive al ritmo del año escolar del Seminario Mayor. En 1831, Mons. d’Astros, transferido al Arzobispado de Toulouse, dejó el lugar a Mons. d’Arbou que toma posesión del Obispado de Bayona; Hace su primera visita a Betharram en 1831, en torno al mes de mayo y celebra una ordenación...

Dos meses después, el 3 de julio de 1831, Mons. Lasalle entregaba su hermosa alma a Dios; fue enterrado con solemne ceremonias fúnebres en el Calvario, en la capilla de la Resurrección. […] Betharram presentaba, ese día, un lindo espectáculo. Nuestra Señora, que había inspirado al difunto todas las obras de caridad que había fundado y la renovación de la devoción a su Santa Capilla, veía a sus pies un pueblo numeroso, agradecido por los beneficios recibidos del cielo por medio de ese buen sacerdote, rezando por su alma y acompañando sus restos mortales hasta la capilla de la Resurrección. […]

En 1833, […] los PP. Garicoits y Guimon se quedaron solos con uno pequeño grupo de seminaristas, grupo que fue llamado definitivamente a Bayona a fines de 1833 […] El P. Garicoits se quedó solo con el P. Guimon; se ocuparon del servicio de Betharram y de la dirección del convento de Igon, a la espera de que el Buen Dios les enviara ayudantes. La divina Providencia no se hizo esperar. En el correr del año, el P. Chirou de Pontacq, ex alumno de Betharram, se presentó para aumentar el número de los misioneros bearneses trasladados a Betharram. […] El P. Larrouy de Guiche, antes vicario de Pontacq y párroco de Osse, dejó la parroquia y fue admitido en la misma época. […] El año de 1835 vio llegar a Betharram al P. Perguilhem, antiguo colaborador del P. Guimon en las misiones […]. Al ver renacer la calma en Francia y formarse en Betharram el núcleo de los misioneros del Bearn, entregó su parroquia y retomó su primera vocación, interrumpida durante 5 años.

En el mes de julio del mismo año, El P. Fondeville que, en 1830 había sido destinado a atender la parroquia de Labatmale y en 1832 la parroquia de Asson, pidió y obtuvo la gracia de ser admitido nuevamente en el cuerpo de los misioneros del Bearn; no aportaba el don de una salud fuerte, pero esperaba del Buen Dios, por la mediación de María, el don precioso de la buena voluntad, para realizar el deseo de su madre que lo había consagrado a María desde su infancia.

En el mes de octubre de ese año de 1835, el personal de Betharram, integrado por los PP. Garicoits, Guimon, Perguilhem, Chirou y Larrouy y Fondeville quiso darse una regla para su santificación y mayor edificación. Fue adoptado el reglamento de la casa de los misioneros de Hasparren, sin otro preámbulo de noviciado que su buena voluntad de glorificar a Dios, salvar sus almas y santificar la población. Los miembros eligieron unánimemente al P. Garicoits como su Superior, le prometieron obediencia, pobreza, renovaron su voto de castidad y vaciaron en sus manos sus pequeñas bolsas. […]

Las Constituciones que siguieron no eran nuevas; llevaban la marca de la fuente de donde habían sido sacadas. El espíritu de las antiguas congregaciones y órdenes religiosas formaba su contenido; los reglamentos estaban calcados sobre las costumbres de los misioneros. No había obligación ni de coro ni de ministerios parroquiales, pero tenían que esforzarse para profundizar la sublimidad de su vocación y pedir a Dios un gran celo para la propia santificación y la santificación del prójimo.

De esos principios se deducía la necesidad de esforzarse en practicar la humildad, la caridad, la pobreza, la obediencia, cuidar la castidad, la mansedumbre, por medio de la modestia y la prudencia más severas. La práctica de la confesión semanal era recomendada. Había que levantarse a las 4hs.: meditación en común; cada uno tenía su hora para celebrar la Santa Misa; se desayunaba a las 8hs., almuerzo a Mediodía, cena a las 7,30 hs. y había que acostarse a las 9 hs. La recreación era desde las 12,45 hs. hasta las 14 hs; se rezaba el rosario en común; después de la cena, la recreación duraba hasta las 8,30 hs. El jueves, después de mediodía, paseo en común. Las comidas eran santificadas por una buena lectura. La lectura espiritual, la visita al Santísimo Sacramento eran también un punto de regla para cada día. Cuando los misioneros estaban reunidos, durante el verano, asistían a una clase de teología o a la repetición de las ceremonias de la misa.

Hasta 1838, los PP. Guimon, Chirou, Perguilhem y Larrouy, formaron dos grupos de misioneros que se distribuían las misiones que tenía que predicar […]. Más de 50 parroquias fueron evangelizadas en el Béarn, sin contar varios retiros que predicaron para las Primera Comuniones. La diócesis de Tarbes también fue beneficiada por sus trabajos: Argelès, Cauterets, Bordères y el seminario menor de Saint Pé no dejaban de llamar, cada año, al P. Perguilhem o al P. Guimon y muchas veces, a los dos juntos para que ellos mismos, o algún Religioso, predicaran el retiro a los alumnos . […]

En [1838] Mons. d’Arbou presentó su dimisión para entregar su diócesis de Bayona, demasiado exigente para sus enfermedades a Mons. François Lacroix, que había elegido como sucesor.

Simon Fondeville scj (1805-1872)

(continuará)

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