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12/03/2015

La Palabra del Superior General

Los ministerios de nuestra misión (4)

La Palabra del Superior General

El P. Gaspar Fernández Pérez con algunas religiosas en la fiesta de la “Patria Gaucha”, en Tacuarembó (Uruguay), nueva inserción misionera betharramita, en respuesta al llamado de un obispo.

 

En algunas realidades, nuestros jóvenes no entienden que no tengamos grandes instituciones que nos caractericen, como si fueran las instituciones la garantía de la identidad de nuestra espiritualidad y de nuestra misión. Por ejemplo en la india donde casi todas las congregaciones tienen grandes colegios, hospitales, etc.

Curiosamente, en mi último viaje a la India, en encontré con religiosas de una Congregación italiana, con inspiración carismática en el misterio de la Encarnación, como nosotros, a quien todos los expertos les aconsejaban que tenían que definir la originalidad de su misión. Me contaron las hermanas que se pasaron el último Capítulo general buscando esa originalidad y no la encontraron porque su misión puede ser realizada en cualquier ministerio. Y me alegré mucho.

La misma duda se planteó entre nosotros en la Comisión interprovincial de Bel Sito en 1968, encargada de preparar el Capítulo de renovación que pedía el Concilio Vaticano II y que se realizó en 1969. Esta comisión le planteó al P. Duvignau si Betharram tiene obras propias. La respuesta del P. Divignau fue la siguiente:

Parecería que sí… Con todo, se ve que estas obras (misiones, retiros, educación cristiana de la juventud) no son limitativas: No han sido asignadas a la Congregación sino en vista de las circunstancias y la situación concreta de la Iglesia de Francia… Más tarde se respondió al llamado de América (1856), sin saber exactamente qué obras nos serían pedidas… Lo mismo sucedió cuando León XIII nos pidió ir a Paraguay. De igual modo, cuando la Santa Sede nos ofreció una misión en China… Nuestra historia, pues, muestra que la Congregación está abierta a todas las necesidades de la Iglesia.

El pensamiento de San Miguel coincide con esto y no hay duda posible en este asunto: Según el P. Etchecopar, su primera inspiración abarcaba todo el programa del Sagrado Corazón de Jesús, “¡el sacerdote eterno, el Servidor del Padre celestial!”. Gustaba decir que las obras preferidas de la Congregación eran las obras que no querían los demás, cualesquiera fueran esas obras. Cada vez que exponía “las cosas substanciales de la sociedad” afirmaba con precisión que no había en principio ningún límite para las obras. La Congregación, explicaba no tenía otro fin sino el de formar hombres, capaces y prontos a partir, a la primera señal del obispo o del superior, para cumplir cualquier ministerio que les fuera confiado: un cuerpo volante escogido: idonei, expediti, expositi. (NEF 187 -188, agosto y septiembre 1968).

No tener obras propias quiere decir que la Congregación tiene razón de ser aunque no tenga ninguna de las obras actuales. También quiere decir que cualquier obra puede ser propia. E incluso, que las obras actuales también son propias si nos permiten vivir las exigencias y el estilo comunitario de nuestra vocación de Religiosos del Sagrado Corazón de Jesús. Hay que practicar el discernimiento personal y comunitario (RdV. 19).

Los ministerios más importantes en vida de San Miguel Garicoits fueron las misiones populares y la educación escolar. Pero el Fundador, a pedido del Obispo, encargó en 1851 al P. Vignau del servicio pastoral de la iglesia S. Luis Gonzaga de Pau, con la comunidad que irá asumiendo el servicio de capellanías, entre ellas la del Carmelo de Pau. También en 1851, pide a una comunidad, el P. Larrouy como Superior, encargarse del Santuario y de la parroquia de Sarrance. En 1862 una comunidad se hace cargo de la capellanía de las Siervas de María de Anglet. Lo mismo sucederá en América: misiones, colegio S. José (1858), iglesia San Juan Bautista con la capellanía de las Clarisas en Buenos Aires (1861), iglesia de la Inmaculada Concepción en Montevideo (1861), colegio más tarde (1867).

Con el P. Etchecopar y el P. Bourdenne sigue la misma política sobre todo en Francia. En América se desarrolla mucho la educación con la ambigüedad propia de las cosas humanas, haciendo mucho bien en la misión y generando “la grandeur” como estilo de vida, no siempre fundamentado en el Evangelio. El P. Chirou en 1875 y una comunidad en 1879 asegura el servicio de la capellanía del Carmelo de Belén.

A parte de Sarrance, San Miguel Garicoits no es muy partidario del ministerio parroquial como podemos leer en Corresp. T.II, c. 244, pag. 84-85, del 17/2/1860. También el P. Magendie, que dio un gran impulso a la educación en Buenos Aires, dirá: No me he hecho religioso para ser párroco. Sin embargo, en 1912 fue el primer párroco de Pereyra, en Barracas.

En 1909 se nos confía la parroquia de Droitwich. Desde esa fecha hasta 1964 en que se asume la parroquia de La Plata, la Congregación atiende 14 parroquias. A partir del Concilio las parroquias prevalecen sobre el resto de los ministerios en la Congregación. Se pensaba que era el ministerio pastoral más genuino. Hoy tenemos una mirada más crítica. Ha habido comunidades que han sido capaces de cultivar la identidad comunitaria y carismática en el servicio parroquial. En otros casos, el ministerio parroquial ha colaborado a descuidar la vida comunitaria y la identidad betharramita y a cultivar un estilo individual de la pastoral que no es proprio de nuestro estilo de vida de consagrados.
Hemos tenido comunidades dedicadas a la formación sacerdotal en seminarios diocesanos: Beit Jala 1932, San Juan de Cuyo (1936) y Rosario (1939). En este momento hay comunidades de Betharram dedicadas a obras sanitarias, cosa que es nueva en la Congregación: la residencia de ancianos de la “maison neuve” de Betharram, la Casa Familia de Monteporzio para acompañar enfermos de SIDA, el dispensario de Niem y el centro San Miguel Garicoits en Bouar, también para enfermos de Sida en Africa Central. No podemos olvidar la primera evangelización en América (1856), en China (1922), Tailandia (1952), Costa de Marfil (1959) y Africa Central (1986).

Lo importante es que en los diversos ministerios se lleve a cabo la misión. Esta consiste en que Jesús, el Verbo encarnado, sea conocido, amado, aceptado, seguido y anunciado por las personas que viven en torno nuestro. Esto tiene que hacerse por la atracción que provoca el testimonio de nuestra vida donada y la razón convincente que damos de nuestra esperanza. Esto no puede faltar en el colegio, ni en la parroquia, ni en la residencia de ancianos, ni en la misión ad gentes. ¡Cuidado, que a veces falta o no es lo más importante! Aunque decimos que es eso lo que hacemos, la gente ve otra cosa: la afirmación de nuestra personalidad mediante el autoritarismo, el negocio antes que la educación y la evangelización… El Papa nos dijo a los Superiores generales el 29 de noviembre de 2013, aunque no lo reprodujeron los medios: “¡No quiero que tengáis los colegios para ganar dinero!”.

Gaspar Fernández Pérez, scj
Superior General

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