La Regla vivida

Nuestra Regla de Vida es el camino escrito de todo betharramita. Por nuestra adhesión escrupulosa a cada uno de sus artículos, nos conduce con más seguridad a nuestra configuración con el Corazón Sagrado de Jesús. 
No obstante, a lo largo de este camino común, cada uno de nosotros dibuja su propio paisaje, según el contexto en el cual se encuentra, sus experiencias, sus encuentros y su propio carisma. La riqueza de nuestra Congregación es también en la variedad de estos paisajes, en los cuales cada uno de nosotros traduce sus esfuerzos y su alegría para vivir fielmente nuestra Regla.
Para este primer testimonio, sobre el artículo 82, nos dirigimos a P. Firmin Bourguinat que, en el mes de septiembre pasado, reunió la comunidad de Nazaret en Tierra Santa.

Article 82 - Cada día los sacerdotes celebran la misa y los demás religiosos participan activamente. Como sacramento del amor, signo de unidad, vínculo de caridad, la concelebración es siempre preferible. Cada comunidad se reúne regularmente para celebrar juntos la Eucaristía.

La Eucaristía celebrada en comunidad... Es el recuerdo, la actualización de la Cena del Señor ; Jesús con sus discípulos: “Hagan esto en conmemoración mía”. La comunidad celebra junta al Resucitado y lleva a la oración la misión que le es confiada.

Éstas son algunas experiencias de celebraciones comunitarias de la Eucaristía que viví:
- En parroquia, durante muchos años, nuestra comunidad de tres Sacerdotes tenía por costumbre concelebrar, durante nuestro encuentro mensual. Celebrábamos, tomándonos el tiempo, relacionando la Palabra de Dios con nuestro compromiso misionero. Estábamos atentos a la acción del Espíritu en nuestros hermanos que compartían sus vivencias con sus alegrías y dificultades. Lo que era más importante, en la Eucaristía, no era nuestra vida compartida, sino Cristo que venía a nosotros para asumir todo lo que era nuestra vida; su amor era fundamento de nuestra vida de consagrados. Celebrar también, como momento fuerte, el tiempo de reconciliación; Durante el día de encuentro no se puede compartir de verdad, darse cuenta de las expectativas de nuestros hermanos, sin cuestionarse a sí mismos y favorecer el abrirse más a los otros… La Eucaristía nos ayuda a vivir la verdad con Dios y con los hermanos…

- En la Casa de Reposo, en Betharram, la celebración comunitaria con 20 religiosos ancianos y enfermos en su mayoría, tenía un carácter más sencillo; la celebración pausada y recogida permitía a cada uno encontrar su espacio y sentir que toda la comunidad rezaba por cada uno de los participantes y por los que se quedaban en sus piezas por diferentes causas. La Eucaristía celebrada juntos nos acercaba en nuestra humanidad, nos unía en la oración y nos estimulaba a vivir más en fraternidad.

- Celebraciones comunitarias en el Vicariato, en las asambleas de vicariato… Ahí el acento es sobre la familia betharramita. Estas celebraciones hace que se encuentren hermanos ancianos o menos ancianos que vienen de horizontes diferentes… La Eucaristía nos acerca, nos manifiesta el amor del Padre en su Hijo, el Sagrado Corazón. No somos párrocos ni capellanes, somos hermanos de una misma familia que comparten el mismo Aquí estoy en el seguimiento de San Miguel. La Eucaristía en esos encuentros alimenta en nosotros el sentimiento de pertenencia a nuestra familia.

En Shefamar, el domingo, celebramos los tres juntos. Aquí el acento es más misionero:
- Es un país de mayoría musulmana y drusa. Con otros cristianos, participamos de sus fiestas en las que somos muy bien recibidos. Tratar de formar en nuestra ciudad una sola familia, tiene una evidente relación con la Eucaristía.
- Estamos en un contexto de violencia en el Medio Oriente; en nuestra Eucaristía rezamos de corazón por la paz y por los cristianos perseguidos, a nuestra puerta.
- La misa, claramente, es en árabe, en el país de Jesús, no lejos de Nazaret donde Jesús vivió la encarnación durante 30 años.
- Celebrar los tres juntos, al comienzo despertaba interrogantes en los cristianos acostumbrados a ver a un solo sacerdote; les explicamos que somos religiosos en comunidad, con diferentes ministerios en la parroquia, en Nazaret y en Haifa. Celebrar juntos en parroquia manifiesta también que nuestra vida tiene sus raíces en la Eucaristía.
- Estamos contentos de vivir esta Eucaristía juntos, no sólo para decir quiénes somos, sino para traer juntos en una misma celebración, la vida de la parroquia; Es un testimonio y, al mismo tiempo, un ofrecimiento a Dios de nuestra misión con el Pueblo de Dios.
- La misa se prolonga, cada vez con una taza de café en el gran diwan (sala); nos saludamos, intercambiamos, pasamos un lindo momento juntos; la Eucaristía produce allí, desde el primer momento, el primer fruto del encuentro espiritual eucarístico…

Concelebrar es dejar que el Señor nos invite a la misma Mesa, para dejar que él nos reciba y nos ame. Nos acercamos con nuestras pobrezas, pero también con las riquezas de nuestros encuentros y de nuestra vida compartida. La Iglesia nace y renace en la Eucaristía. “Sacaréis agua con gozo de la fuente de la salvación”.

Firmin Bourguinat scj