Los once vicariatos de la congregación (4)

Sus raíces

La presencia betharramita en Paraguay fue claramente favorecida por la expulsión de los religiosos de Francia en 1903, que puso a disposición de la nueva obra, el personal necesario; pero fue sobre todo fruto de la incansable voluntad del obispo de Asunción, Mons. Sinforiano Bogarín, decidido a establecer un Colegio católico, el primero en su país. La elección recayó en los Padres bayoneses de Buenos Aires. Después de mil aventuras, el colegio San José fue inaugurado el 1º de julio de 1904 con 15 alumnos. La primera comunidad estaba integrada por los padres Jean Baptiste Tounédou, Charles Sampay, Jean Lhoste, Alfred Bacqué y André Lousteau.
Durante mucho tiempo, el colegio San José fue la única obra betharramita paraguaya. En ella se destacaron eminentes profesores que dieron un impulso notable al desarrollo cultural del Paraguay. Se pueden recordar, entre otros, los padres Chenu y Eugène Suberbielle, superiores; el P. Lucien Cestac, apóstol de la devoción al Sagrado Corazón y del Apostolado de la Oración; el P. Joseph Saubatte, conocido por todos como Paí Sobá, que fue, por mucho tiempo, párroco del San José, fundador de la escuela San Miguel Garicoits; el P. Miguel Rigual, fundador en 1951, del seminario menor de la Congregación en Paraguay, que todos conocen como Colegio Apostólico; el P. César Alonso de las Heras, religioso eclético y de amplia cultura, autor de una historia del colegio San José.
En 1933 la capilla del colegio fue erigida en parroquia; en 1977 se abrió una nueva comunidad fuera de la capital, en Ciudad del Este, donde la Congregación se ocupó, primero, de una parroquia y después, desde 1979, de un nuevo colegio. Las obras del Paraguay, ya desde 1947, siempre fueron parte de la Provincia del Río de la Plata, junto con Argentina y Uruguay; en 1977 el país fue delegación provincial y, en 1983, se erigió la Vice-Provincia del Paraguay, asumiendo así plena autonomía. Esto favoreció el desarrollo de las obras , especialmente las de formación, con la fundación de las casas para novicios y escolásticos, en Puente Remanso y en Lambaré. Coincidentemente, se asumieron las nuevas parroquias de San Joaquín y de La Colmena.
La Congregación en Paraguay dio a la Iglesia dos obispos: monseñor Claudio Silvero Acosta, obispo de Coronel Oviedo y actualmente obispo auxiliar de Encarnación; y monseñor Ignacio Gogorza Izaguirre, obispo de Coronel Oviedo, de Ciudad del Este y actualmente obispo de Encarnación.
La nueva subdivisión administrativa de la Congregación llevó a la erección de la Región Padre Augusto Etchécopar, de la que hace parte el Vicariato del Paraguay, junto con los de Brasil y Argentina-Uruguay.

Roberto Cornara

Su Presente y su Futuro con el Padre Javier Irala scj, vicario regional

El Betharram paraguayo puede ciertamente considerarse bendecido. Hemos celebrado 110 años de aquel Aquí Estoy de los padres Sampay y Lhoste, los dos primeros betharramitas que el 21 de febrero 1904 se establecieron en tierra guaraní. Unos 5 años antes Mons. Bogarín, ciertamente uno de los más destacados Pastores que tuvo la Iglesia Paraguaya, en su visita ad límina, había presentado un pedido angustiante a su santidad León XIII: quisiera tener en Paraguay un colegio católico, “Porque la juventud de mi patria se está perdiendo”. La Voluntad de Dios quiso que fueran los religiosos de Betharram a recoger este enorme desafío, a pesar de contar con poco personal y en tiempos muy difícil para Francia….los años del destierro.
Al mirar el vasto campo de apostolado que se nos pide asumir en la actualidad, quizás debamos afirmar que somos muy pocos para una mies tan abundante. Somos 19 religiosos, algunos con problemas de salud, otros ya con edad avanzada, procurando cumplir la misión confiada en 5 importantes colegios (cerca de 6000 alumnos) y otras 5 parroquias, tres en zonas rurales y dos urbanas, todas con un desarrollo pastoral notable y exigente; contamos también con una casa de formación.
Ha de ser esta la principal fuente de bendiciones, hoy como hace 110 años: nuestra principal responsabilidad es decir Ecce Venio, con la misma entrega del Verbo Encarnado, por lo demás se encarga el Señor de la mies….y sí, también rezar y motivar para que haya más obreros que se asocien en esta hermosa viña.
La misión educativa ha sido y sigue siendo el principal campo apostólico que nos confía la Congregación y la misma Iglesia. La sociedad sigue teniendo en gran estima nuestra labor en los colegios, por los nombres famosos que salieron de sus aulas, a lo largo de tantos años, y también por el estilo de formación que nos ha siempre caracterizado: un perfil de buen católico y buen servidor de la Patria. Parece ser esta la explicación que justifica el constante crecimiento de nuestras obras, por más que atravesamos tiempos no fáciles, cuando varios otros colegios privados han cerrados sus puertas o se han visto fuertemente disminuidos. Gozamos de buena salud, buen nivel académico, un plantel docente capacitado y bastante abierto a la espiritualidad betharramita, total autofinanciación, incluso con interesantes fondos de garantía. En algunos colegios han surgido también vocaciones sacerdotales, algunos recién ordenados. La Iglesia nos pide que no abandonemos tan fértil campo de apostolado.
Nos han ayudado mucho, en los últimos años, los valiosos aportes que nos ofreció el Superior General, orientando la educación betharramita en la línea de los que fue la preocupación de San Miguel. El jubileo de los 150 años de su Pascua lo celebraremos, a nivel de colegios, el 12 de mayo en el imponente estadio León Coundou, con la participación de unos 3000 alumnos, profesores y personal administrativo de las 5 instituciones.

¿Qué nos prepara el futuro en el campo de la educación?
Mirando al Paraguay, según las estadísticas, el país más joven de América del Sur, con 70% de población menor de 30 años, podemos suponer que habrá posibilidad de misión en los colegios por largo rato. Por parte nuestra vemos la necesidad de que más religiosos jóvenes se vayan preparando para asumir esta misión, que sigue tan desafiante y quizás aún más que hace 110 años: la juventud de nuestra Patria se está perdiendo, decía mons. Bogarín; con tanta difusión del alcohol, la droga y la delincuencia en el mundo juvenil, seguimos con la misma constatación….Desde hace algún tiempo la Congregación pide que los religiosos concentremos nuestras fuerzas en la dirección y acompañamiento pastoral de la comunidad educativa, delegando a los laicos la dirección académica y administrativa. Esta decisión ha fortalecido ciertamente la cooperación entre religiosos y laicos. Los padres de familia reconocen que ha mejorado notablemente también el acompañamiento espiritual a los niños y jóvenes: el campo está abierto, una tierra fértil, que sólo necesita de sembradores con el mismo Corazón de Cristo.
Otra misión importante que la Iglesia nos confía es la pastoral parroquial. Antiguamente los religiosos se tomaban semanas enteras, saliendo hacia el interior para misionar o acompañando parroquias vecinas que tenían insuficiente atención pastoral. De a poco, a pedido de los Obispos, fuimos asumiendo parroquias. Como decía, cuidamos de 3 zonas rurales y dos urbanas, además de 3 iglesias, ligadas a los colegios.
El trabajo pastoral en la parroquia es muy importante, desde varios puntos de vista. Generalmente cada parroquia se subdivide en capillas o comunidades, con su propia organización, como la catequesis y los diferentes servicios pastorales. Eso facilita que un gran número de laicos se vayan formando y colaborando muy de cerca con los sacerdotes. El Párroco, al recorrer semanal o quincenalmente cada comunidad, tiene un contacto cercano con prácticamente todas las familias de la extensa zona parroquial. La participación de los fieles suele ser bastante numerosa, viva y juvenil. Esto explica, en parte, porque la Iglesia es considerada la organización con mayor influencia social y, naturalmente, moral en nuestro País.
De las parroquias surge el mayor número de candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa. Una buena pastoral vocacional consigue siempre abundantes respuestas. Lo que resulta difícil conseguir es una formación adecuada, que tenga presente la situación personal de cada candidato y pueda asegurar una mayor perseverancia frente a los compromisos asumidos.
¿Hay futuro en este tipo de apostolado? Ciertamente sí, los Obispos nos seguirán pidiendo, hay todavía muchas zonas desatendidas, tanto rurales y más todavía suburbanas. El riesgo siempre latente es que el religioso se confunde prácticamente con el diocesano, más todavía cuando no se consigue establecer una vida comunitaria….teniendo presente también que la gente común no diferencia entre sacerdote religioso o diocesano, en sus parroquias.

¿Qué otros desafíos o campos de misión se presentan a nuestro Vicariato?
En nuestras reuniones y asambleas hablamos frecuentemente de la necesidad de responder a algunas de las tantas necesidades sociales de la población. Paraguay cuenta todavía con un 40% de población en la faja de la pobreza y ciertamente abundan las “nuevas pobrezas”: campesinos sin tierra, gente sin techo, dependientes del alcohol y de la droga, delincuencia, etc. Nos preguntamos frecuentemente si no podríamos dar mayores respuestas, destinar más recursos, locales, personas, para que estas “periferias existenciales” sean atendidas. En Ciudad del Este ha comenzado un proyecto interesante de atención-prevención al mundo de la droga, liderado por el p. Fulgencio. Se ha constituido una Asociación de voluntarios, denominada PAPETRA (Pastoral, prevención, tratamiento de las adicciones).
Mayores respuestas a los hermanos más necesitados: tendrá que ser ciertamente una de las principales prioridades en el futuro próximo de nuestro Vicariato.