Vida de la Congregación (2)

El agua es un elemento común entre la Virgen del Ramo Hermoso y la de los Milagros. Son muchas las gracias que la Virgen concedió en su santuario, al borde del Gave, en Betharram y en la iglesia de la Piazza del Popolo, en Roma, a pocos pasos del Tíber.

A la Virgen, le gusta reunir a los Betharramitas a lo largo de los ríos. Eso es lo que podríamos decir por los “milagros” gemelos acontecidos en Betharram y … en Roma.

Es el río de la historia que nos lo recuerda. En Roma fue el 20 de junio de 1525: un niño de siete años cae en el Tíber, en Roma, y la corriente lo arrastra. La madre está desesperada: ¿Quién podrá salvarlos? Cerca de allí, en la orilla del río, hay una imagen de la Virgen María y es a ella que la madre angustiada se dirige. El niño se salva y declara haber siempre sentido una mano que le mantenía la cabeza fuera del agua: la Virgen Maria lo salvó impidiendo que se ahogara. La gente acude numerosa y ya al final de ese año se construye una pequeña capilla cerca del Tíber para honrar a Santa Maria de los Milagros. Más tarde, en 1679, la imagen milagrosa fue trasladada a la Iglesia de “Piazza del Popolo” de donde su nombre.

En 1914, hace 100 años, fueron los Padres Betharramitas que recibieron del Papa Pío X el cuidado pastoral de este santuario Mariano, tan cercano a sus orígenes. Los Padres llegarán el año siguiente, 1915. Una vez más es la Blanca Señora que los cuida y los acompaña en su misión, esta vez en Roma, después que fueron desalojados de la Iglesia de los Santos Ángeles Custodios, demolida para dar lugar a la construcción de una galería, a poca distancia de “vía del Tritone”.

Este año, la comunidad betharramita de Roma, con los hermanos de la casa general, abrió las celebraciones del centenario de la presencia en anta María de los Milagros, con una misa solemne que se concluyó con la oración de súplica a la Virgen Santa para que continue guiando y protegiendo el camino de nuestra historia de salvación.

La historia común entre la Virgen de Betharram y la “dei Miracoli”, nos hace invocar a la Virgen como “aquella que salva de las aguas”. Podría parecer nada más que una linda historia, pero escuchando las circunstancias de la vida de quien pasa por el Santuario de Roma, nos damos cuenta de que son muchos los “ríos” en los cuales la vida y la esperanza corren el riesgo de “ahogarse”. De manera que la Virgen se transforma en puerto para quien está en búsqueda de una renovada esperanza para poder caminar. En la época del Renacimiento, la Iglesia estaba próxima a la puerta norte de la ciudad de Roma, de manera que, para recibir a los peregrinos de la “via francigena”, estaba ella, la Virgen de los Milagros, puerto seguro después de un largo camino lleno de peligros. En nuestra historia, fue la Virgen de los Milagros quien nos recibió, después del desalojo de la Iglesia de los Ángeles Custodios. La Virgen nos ofrece un abrigo seguro aún hoy, a pesar del ruido de una plaza tan llena de turistas, de conciertos, de “ríos” de gente que va y viene todos los días, en los que cada uno es extraño para los demás, uno entre muchos, uno en una masa. La Virgen abrió los brazos maternales también para dos grupos que aquí se encuentran regularmente: el grupo carismático “Compañía de los Amigos de Jesús, José y María” y los miembros de la “Asociación familias separadas cristianas”.

Celebrar y rezar a “Aquella que salva de las aguas” es, para nosotros hoy, reconocer esta deuda de acogida que tenemos hacia María, bajo cuja protección nos salvamos de ahogar, que nos da un motivo de esperanza en el Señor Jesús, que es el “Ramo Hermoso” al cual nos agarramos para salvarnos, el Aire que nos permite no ahogarnos, sino permanecer con vida.

Fieles a esta deuda de acogida, la misión de la comunidad de Betharram en Roma, es la de prolongar el gesto de salvación de María, con la oración, la acogida de todo el que entre, habitual u ocasionalmente, por la puerta de este santuario para pedir el sacramento del perdón, para dirigir su oración al Señor Jesús o, mas sencillamente, en búsqueda de alguien dispuesto a escuchar su historia. La iglesia, de esta manera, continua aún hoy, fiel a su vocación de lugar abierto al fiar del mundo, puerto seguro en el que María nos enseña la acogida y nos lleva a la salvación. Es en este espíritu de servicio y de gratitud que nos preparamos a celebrar, el 20 de junio de 2015, el 490º aniversario del milagro y el centenario de la presencia betharramita.

Simone Panzeri scj