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P Andrea Antonini
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14/10/2016

Los laicos y el carisma de Betharram

A los padres del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram

Los laicos y el carisma de Betharram

Después de tres décadas ha sido devuelta la unidad pastoral de Montemurlo a la Diócesis de Pistoia. Falta de personal, necesidad de reorganizar nuestra presencia para asegurar una vida religiosa significativa... Éstos son los motivos principales que han llevado a la decisión de cerrar una comunidad que, desde el 1980, les ha propuesto a los feligreses una vida pastoral con la huella de nuestra espiritualidad y hecho conocer nuestro san y sus virtudes.

Hay un Sueño, nacido hace 36 años atrás, cuando hombres de buena voluntad decidieron quedarse aquí, en Montemurlo. Una mañana, bajo la tierra húmeda de nuestra casa, escondieron una semilla que comenzó en seguida a crecer.

Esta es la historia de un último Sueño…Treinta y sei años, ¿se dan cuenta? No es sólo tiempo que pasa, son una multitud de vidas que conocieron: personas que nacieron y que crecieron con ustedes, personas que, gracias a ustedes se encontraron y, a lo mejor, se casaron, personas que tuvieron hijos que ustedes bautizaron, personas que, con ustedes, pasaron por momentos de felicidad y de dolor personas que murieron y después también renacieron. La fe muchas veces se encuentra con momentos difíciles, casi incomprensibles y Dios también parece callar, parece que se esconde, y tú no encuentras las respuestas que buscas. ¿Se acuerdan de que hace poco hablaba de una semilla? Volvamos a eso.

Madre Teresa tenía la costumbre de llamar a Jesús de Ausente, justamente porque callaba y se escondía, y es así: Dios se esconde, pero ¿dónde? Yo creo que lo descubrí… desde que siendo poco más que una niña pude, poco a poco, con el pasar de los años darme cuenta de un pequeño gran milagro: Dios se escondió dentro de sus ojos, en sus manos, en sus pies, habitó en su Aquí estoy, en aquel Sí valiente que san Miguel en primer lugar supo pronunciar sin miedo. Gracias a sus palabras y sus ejemplos, yo pude disfrutar lo más precioso que se puede obtener como don, de la fe: Experimenté la Vida como un camino nuestro ser peregrinos hambrientos de la Belleza de Dios. Entendí que la vida es una pasión: hay que cultivar y cuidar todos los días cada uno de sus aspectos, desde los cimientos hasta la última ventanilla del alma.

Aprendi que la vida es comunidad: Compartir alegrías y dolores, pensamientos, expectativas, deseos, dificultades e incomprensibles. Me di cuenta, con gran sorpresa que la Vida es amistad: en estos últimos años no encontré sólo sacerdotes enviados aquí al servicio de nuestras parroquias, encontré amigos. Aprendí que seguir a Jesús significa alegría, porque la alegría es lo que se recibe cuando uno abre el corazón a Cristo. La figura de San Miguel que tanto buscaron darnos a conocer, entró en nuestras historias cotidianas como un compañero de fe, un ejemplo humilde y sencillo a seguir. Su rostro es un rostro familiar, no es solamente un santo sino que se hizo un santo-amigo, una presencia especial en el corazón de cada uno de nosotros. Se hizo familiar también el paso de los años aquí, juntos: nos volvimos una familia. La identidad que plasmaba nuestra comunidad se revistió, con el tiempo, de la energía del carisma y del reflejo del espíritu de servicio de ustedes. Juntos tomamos forma, como un dibujo que fue tomando color, que Dios había puesto en sus manos y que cada uno de ustedes había logrado realizar. Uno después de otro, pasaron por nuestras parroquias y contribuyeron a agregar una parte en éste ícono precioso que, al final, acabó siendo nuestra Unidad Pastoral. Generaciones enteras crecidas con la incansable presencia de los padres, siempre dispuestos a guiarnos en cada etapa de la vida.

Finalmente, quisiera expresar un agradecimiento especial a cuatro personas que me guiaron a lo largo de mi recorrido de crecimiento: agradezco al P. Alessandro, mi primer ‘Don’ que conocí cuando era niña y gracias al cual tengo recuerdos de infancia muy lindos, como los campamentos en el Abetone, los encuentros sobre la vida, sobre el viaje, sobre la meta, junto con la Hna Ana, las representaciones y las largas caminadas por la montaña. Yo estaba en quinto de primaria, cuando una mañana entraste en clase diciendo: “Se quiere ver la Cumbre y en la Cumbre se fija la mirada”: es gracias a esta frase que hoy puedo decir que ya no me siento vagabunda, sino peregrina. Agradezco al P. Pietro por su fuerza, sus consejos, sus tirones de oreja cuando los necesitaba. Gracias porque cada una de las palabras que pronunciaste fue un empujón cada vez más fuerte hacia el abrirme plenamente a Dios. Por último, quiero agradecer a dos amigos: agradezco al padre Mauricio por su carisma incansable, por todo lo que llevó a cabo con dedicación y amor en nuestra Unidad Pastoral, por su cercanía a los jóvenes, a los cuales siempre reservó un lugar especial en su corazón. Le agradezco su grande ganas de hacer y todo lo que nos ha dado. Agradezco al padre Simone, un guía espiritual, un amigo y una presencia constante entre nosotros, los jóvenes. Le agradezco que nos haya ayudado a levantarnos en los momentos difíciles, que haya tenido esa admirable capacidad de involucrarnos en encuentros de formación y de oración, acompañándonos en experiencias únicas, como las Jornadas Mundiales de la Juventud, el Camino de Santiago, el fin de año en Roma, los retiros espirituales, los conciertos meditaciones, las largas y lindas conversaciones llenas de alegría. Gracias por haberte acercado a jóvenes de todas las edades y por habernos dedicado con pasión tu tiempo.

Pero quiero agradecer a cada uno de ustedes, del primero al último los llevo a todos en mi corazón y para todos recuerdo una imagen linda y alegre. Los confío con mucho afecto a la ternura infinita de la Virgen para que pueda acompañarlos en la continuación de su misión y para que en ustedes no falte nunca ese Aquí estoy, la semilla sin la cual todo esto nunca hubiera sido posible. Sé que siempre estaremos cerca en la oración y en la amistad. Como antes, y más que antes: siempre adelante, hacia el Cielo. Gracias por ese Sueño.

“Si el grano de trigo caído en tierra no muere, permanece solo; pero si muere, da mucho fruto.”

Alessandra Corti

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