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P Andrea Antonini
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14/10/2016

La Regla vivida

Formación permanente: un camino de conversión

La Regla vivida

Los monjes de la Orden de San Benedicto hacen solo dos votos: Estabilidad y Conversión. Estabilidad significa que serán fieles a la Regla de San Benedicto en un monasterio particular. Conversión quiere decir que no dejarán nunca de tender a la santidad, aprendiendo de sus errores y creciendo en sabiduría. Por eso, Conversión es la palabra más apta para describir el camino betharramita de la formación permanente.

Artículo 171. Esta formación es necesaria a lo largo de toda la vida. Cada uno es el agente principal de esta formación. Ella permite progresar en la vida espiritual, encarar los problemas personales y los de nuestro tiempo en actitud de conversión constante al Evangelio, y favorece la renovación en las actividades apostólicas.

Ya están lejos los tiempos en que se pensaba que la formación terminaba con los votos perpetuos. Toda la historia de nuestra vida es un proceso de formación, aprender de los errores, adquirir sabiduría, conocimientos, y profundizar nuestro amor por el carisma de San Miguel. Los padres fundadores de nuestra ex Vice-Provincia de Inglaterra que todos recordamos con mucho cariño… el P. Jack Waddoups … el P. Frank Dutton … el P. Percy Collier … todos se consideraban ‘en formación’ hasta el final de su vida.

Para los jóvenes religiosos en los años inmediatamente después de los votos perpetuos, la formación permanente es un período entusiasmante, en el que hay que adquirir nuevas competencias litúrgicas, aprender nuevos ministerios y enfrentar nuevos desafíos misioneros. Estoy lleno de admiración por nuestros jóvenes hermanos de India y de Tailandia, cuando los veo a la altura de los desafíos que los esperan asumiendo con tanta pasión las nuevas tareas que se les confían, a menudo teniendo que aprender una nueva lengua y que sumergirse en una cultura distinta. El ejemplo de los jóvenes tailandeses que fueron como misioneros a la India, a Vietnam, o a Europa ha sido fuente de inspiración como lo fue el ejemplo de los jóvenes de India que fueron como misioneros a Vietnam, a Israel y a Europa. Al ser la India un país tan grande, el ir al estado de Assam con todas sus tribus o lenguas fue como ir a la aventura en otro país. En cada vicariato, los nuevos superiores aceptaron su tarea con generosidad. En sí, ésto ya es un tipo de formación. En el pasado, cuando las comunidades eran muy grandes, únicamente alrededor del 20% de los religiosos llegaban a ser superiores. Hoy, con comunidades más pequeñas, tarde o temprano alrededor del 80% de los religiosos asumen el servicio de Superiores de comunidad. A los Superiores hay que reconocerle el mérito de haber priorizado la vida comunitaria en sus residencias, la oración comunitaria, la caja común, la misión común, el compartir experiencias. A nivel de vicariatos hay encuentros regulares de oración y de compartir. En Tailandia se encuentran cada dos meses en Chiang Mai. En la India se encuentran casi todos los meses en Shobhana Shaakha, y en Inglaterra 5 veces al año, en Nympsfield.

En todos los vicariatos, las diócesis aprecian el trabajo que llevamos adelante; a menudo aceptamos trabajos que los sacerdotes diocesanos se resistían a asumir. Pero todavía nos da trabajo convencer a los Obispos a que no fragmenten nuestras comunidades. Esta presión puede venir de la decisión de un obispo de dividir en dos parroquias de una misión betharramita que iba bien, o por un decreto diocesano que asigna un salario sólo a un sacerdote de la comunidad.

Nuestra Regla de Vida, en los §§ 171-175 nos anima a la formación permanente y da a los superiores y a su consejo el rol de vigilar para que estas orientaciones sean vividas en la práctica. En los tres vicariatos hay programas de formación permanente nacionales o diocesanos, para sacerdotes o religiosos y, especialmente nuestros hermanos de Tailandia, los aprovecharon. La iglesia en la India, con su número grande de miembros, ofrece una variedad muy amplia de programas, que atraen participantes de otros países. Cada semana, en el Tablet [semanario católico británico ndt] se dan a conocer Programas de renovación para religiosos guiados por los Redentoristas… por los Jesuitas… por los Claretianos y otros, y algunos miembros de nuestro vicariato de Inglaterra ya participaron a lo largo de estos años.

Por experiencia, puedo decir que nadie encara con entusiasmo un programa de formación si no lo siente como una necesidad. Un programa, por más bien estructurado que sea, será un perder el tiempo si los participantes no los sienten como una necesidad. Pero entonces ¿qué es lo que hace que las personas sientan la necesidad de la formación permanente? En primer lugar estaremos abiertos a la formación si vivimos una espiritualidad de la “fuerza en la debilidad”. Todos conocemos las palabras de Pablo “cuando soy débil, es entonces que soy fuerte” (2 Cor 12,10); pero, poner esto en práctica en la vida de todos los días quiere decir ir contra la cultura dominante, que, en nuestros tres vicariatos enfatiza la independencia y la autosuficiencia. Por suerte, aunque la cultura y el carácter nos hagan sentir autosuficientes, nuestra experiencia de vida nos enseña rápidamente otra historia.

En el ministerio nos damos cuenta de que, a pesar de los lindos votos que logramos en los cursos de teología moral, no tenemos todas las respuestas para las situaciones en las que viven las personas. Aprendemos rápidamente también el ritmo de oración y de meditación que nos parecía tan fácil en el seminario, pero se hace más difícil mantenerlo en la actividad pastoral y aprendemos que nuestra condición espiritual se puede deteriorar fácilmente. Después de un tiempo, sentimos la necesidad de un estudio más profundo de la Sagrada Escritura de una comprensión más profunda de las dimensiones del crecimiento espiritual y de un conocimiento más profundo de las personas. Todas estas necesidades son, para el religioso, un estímulo a seguir cursos de sagrada escritura, de espiritualidad, de liturgia y de Espiritualidad Ignaciana.

A menudo no me entusiasmo cuando los religiosos quieren seguir cursos de Counseling sicológico, porque creo que el deseo de encontrar soluciones para los demás es, a menudo, una manera de huir de los propios conflictos interiores. Pero eso también puede ser en algo positivo, si el curso de Counseling del que hablamos lleva a trabajarse interiormente. Es por eso que los cursos para Formadores, en Bangalore, son muy válidos; exigen que los formadores alcancen un nivel elevado de auto-conciencia. El Papa Francisco, en Cracovia el verano pasado, pidió que se preparen sacerdotes y religiosos para hacer discernimiento y acompañamiento, no tanto para dar indicaciones a las personas, cuanto para ayudarlas a encontrar ellas mismas su propio camino. Esto es posible sólo con una auto-conciencia crítica. En el año 2000, en el Vicariato de Inglaterra pasamos por una profunda crisis de confianza en nosotros mismos con la salida de nuestro antiguo Superior Provincial, un hombre muy amado y respetado. Pero el sentimiento de desesperación inicial, fue un estímulo para nosotros para encontrar un nuevo modo de compartir y de apoyarnos unos a otros. Guiados por dos religiosas de la Congregación de Selly Park, durante nuestros retiros de Vicariato, pudimos descubrir una modalidad de compartir que favoreciera la ayuda recíproca, encontrando fuerza en la debilidad. Este estilo de compartir, aprendido con mucho esfuerzo fue practicado y continuado durante 15 años y dio muchos frutos… lectio divina… meditación ignaciana… Compartir sobre las cartas de San Miguel, etc. De verdad, Dios nos forma de manera misteriosa. Esto me lleva a un último punto: nunca deberíamos ignorar la positividad escondida en una crisis, para descubrir la oportunidad de un crecimiento en el espíritu. A veces, sólo cuando estamos desesperados después de un duelo… un período de depresión… un enamoramiento… la toma de conciencia de una dependencia… un agotamiento nervioso… nos abrimos a recibir ayuda de los demás y se nos ofrece una nueva oportunidad de formación permanente. San Pablo sabía mucho sobre eso. Su Súplica a Dios que le ahorrara el dolor (2 Corintios 12) cuando estaba profundamente afligido, recibió una simple promesa: “Te alcanza con mi gracia; la fuerza se manifiesta plenamente en la debilidad”. Los errores humanos son momentos propicios para Dios. Si entendemos esto, estaremos siempre disponibles para la formación permanente, que es un camino de conversión.

Austin Hughes scj
Superior Regional

 

 

 

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