Vida de la Congregación

Desde el pasado 26 de setiembre, el P. Graziano Sala scj, ecónomo general, acompañado por el Sr. Luigi Pirovano (colaborador de la administración de la Congregación) fue a Tailandia, a nuestra casa de Chiang Mai, donde se reunió con los religiosos para enseñarles a ingresar la contabilidad de las comunidades y del Vicariato en el sistema administrativo online de la Congregación.

A fines de setiembre, tuve la posibilidad de ir a Tailandia donde pude encontrar a nuestros hermanos de ese Vicariato. Acompañado por el Sr. Luigi Pirovano, colaborador precioso de la administración de la Congregación, nos encontramos en la casa del vicariato de Chang Mai y compartimos cuatro días durante los cuales tratamos de enseñar a insertar la contabilidad del vicariato y de las comunidades en el sistema administrativo online de la Congregación y sobre todo pudimos escuchar y compartir con ellos las dificultades, responder a las preguntas, es decir, la vida cotidiana.

Pasadas pocas semanas, quisiera compartir estas reflexiones.

A veces, en nuestras comunidades, comentamos: “¿Para qué tanto trabajo para hacer las cuentas?” “Al fin y al cabo, no es lo que importa; lo importante es vivir con criterio y sobriedad”. Es verdad. En el fondo, para vivir la pobreza como religiosos betharramitas, no hace falta todo esto.

Sin embargo, nos enseñaron siempre que los principios, sin una aplicación concreta, son una linda teoría que, al final, no se sostienen. Al contrario, se caen si dejar rastro.

Las frases hechas sobre la pobreza son como un lindo andamiaje que, si no tienen anclaje, tienen la tendencia a derrumbarse y a lastimar.

Imaginen lo que puede significar esta linda frase de la Regla de Vida: “Por medio del voto de pobreza nos comprometemos a no poseer nada…”. Es una linda frase… Ciertamente, en este tiempo de Papa Francisco cae muy bien. Hasta nos podemos sentir orgullosos de ella, pero… ¿qué significa? Es decir, ¿cómo la voy a aplicar? ¿con qué estilo un betharramita vive la pobreza?

La RdV continua: “Ponemos en común los bienes materiales, nuestros recursos humanos y espirituales” (RdV 49). Esto ya comienza a expresar un principio: para nosotros, betharramitas, vivir la pobreza significa compartir lo que somos y lo que tenemos. ¿Eso es todo? No.

La RdV continua: “el compartir los bienes nos obliga a depender del Superior para su utilización. A él rendimos cuenta del uso del dinero y de los bienes materiales de los que disponemos” (RdV 49). Éste es un segundo principio de aplicación: rendir cuenta.¿Acaba aquí? Todavía no.

Siempre en el n. 49, la RdV continua: “Utilizamos los bienes de la comunidad a medida que los necesitamos para la misión”. El criterio supremos de la pobreza, lo que determina y aclara la afirmación “No poseer nada” es justamente la misión.

Entonces, volviendo al punto de partida, vivir la pobreza quiere decir hacer tres cosas: compartir los bienes, transparencia en el uso de los mismos, dependencia. Todo en la óptica de la misión.

Volvamos ahora, a nuestra pregunta inicial: ¿para qué hacer las cuentas? ¿ para qué perder tiempo en esta burocracia?

La respuesta es simple: la acción concreta de hacer las cuentas nos hace concretos en el vivir el voto de pobreza. Nos hace vivir esas tres dinámicas de las que hablamos antes: Compartir, transparencia y dependencia.

Sin estas operaciones nos hacemos aburridamente autorreferenciales y cansadamente repetitivos de principios en los que, al final, ni siquiera creemos.

En un clima de exigente y alegre compromiso pude constatar que todos los religiosos presentes, entre los cuales no sólo los ecónomos (directamente interesados) sino también los superiores y muchos religiosos, quisieron estar presentes para aprender y ver. En una palabra, me gusta decir que quisieron participar.

Con computadores y un WI-FI tembloroso, no siempre a la altura de las necesidades de trabajar online, cada uno practicó, con la ayuda de las explicaciones de Luigi Pirovano, para aprender como elaborar un presupuesto para su comunidad. Se pudo también constatar la necesidad de elaborar un presupuesto.

Después aprendimos a colocar las cuentas de la propia comunidad dentro del formato de la Congregación.

Y, en cuanto los ojos corrían sobre las páginas de unas cuentas exactas pero escrita en formularios de papel, las casillas del sistema operativo se iban completando poco a poco.

Claro que el partido de futbol de las 16,30 era fundamental. Necesaria para concluir bien una linda jornada. En el fondo también este momento de diversión llenó de significado el encuentro: no sólo trabajo, sino también diversión.¿No es esto lo que pide la RdV en el n. 130, cuando manifiesta lo importante de que en cada comunidad haya momentos “de compartir y de diversión”?

Graziano Sala scj
Ecónomo General