In memoriam...
Padre José Mirande scj
Artiguelouve (Francia), 10 de Mayo de 1936 - Belo Horizonte (Brasil), 17 de Octubre de 2016
El 17 de octubre, de mañana, el P. José Mirande volvió a la casa del Padre, al Buen Dios que amó tanto, a Jesús que encontró tan naturalmente en la persona del pobre.Hijo del Béarn, hizo toda su preparación al sacerdocio en su provincia de origen. No negaba la influencia en su formación del P. Matéo. Ordenado sacerdote en 1961, hizo un año de pastoral en París, en 1962. Fue en 1963 que la Congregación le ofreció la posibilidad de venir al Brasil. ¡Cómo amó nuestro país! Se “zambulló” completamente en nuestra cultura: la alegría de nuestros pobres era su alegría, la lucha de los pobres era su lucha, y con ellos, trataba de encarar los desafíos. Lo podemos decir: mantuvo su fe viviéndola con las comunidades pobres. Después de los primeros años pasados en Belo Horizonte, en 1967 se encargó de la parroquia Ntra. Ira. del “Belo Ramo” en São Paulo. El Obispo Angélico, con quien colaboró en esa diócesis, lo llamaba “mi hermano”; ¡Cuántas veces se apoyaban uno a otro, frente a los sufrimientos de los que buscaban justicia!
En su coherencia, vivir la misión apostólica no era un segundo aspecto de su consagración religiosa. Nos mostró que la vida apostólica es parte de la esencia misma de nuestra vida consagrada. Cuando la Congregación se lo pidió, volvió a Belo Horizonte y asumió la formación; fue en 1978. Fue Superior V. Provincial, coordinador de las comunidades de América Latina, Consejero General. Y todo eso, no sin sufrimiento… En 1994 estaba en Brumadinho, cerca de Belo Horizonte. Fue en ese momento cuando dejó el Brasil; Fue a la India donde se quedó 9 años. ¡Que respeto por esa civilización y cómo admiraba la profunda espiritualidad de ese pueblo!
En una oportunidad, me dijo que hubiera tenido que ir a la India un poco más joven, para poder profundizar mejor esa cultura.
A su vuelta al Brasil, se enfrentó con la fragilidad de su salud. Vivió su calvario: fueron 8 años de diálisis, sufrimiento del cuerpo pero sobre todo de su corazón al que le gustaba tanto el contacto alegre con la gente…Desde Miguel Garicoits, los betharramitas franceses estuvieron siempre presentes en América Latina; con él desapareció esta presencia histórica.
Antonio Scarpa scj
Tido como um dos “profetas” betharramitas, Pe. José (nome que se autoconferiu em português), parte para a casa do Pai nessa manhã de segunda-feira. Em seu último aniversário, quando celebrávamos seus 80 anos em maio desse ano, nosso o nosso “Zé” proferiu uma de suas derradeiras profecias: “Já não tenho muito o que falar e nem o que pedir a Deus! Apenas agradecer, pois já me preparo para o partir”. Confesso que as lágrimas nos vieram e que não era exactamente o tipo de profecia que desejávamos ouvir. Contudo, sua maneira de falar, e a serenidade que transparecia em seu olhar fizeram com que, naquele momento, nós pudéssemos contemplar uma vez mais a mística presente em sua vida e nos poupar do sentimento que agora estamos vivendo!
Há oito anos Pe. José estava numa batalha contra a insuficiência renal, submetendo-se a sessões de hemodiálise três vezes por semana. Iniciou sua batalha ainda quando fazia parte da comunidade de Vila Matilde; em seguida, veio morar em Belo Horizonte, incorporando-se à comunidade formativa. Junto ao Pe. Enrique Lasuén, tornou-se para nós um testemunho vivo de entrega, disponibilidade e serviço. Sempre muito sábio e profundo, Pe. José nos inquietava com a sua capacidade de ver muito, muito além daquilo que os olhos de qualquer um de nós ali pudesse alcançar.
Nos últimos meses, víamos que a dureza da enfermidade começava a se tornar mais agressiva naquele homem de uma impressionante sensibilidade. Contudo, até hoje pela manhã, minutos antes de sua partida, se manteve firme, consciente e autônomo. O “Zé” parte, deixando em todos nós a certeza de que Betharram comporta homens idôneos e desprendidos de si mesmo. Sua cadeira fica vazia...
E rezamos para que aquilo que ele deixa em cada um de nós, possa florescer pelo seu testemunho, pela dor que agora nos habita e pela saudade que se instalará. À distância, o sentimento é de que, como ele mesmo me dizia após assistirmos uma partida de futebol: “Valeu estarmos juntos... Bom descanso para você!”
Valeu José! Valeu estarmos juntos! Bom descanso para você, querido profeta! Glecimar Da Silva scj
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