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14/03/2016

Vida de la Congregación (1)

¿Qué experiencia tienes del discernimiento?

Vida de la Congregación (1)

En el corazón del proceso de formación, el discernimiento es una cuestión fundamental para nuestros formadores. Acompañar a un joven en el discernimiento de su vocación, una pesada responsabilidad. El P. Daniel González scj, maestro de novicios de la Región P. Augusto Etchécopar, nos presenta la realidad de esta misión, proponiéndonos algunos puntos de referencia útiles a todos, ya que el discernimiento nos toca a todos, en todas las etapas del camino.

La pregunta que se me hace no es sobre ¿qué es o cuáles son los pasos del discernimiento? Sino sobre mi experiencia en el discernimiento; esto es difícil de responder, más aún por escrito y no estoy seguro de lograrlo.

El acompañar a un joven en su camino de discernimiento, de búsqueda del fin para el que fue creado, es toda una aventura, que como toda aventura genera expectativas, conmociona, entusiasma, desafía, interpela, confronta las propias opciones hechas un día con el modo de vivirlas hoy, es todo un itinerario de formación y crecimiento, también, para el que acompaña.

Muchas veces se siente la necesidad de descalzarse e inclinarse ante la tierra sagrada que es cada persona, como también el deseo de contemplar, alabar a Dios y exultar de gozo por su creación y su obrar en la creatura, como a veces, hay que reconocerlo, la tentación de “manipular” la zarza que arde en la vida del joven o abandonar el acompañamiento.

Emprendo cada viaje con algunas convicciones en mi mochila, que me alientan y guían:

  1. Dios quiere revelarse, y es el primer interesado en nuestra plenitud, por tanto si el joven busca con rectitud, no puede no encontrar.
  2. Dios que nos creó sigue obrando en su creatura, por tanto se trata de saber descubrir.
  3. Sólo se puede caminar si hay en el joven verdadero “Deseo de Dios”, un corazón generoso, una voluntad decidida y la humectación necesaria para que la arcilla sea modelada.
  4. El joven es el protagonista en este itinerario, yo solo acompaño y brindo elementos para realizar el recorrido.
  5. Para que haya discernimiento debe haber vida interior en el joven, encuentro personal con el Señor, que se manifiesta en lo cotidiano, en la Palabra, en la Eucaristía…

Si esto está, el camino es gozoso, aunque tenga dificultades, y a veces pueda ser largo. Por mi parte trato de acoger al joven, escucharlo y brindarle los elementos necesarios que tomo del método de San Miguel para hallar la Voluntad de Dios, de las reglas de discernimiento ignacianas, de la Palabra… de los conocimientos adquiridos sobre el proceso humano… de lo que han hecho conmigo…

Ahora, si esas convicciones no las percibo en el joven, sino por el contrario, descubro que no hay recta intención, ni honestidad, que ya ha tomado su decisión y no entra en un camino de búsqueda, que la arcilla se ha endurecido…, puedo afirmar que es difícil o imposible realizar un verdadero proceso de discernimiento; pues el Idoneus, la humanidad del joven en algún aspecto está “dañada”, lo que no le permite ser Expeditus, estar liberado para solo elegir lo que más conduce para el fin que fue creado, ser Expositus.

Si este es el caso, primero, habrá que atender y ayudar a descubrir cuál es el problema, para poner todos los elementos para sanar y poder recorrer un itinerario de personalización, en algunos casos será necesario recurrir a un profesional en psicología y/o psiquiatría. Quiero también decir que, a veces, según el caso, este proceso se puede hacer en simultáneo con el discernimiento vocacional, pero habrá que estar bien atento al momento de las opciones, más aun de las definitivas, ante las cuales pondría mis reparos en aceptarlas.

Algunos signos de un buen proceso de discernimiento:

  1. Un joven consciente de sí mismo, de sus dones y fragilidades; con una sana autonomía; de horizonte abierto, deseo de más;
  2. Un joven que ha descubierto su llamado personal, su identidad y su misión. Un joven que asume protagonismo en la vida, desde su vocación específica y con su impronta personal.
  3. Un joven con interioridad, desde la cual vive.
  4. Un joven abierto y con capacidad de dar respuesta a Dios y a la realidad que le toca vivir.
  5. Un joven que ama a todo Betharram y se identifica con su carisma y misión.
  6. Un joven entrenado en el arte del discernimiento; como buen betharramita, capacitado para acompañar a otros.

Daniel González scj
Maestro de novicios

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