In memoriam...

Père Henri LATASTE scj
Captieux (France), 10 février 1928 - Paris (France), 10 mai 2015

Homilía del Padre Richard Escudier
en la paroquia Saint-Pierre du Gros Caillou (Paris) el 15 de mayo

¡Qué bueno sería poder reunir una sociedad de sacerdotes que tuvieran como programa el mismo programa del Corazón de Jesús: entrega y obediencia absoluta, sencillez perfecta, mansedumbre inalterable! Estos sacerdotes serían un verdadero cuerpo volante de soldados de escogidos, dispuestos a correr a la primera señal a cualquier lado adonde fueran llamados, inclusive y sobre todo para los ministerios más difíciles y que los otros rehusaran!

No voy a decir que el P. Henri Lataste quiso ir a Saint-Pierre du Gros Caillou, porque allí los otros no hubieran querido ir… Pero es un hecho que ese entregado siervo de Dios conoció ese barrio durante más de 50 años, entregado al servicio de la parroquia, de La Rochefoucauld y de las familias del barrio. Esta mañana nos unimos al dolor de su familia y a la oración de todos los que lo conocieron y lo amaron.

No podemos sino dar gracias porque su partida hacia Dios y la celebración de sus obsequias acontecen en el momento de la Ascensión. Con la mirada al cielo, sabemos que las cosas de la tierra son transfiguradas por la luz de de la Gloria de Dios y de Cristo resucitado. Al contemplar a Aquel que ahora está sentado a la derecha del Padre, los creyentes cobijan la esperanza que se les da, de que el amor de Dios iluminó definitivamente al mundo. “Felices los puros; cuando no ven a Dios, lo escuchan. Felices los puros; Dios se muestra a ellos… les habla”… Martha Robin dijo en su Diario (27 de febrero de 1939) lo que Henri Lataste cumplió en su corazón de sacerdote; celebró en toda su vida sacerdotal la Eucaristía, con fe en lo invisible. San León Magno escribía: “En la fracción del pan los ojos de los comensales se abren. Tienen una felicidad mucho más grande, los que ven la glorificación de su naturaleza humana”. Sí es con los ojos de la fe totalmente abiertos que Henri Lataste celebró el misterio de Jesús, para el servicio de los hermanos.

Algunos dirán que eso parece muy místico. Pero una vida sacerdotal tiene que ser mística. O no lo es. El P. Lataste lo mostró discretamente, cumpliendo su tarea sobrenatural para todos. En contacto con él, muchos entendieron que la sucesión de los días no está privada de eternidad. La esperanza cristiana es accesible a los corazones simples cuya vida fue conquistada por Dios. Los que pasaron por pruebas y que se beneficiaron de su ministerio lo saben más que los otros. Ya que el P. Lataste frecuentaba regularmente el Hogar de Caridad de la Flatière, retomo estas palabras del Jacques Ravanel, su fundador: “La vida de la fe no se alimenta de dudas, sino de certezas no evidentes”.

Se puede entonces entrar en lo que hay que llamar el misterio de la vocación particular de cada uno, así como lo denominaba Martha Robin que tuvo la intuición de los Hogares de Caridad: “Oh Dios, ilumina en mí un fuego más grande, un fuego nuevo, quema mi alma con los más vivos ardores del Espíritu Santo para volar más generosamente que nunca adonde me llaman todas las exigencias de mi vocación y para actuar siempre y sólo siguiendo tus deseos en la situación en la que me mantiene tu amor” (junio de 1933). “Todas las exigencias de mi vocación”… La vocación de Henri Lataste fue la de estar donde Dios lo puso y donde hizo su voluntad.

(...) El ministero del P. Lataste en La Rochefoucauld y en el Alma, su acompañamiento a tantos novios y tantas familias para el bautismo de sus hijos, su presencia al lado de personas en edad de jubilación testimonian la belleza de la vida como Dios la hace; y su presencia al lado de sus parroquianos en las horas difíciles de duelo testimonia en ese día, la ternura delicada de un Dios que vuelve a poner de pie las almas.

El itinerario singular del P. Lataste se refleja singularmenteen la vocación a la dirección de las almas lo que Miguel Garicoits había expresado en su sueño profético. Ese santo misionero ponía en práctica en el siglo XIX el arte de las artes que consiste en guiar a las almas y en conducirlas a Dios. (...)

Hasta el fin, el P. Lataste quiso creer que mañana estaría recuperado para su misión incansable, a pie o en motocicleta. La Providencia quiso que alcanzara el final de una vida bien vivida. La puerta se cierra, ahora, a la hora de la tarde en que estaba despierto para oír algunas confidencias en la sala donde recibía. El rayo de luz se apagó y se juntó con los ángeles; como ellos, guardián fiel, sin duda, vigila.

Padre Bruno IERULLO scj
Vallelonga (Italia), 21 de Marzo de 1943 - Buenos Aires (Argentina), 2 de Junio de 2015

El P. Bruno Ierullo nació en Vallelonga, Calabria, el 21 de marzo de 1943. A los 11 años emigró con su familia: padre, madre y cinco hermanitos más hacia América. Desde niño ayudó a sus padres en modestas tareas, con la venta de verdura en el mercado y lustrando botas en Avellaneda. En un par de años, su familia, a quien siempre amo mucho, se instaló en Wilde, partido de Avellaneda, donde viven hasta hoy. Ingresó al Apostolicado Betharramita de Barracas con 13 años y con el tiempo fue madurando su vocación. Hizo el noviciado y el seminario mayor en Villa Betharram de Adrogué. Estudió en Rafael Calzada con los padres del Verbo Divino y se recibió de Profesor de Filosofía y posteriormente de Teología. Se ordenó sacerdote en la Capilla sagrada Familia (Betharram) en Adrogué en el año 1969. Desempeño su ministerio como religioso-sacerdote primero en Villa Betharram, recorriendo los barrios populares, siempre preocupado por la catequesis de los niños y el servicio a los más pobres. Allí, reunió el grupo de jóvenes, novios y matrimonios que lo ayudaron a consolidar su sueño: la Casa del Niño Nuestra Señora de Betharram de la que fue su fundador hace más de 40 años. En los años 70 fue catequista y asesor espiritual en el Colegio San José de Buenos Aries. Llegado el año 1978 se lo destinó al Colegio Sagrado Corazón de Rosario como Rector del Secundario, cargo que desempeñó hasta fines del año 1990. En 1991 se lo nombró Superior Provincial de la Provincia del Río de la Plata (Argentina y Uruguay), función que desempeño por dos mandatos hasta fines del año 1998. En ese ínterin fue Director General del colegio San José de Buenos Aires. Fueron años difíciles y de mucha lucha y entrega en pos de la educación. Participó como representante de Educación por la provincia de Santa Fe en el Congreso Nacional de Educación en 1993. Fue un incansable misionero, cada verano, en Catamarca y Santiago del Estero. En 1999 fue nombrado Consejero General (dos mandatos) y Coordinador para América Latina. Permaneció en Argentina sirviendo como Responsable pastoral en los Colegios Sagrado Corazón y San Miguel Garicoits de Martín Coronado por dos años. En 2001 regresó a su querida ciudad de Rosario para permanecer como religioso responsable pastoral hasta hoy. Llegó a ser el “cura del colegio” para decenas de “padres, hijos y nietos”. Innumerables campamentos, subidas al Champaquí, excursiones en su amada Calamuchita, en Bariloche, todas siempre acompañadas por él como uno más: en las que organizaba todo, cocinaba, rezaba misa, confesaba, arreglaba lo que se rompía, curaba heridas, y salía a comprar lo necesario para que todos estuvieran contentos... Con 72 años cumplidos, nos ha dejado el P. Bruno Ierullo. Después de una enfermedad que sobrellevó con valentía,, siendo atendido con suma solicitud por los médicos. Sin embargo, un episodio reciente severo lo condicionó totalmente y estos últimos quince días los pasó internado en el Hospital Británico. Este es el simple esbozo de una vida muy fecunda -difícil de resumir en pocas palabras- de un religioso sacerdote betharramita que lo dejó todo para hacer más presente el Reino de Dios allí donde fue enviado. Dotado de una calidad humana muy especial, un gran amor por la Congregación y por los niños, jóvenes y familias que acompañó como padre y pastor, con firmeza y solicitud incansable; su despedida final nos deja un gran vacío en el corazón, que sólo podrá llenar la certeza de una firme esperanza en que ya está, por la misericordia de Dios, gozando del descanso eterno en la Betharram del Cielo.

Gustavo Agín scj