El cuaderno Fondeville (11)

...Al final de la celebración, Su excelencia rezó el responso y Mons. Boutoey llevó los despojos mortales a lo alto del Calvario donde fue depositado en la capilla de la Resurrección...

De tarde, Monseñor convocó a los sacerdotes de la Congregación, los invitó a seguir el ejemplo de las virtudes del Fundador y prometió reunirnos en asamblea general en el mes de octubre para presidir la elección del Superior y de su Consejo. Hasta ese momento, encargó al P. Chirou de cumplir con las funciones de superior y le nombró, como consejeros a los PP. Perguilhem, Cazaban y Fondeville.

La ordenación de la Santísima Trinidad había dado a Betharram a los PP. Echégaray, Casau, Estrate de Géronce, Basilide Bourdenne de Buzy y, para América, a los PP. Sampay y Serres que partieron en 1859. Esos padres habían hecho su noviciado en Betharram y habían conocido a todos los otros profesores. En el mes de setiembre, Monseñor volvió a Betharram: la asamblea al completo, bajo la dirección de Su Excelencia, hizo su retiro anual.

En los últimos días, el Obispo presidió la elección del superior y de su consejo. América había enviado su voto en sobre cerrado. El resultado del escrutinio indicó como superior al P. Chirou y como consejeros a los PP. Romain Bourdenne, Mouthes y Fondeville. El P. Bourdenne fue nombrado asistente y el P. Fondeville tesorero y ecónomo. […]

En 1864 los novicios profesores, los Hnos. Berdoulet de Montgaillard (Tarbes), Victor Bourdenne de Buzy, Saubatte, Faur de lagos, Gaby de Ainhoa, Miro de Ferrière (Tarbes), Jean Vignolle de Serres-Castets, Peyret de Orthez, Castainhs de Pau, fueron ordenados sacerdotes: éste último estaba ya en América.

En 1865 Quillahauquy, formado por el Superior y por los otros profesores, pasó a ser él mismo profesor y prefecto de estudios en Orthez y en Oloron. El P. Cescas, otro alumno de Betharram, enviado por el párroco de Bellocq, fue ordenado sacerdote en América y partió con dos sacerdotes vascos que fueron a juntarse a la obra de la Congregación con los PP. Harbustan y Sardoy; eran los PP. Sallaber de Mendz y Laphitz de Issary. Iban a reemplazar al P. Guimon, ya fallecido, y al P. Barbé, al P. Larrouy y al P. Irigaray que Dios iba a llevarse pronto de este mundo. El P. Harbustan, en su viaje a Francia, llevó a esos Padres. Irigaray en 1868, se agregó el P. Mindivil de Arberoue y el P. Péré de Pontacq ordenado, vino, por así decirlo, a buscar a su reemplazante.

En 1868 Betharram había enviado con el P. Serres de Orthez, devuelta a América, al P. Sourverbielle.

Diez miembros de la comunidad que habían hecho su noviciado y que eran todos ex alumnos de nuestras escuelas, fueron ordenados sacerdotes entre 1867 y 1871. […]

Sin embargo, a pesar de ese numeroso personal, los misioneros disponibles disminuían en número. Las residencias, las escuelas, el seminario menor de Santa María, la dirección de Igon, Anglet, principalmente la institución de Betharram absorbían un gran número de elementos. De manera que los misioneros estaban muy exigidos y la obra parecía bastante disminuida. Entonces, la Virgen Madre y Señora de Betharram le habló a los jóvenes Larraillet de Bîzanos y Pommès de Coarraze, alumnos del Seminario Mayor y les abrió el noviciado de la casa. El joven Perguilhem, sobrino del Padre, alumno de Betharram oyó su llamado. Claverie de Sarrance, alumnos de Oloron, los dos hermanos Barrère, Arbos de Escuri, Bignalet de Coarraze, Cazaban sobrino de un religioso fallecido, oyeron todos su llamado y dijeron: Aquí estamos. Ya su fidelidad respondió al llamado y resonó en los corazones de 4 o 5 alumnos que se proponen presentarse en este año de 1872. Estas vocaciones que llegaron de repente y de forma inesperada, generadas por la ternura compasiva de Nuestra Señora van a darnos dentro de dos o tres años a 6 o 7 sacerdotes y la posibilidad de dejar la educación para fortalecer el cuerpo de misioneros. Desde la fundación de la Congregación, en 1841, Nuestra Señora quiso que casi todos sus religiosos se prepararan para sus obras y crearan un caudal de méritos con el martirio del profesorado.

Porque el número de confesores va a aumentar en el santuario donde la concurrencia cuotidiana va creciendo cada día. Enfermos, desesperados o abandonados, personas afligidas por pérdidas extraordinarias o por penas interiores y devastadoras, vienen, para decirlo así, todos los días a Betharram, desde 1860 y el número irá siempre aumentando; unos vienen a pedir oraciones de la Iglesia, otros a agradecer la curación o el consuelo logrado; varios se consagran a la Virgen con sus familias, otros vienen a presentar sus ofrendas de corazones de plata, de esmalte, de ramos de flores, de adornos para el altar. Matrimonios para bendecir que presentaban algunas dificultades a los párrocos, eran enviados a Betharram. Con su autorización se usaban ampliamente los poderes recibidos ahorrando a los pobres, gastos que no hubieran podido soportar, evitando rápidamente los escándalos y, al mismo tiempo, fortaleciendo el respeto de los parroquianos hacia sus pastores.

Una tarde - o, tal vez, un mañana - el padre Simón Fondeville cerró su cuaderno de notas con estas palabras. Al día siguiente, o algunos días más tarde, el 22 de octubre de 1872, murió a Bétharram.
Nuestro hermano no se distinguió por la ligereza de su estilo: no tuvo el talento del narrador. También perdonémosle sus imprecisiones: no fue un historiador. Pero le agradecemos por habernos entregado la crónica de la vida a Bétharram, salpicada de muchos episodios memorables, ocurridos cuando todavía vivía el sacerdote Miguel Garicoïts.