Vida de la Congregación (2)
De la Costa de marfil a Francia, con la alegría de la obediencia
En setiembre de 2014, después de 25 años pasados en la formación de los jóvenes africanos a la Vida Religiosa, ahora el Vicariato de Francia llama el P. Laurent Bacho scj para otra misión. «Antes que nada , dice el Padre, quisiera subrayar como diferentes superiores mayores creyeron en el nacimiento y en el crecimiento del “Betharram africano”; nada hubiera sido posible aquí, sin esta solicitud.»
Siento un profundo agradecimiento hacia el Señor por esta etapa de vida pasada en la formación inicial en este nacimiento y crecimiento del “Betharram africano”. Era un formador improvisado y el Señor me hizo la gracia de ser esa vasija de barro que pudo dejar derramar el tesoro del carisma de San Miguel Garicoits sobre una tierra arada y enriquecida por mis predecesores. Disfruté de una linda liturgia cotidiana y de una vida fraterna llena de cordialidad respetuosa de la que habla San Miguel. Las carcajadas y la alegría permitían superar los problemas inherentes a toda condición humana y a las diferencias culturales que provocan juicios diferentes. Las exigencias vinculadas a la responsabilidad del formador sustentaron de manera importante mi propia fidelidad.
Quedé admirado de ver como el carisma de San Miguel correspondía a las expectativas de esta tierra donde Dios está presente en todas las circunstancias, incluso en las camisas-túnicas con mensajes del Evangelio, testimoniado y aceptado sin complejos. El anuncio de ese Dios de amor y de ternura es recibido como una bocanada de aire fresco en medio de todos los miedos alimentados por una fe tradicional donde las fuerzas espirituales están acechando la posibilidad de sembrar desgracias o de destruir la felicidad. Los laicos asociados, la juventud betharramita, los niños de San Miguel son testigos.
Fui muy feliz por vivir esta espiritualidad de felicidad día a día, tratando de contribuir para un bienestar concreto. En la formación de nuestros candidatos, el crecimiento humano tenía un lugar importante, hecho de superación que se daba a condición de salir de sí mismo. Esto fue muy significativo en esa iniciativa de la chacra pedagógica “Tshanfeto” que procura dar una formación profesional y humana para que los jóvenes tomen en sus manos su propia vida y lleguen a ser personas “de pie”, siguiendo al Resucitado.
Con mis hermanos, me preocupé de hacer que las comunidades cristianas fueran más misioneras, atentas a esas numerosas “periferias” sin encerrarse en lo organizativo. En la parroquia, nuestro ser religiosos nos permite vivir relaciones más fraternas sin que el sacerdote sea el que domina. Los fieles alimentaron, en mi vida sacerdotal el gusto y el deseo de transmitir la vida de Dios a través de los sacramentos que transforman la vida y que me cuestionan la importancia que doy a los sacramentos.
Tuve también sufrimientos y fracasos. Mi discernimiento no fue sin fallas, a veces demasiado severo, a veces demasiado indulgente. Hubo separaciones dolorosas, en la casa de formación. La casa de formación tiene ya dos sepulturas, la del primer profeso, Anatole, muerto a los 30 años, la del P. Omer, muerto a los 33 años, mientras se preparaba para ser formador. La cruz estuvo presente, pero una cruz que sabemos que es gloriosa. La bendición de la casa de formación de Adiapodoumé tuvo lugar el 14 de setiembre de 1993; la bendición de la casa de encuentro, el 14 de setiembre de 2014.
Dejé ayer Costa de Marfil con mucha serenidad, porque hay hermanos que saben tomar el relevo con mucho coraje. Hubiera tenido que permanecer más tiempo, para impregnarme de la riqueza de mis hermanos y hermanas, particularmente de la paciencia que se vive en África. No partí alegre, con la pretensión de haber completado mi misión. Pero me siento feliz en obedecer para una nueva misión; esta felicidad se la debo a los jóvenes y a los menos jóvenes que me manifestaron mucha gratitud y afecto, una gracia de Dios.
Laurent BACHO, scj
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