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29/06/2009

Noticias en familia - 14 de septiembre de 2009

Noticias en familia - 14 de septiembre de 2009

Sumario

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La palabra del Superior General

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Tengo unas ganas de ponerme a gritar…

San Francisco Javier dice lo siguiente en una carta: Muchas veces me vienen ganas de recorrer las universidades de Europa, principalmente la de París, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con estas palabras: "¡Ay cuántas almas por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno!"( Oficio de Lecturas del 3 de diciembre)
En el Talminadu primero para Enakius y Stervin y después en Chiang-Mai para Kriangsak participé de sus ordenaciones sacerdotales. Como las celebraciones eran en las lenguas locales, sobre todo en el Talminadu, no podía dejar de pensar en los trabajos que habrá pasado San Francisco  para evangelizar esas poblaciones, que todavía podemos ver como comunidades muy vivas a lo largo de toda la costa sureste de la India. Y me salían del alma estos gritos parecidos al de san Francisco Javier:                               
El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres, porque este año tenemos veinte novicios   en la Congregación, hacen los votos perpetuos trece betharramitas, ocho son ordenados sacerdotes.
Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él…Lo más importante que nos ha podido pasar en la vida es haber conocido a Jesús y haber decidido vivir como él nos enseña en el Evangelio. Tan importante como el trabajo misionero es el cultivo de la vida interior por medio de la oración y la lectio divina, que nos permite afianzar nuestra unión con el Cristo que  dio una nueva orientación a nuestra vida.
Los tiempos son difíciles… pero son los  que nos ha tocado vivir y son para nosotros Kairós, tiempo de gracia. Amamos el momento y el mundo en que nos ha tocado vivir porque el Padre bueno ama a los hombres que viven en ellos y nosotros se lo tenemos que hacer saber anunciándoles a Jesucristo.
Dad razón de vuestra esperanza… con suavidad y respeto…En Europa, faltan vocaciones, la profesión de fe cristiana no tiene prestigio social como en otros tiempos, los medios de comunicación presentan lo cristiano como un dato histórico y sin futuro. Pero lo que sí sabemos es que el futuro de la Iglesia y de nuestra Congregación depende de nuestra fidelidad gozosa a nuestra vocación y a nuestra misión. Además, esta situación nos obliga a purificar nuestras motivaciones vocacionales para vivir sólo por amor al que nos amó primero.
Ustedes que han permanecido fieles conmigo en las pruebas… La mayoría de los religiosos betharramitas son fieles a su vocación y a su misión. Son verdaderos discípulos y misioneros. Saben que no es progresista ser consagrados y que la persecución es parte del seguimiento del Maestro, que ni fue conocido, ni comprendido, ni aceptado. Ellos, como no son mejores que él, tienen que correr la misma suerte.
No se acomoden a este mundo, antes bien… Son muy pocos, pero algunos betharramitas parecen haber olvidado la profesión pública que hicieron un día de vivir conforme al Evangelio; y viven aburguesados con los criterios de la sociedad actual: un estilo materialista, consumista, hedonista, relativista, individualista…, .
Charitas in veritate et veritas in charitate… Estamos a favor de la verdad, de la vida, del amor, de la familia, de la dignidad sagrada de cada persona porque ha sido creada por Dios a su imagen y semejanza, por amor. Estamos también a favor de los otros valores que propone Jesús en el Evangelio: el perdón, la unidad, la comunión y la fraternidad, la austeridad, la responsabilidad y el respeto de la diferencia.
Todos somos pecadores es cierto. Pero esta gran verdad no tiene que ser una excusa para justificar conductas que contradicen el estilo de vida de nuestra vocación y para no terminar de tomarnos en serio la propia conversión. Porque también es verdad que Jesús murió por nuestros pecados para que vivamos en una vida nueva con espíritu de superación.
La decisión libre de querer ser obedientes a los superiores, como Jesús al Padre, hasta la muerte de cruz, sigue siendo un valor betharramita fundamental, que no frustra, sino que libera para cumplir mejor la misión y posibilita una plenificación personal cuando se vive la vida a partir del encuentro con Jesús obediente, humillado y resucitado, que no buscó su propia complacencia (Rm. 15, 2-3; Hb. 12, 2-3) sino que sacrificó todo en su vida para agradar en todo a su Padre querido.
No saben cómo me sangraba la herida de la expulsión de Gilbert de la Congregación cuando veía cómo Enakius, Stervin y Kriansac sellaban con el abrazo de paz al Obispo el Sí, prometo después que éste les hubiera preguntado: ¿Prometes obediencia y respeto a tus superiores? Espero que sean siempre fieles a ese: ¡Sí, prometo obediencia y respeto a mis superiores!
La profecía de nuestra vida tiene un gran valor, aunque no lo parezca: Nuestra obediencia contradice a los que refieren todo al yo, nuestra castidad proclama que las relaciones interpersonales se fundamentan en el respeto de las diferencias de las personas y no sobre el placer. Nuestra pobreza anuncia que los bienes materiales son relativos y que todos los hombres necesitan de ellos, por eso los compartimos nosotros.  Nuestra fraternidad manifiesta que se puede vivir unidos aunque seamos diferentes.
Es difícil resignarse a que no sepamos cómo hacer o a que nos falte de coraje para proponer la persona de Jesús a los jóvenes en España, Francia, Inglaterra e Italia. Es una omisión de la que tendremos que dar cuenta por tres motivos:  cerramos  a los jóvenes la oportunidad de conocer y encontrar a Jesús, el verdadero sentido de la vida; privamos a la Iglesia de personas valiosas para continuar su vida y su misión; no colaboramos  para que la sociedad pueda contar con personas comprometidas que sean capaces de jugarse para construir la Civilización del Amor.

Gaspar Fernández Pérez,SCJ


nef-etchecopar.jpgEl Padre Augusto Etchecopar escribe... a su hermana Julia, Hija de la Caridad, 10 de septiembre de 1876

¡Qué es el hombre para que un Dios una a él su corazón!... Lo leía en Job: “La vida del hombre no es más que un combate: cuando venía la noche, yo llamaba al día; y el día venido, suspiraba por las tinieblas”. Así se luchó antes de nosotros… Por consiguiente, adelante siempre, a través de penas y alegrías. Adelante siempre hacia el corazón y en el corazón de Jesús, que está siempre abierto y nunca se cierra…
¡Adelante siempre” Sabe nuestra miseria… ¡Es Padre, es Madre! ¡Es hostia! ¡Es víctima! ¡Es dulzura y humildad!
¡Oh Dios de bondad! Sólo en la muerte conoceremos y proclamaremos todas sus ternuras, esperando contra toda esperanza; en la imitación de los hombres de gran fe, y recibiendo con su beso eucarístico en nuestros labios desalentados el perdón de una vida toda indigna y llena de misterios. Entonces, gritaremos con el Profeta: Aun recibiendo el golpe de la muerte […] en Él esperaré y no seré confundido. Amén. Amén. Amén.


A ti, discípulo del Buen Pastor

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En este año del sacerdocio, la homilía pronunciada el 3 de mayo, domingo del Buen Pastor, en Marcory Anoumabo (Abidján), cae de maravilla. Extractos.

En el Evangelio, Cristo se presenta como el Buen Pastor. Por la imagen del que da su vida por sus ovejas, Cristo nos quiere hacer entrever con qué amor nos ama. Hay como una densidad de amor que nos esconde bajo esta comparación de Buen Pastor. No somos nosotros quienes amamos a Dios, es Dios que nos amó primero y sigue amándonos el primero.
El pastor está siempre presente… Nunca abandona su rebaño, ni de día ni de noche. Está ahí siempre al acecho para guardarlo, para infundirle confianza y seguridad. Cristo está también presente en nuestras vidas: lo está por su Iglesia y por los pastores que le ha dado; lo está personalmente en la Eucaristía, lo está por su Espíritu. Presencia constante y activa: una presencia de amor, presencia amorosa.
El pastor conoce a sus ovejas… Cada una en particular: la llama por su nombre. Igual Cristo. Sabe nuestras dificultades, nuestras preocupaciones, nuestras penas, nuestras miserias, nuestros pecados…, sigue teniendo una mirada de ternura sobre nosotros, una mirada de misericordia: el corazón de Dios tan cerca de nuestras miserias. Esta certeza debe inspirarnos plena confianza, serenidad y alegría.
El pastor reúne su rebaño… Si una oveja se pierde, va en su búsqueda, hasta encontrarla y devolverla al redil. Ningún hombre, sea cual fuere su condición, por tan miserable que sea, deja de ser tenido en cuenta. Dios ama a cada uno personalmente como si fuera el único por quien tuviera que dar su vida. Así se comporta con nosotros el Señor, el Buen Pastor…
Y tú, hermano sacerdote, mira a Jesús, el Buen Pastor que te hace partícipe de su sacerdocio. No olvides que el Buen Pastor está siempre presente, siempre en la brecha. No es el abonado a estar siempre ausente de la tarea. Sé un pastor con un gran corazón, cerdote según el corazón de Jesús, un buen pastor y no un pastor bombón, esos pastores manipuladores de Dios que están en todos los lados y cada vez más numerosos en todos los cruces, en todas las calles, en todos los templos y en nuestras iglesias también… Esos son pastores mercenarios. No conocen a las ovejas… Traicionan la confianza puesta en ellos por el Maestro.
Hermano sacerdote, no olvides que eres instrumento del poder de Cristo. A pesar de tu debilidad de hombre, la luz de Cristo resplandece sobre ti. El sacerdote es un Dios entregado. Tú eres un Dios entregado a tu familia, no sólo a tu familia, sino a tu comunidad cristiana, a la Iglesia, a todo el mundo. Desearás siempre dar a todos los que te frecuentan el descubrir que el sacerdote de Jesucristo es un verdadero Dios-entregado.
Ordinariamente se oye que el sacerdote es ante todo, un hombre. Que no sea para ti un argumento para justificar tus mediocridades, tus debilidades. Que no sea para los demás una ocasión para que se rían de tu sacerdocio. Sí, somos hombres débiles, llamados por el Señor mismo para ser fuertes con él. Sí, somos hombres débiles que se tienen que transformar por el Maestro y Señor. Si el sacerdote es un hombre, no es hombre como los demás; si el sacerdote es un hombre, no es un vulgar hombre o un hombre vulgar. Es portador de algo que lo supera, es portador de Alguien que es más fuerte que él y que lo hace fuerte.
El seguimiento de Cristo es locura. Hay que ser suficientemente loco de Dios para dejar todo y seguirlo, hay que ser suficientemente loco de Dios para renunciar a fundar una familia, para ponerse a la disposición del Obispo o del Superior que nos enviará a donde querrá en nombre mismo de la obediencia. Hay que ser suficientemente loco de Dios para lanzarse en esta aventura. En efecto, la vida del sacerdote, es quizás una locura, pero es la sola locura que sea una sabiduría portadora de Vida.

Sylvain Dansou Hounkpatin,SCJ


Lo que percibo de nuestra espiritualidad del Corazón de Jesús

Dos escolásticos de Costa de Marfil asistieron a una sesión en Bétharram el verano pasado. En los artículos posteriores, cada uno a su modo vuelve sobre temas que le interesan.

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En el marco de la mini sesión de preparación a los votos perpetuos, el tema del Sagrado Corazón fue, entre otros, de los más atractivos y edificantes. Nuestro fundador supo entrar teológicamente en el misterio del Corazón del Señor, no sólo para impregnarse para su propia vida de sacerdote, sino también para dar vocación particular a la congregación que fundó. Así escribía: ¿Por qué nuestra Sociedad lleva el nombre de Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús? Porque está especialmente unida al divino corazón que dice a su Padre: "aquí estoy" con el fin de ser sus cooperadores para la salvación de las almas; porque hace profesión de imitar la vida del Señor de una manera que le es particular... el nombre recuerda muy bien los sentimientos de caridad, humildad, mansedumbre, obediencia y entrega encerrados en el primer acto del Sagrado Corazón: Aquí estoy”.
De esta enseñanza tan rica, el Sagrado Corazón de Jesús evoca, para mí, no sólo todo un programa de salvación, sino que dice también la identidad de ese Dios amor hecho carne en Jesucristo. Es ese Corazón que ha amado tanto a los hombres, que se ha vaciado de sí mismo para no ser sino colmado de caridad, humildad, mansedumbre, obediencia y entrega de las cuales la cruz fue la expresión culminante.
Para mí, el Sagrado Corazón es la fuente del “aquí estoy”. Por ese primer acto, el Sagrado Corazón nos hace integrar el amor inefable de Dios y ser nosotros también testigos vivos. Hablar del Sagrado Corazón, es definir la espiritualidad que nos entrega el rostro de amor de Dios para la felicidad del hombre, es incautarnos de la espiritualidad que nos introduce en la dialéctica del amor y de la felicidad; ser feliz para amar, y amar para ser feliz.
Crisol del “aquí estoy”, el Sagrado Corazón no puede dejarnos indiferentes y estáticos. Nos interpela no sólo a un dinamismo de unión con Cristo salvador, a una vida interior más sólida sino también a un actuar excelente en el mundo y en la vida de cada hombre. Por eso, el Sagrado Corazón comporta, por otra parte, una espiritualidad de compromiso que invita a cada cristiano a una vida espiritual feliz, a una vida esplendente en el don de sí para el bien de los demás.
De ese corazón deriva toda virtud de disponibilidad: disponibilidad para Dios y disponibilidad para los demás para vivir el “aquí estoy”, el deseo de configurarse a Cristo anonadado.
De este modo, amor, felicidad y compromiso son las nociones que resumen para mí el Sagrado Corazón.

Olivier Ohoueu Adiko,SCJ


8 minutos con... el Hermano François Tohonon Cokou

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El Hno. François Tohonon Cokou, de origen beninés, pasó su año de preparación para los votos perpetuos en Betharram. Hemos querido saber más de su experiencia en la cuna de la Congregación.

Nef: ¿cuáles eran los objetivos de este año especial?
- Se trataba de tomarme un poco de distancia respecto a lo que había vivido hasta entonces, descubrir otras realidades y sobre todo meterme en ese universo que fue el de San Miguel Garicoïts en la mayor parte de su vida y que marcó profundamente su excepcional santidad. En Betharram podemos descubrir ese rostro del santo, con su teología y su espiritualidad del “Aquí estoy”. Para mí, en Betharram, todo respira San Miguel Garicoïts.

Fuiste enviado a una comunidad de acogida: ¿qué lugar tomó para ti esa dimensión?
- Estaba contento de ser recibido por una comunidad diversa, en donde cada uno tiene diferentes responsabilidades, pero en donde la función “acogida” tiene un lugar importante. Aprecié particularmente la cercanía de la Casa de Retiro. Hay ahí una comunidad de religiosos en donde algunos caminan alegremente hacia su centenario. Saben interesarse por lo que vive un joven en formación, y cada uno, con su historia y sus experiencias, aporta un testimonio de fe que he sabido aprovechar.
En el marco de mis responsabilidades en la Acogida Nuestra Señora, me he encontrado con muchas personas, algunas de procedencia modesta, otras “de alto copete”; unas pidiendo pasar la noche, otras buscando un lugar tranquilo en donde descansar, o deseando renovarse espiritualmente. Lo esencial es estar a la escucha, estar ahí y vivir con cada uno para satisfacerlo… A través de todos los encuentros, me di cuenta de que muchos sufren soledad o viven situaciones muy dolorosas. Manifestarles comprensión, incluso compasión, es lo mejor que le pude dar. Y esto contribuye a fortalecernos a nosotros mismos, pues no tenemos forzosamente que aportarles algo sino recibir de ellos…

Viviste “al pie de san Miguel Garicoïts” durante 9 meses: ¿qué te aportó?
- Los meses pasados junto a San Miguel Garicoïts me permitieron conocerlo mejor y desear ardientemente y hacer de su “Aquí estoy” una realidad que abarca toda mi vida. Sobre todo con las motivaciones que son suyas: sin retraso, sin reserva, para siempre; por amor más bien que por otro motivo. Cómo quisiera ser ese “Corazón que ama verdaderamente, que cree, que gusta las cosas de Dios, que corre, que vuela tras los pasos de Nuestro Señor Jesús”. Para entrar concretamente en ese proyecto de amor y de salvación de Dios del que nuestro Padre fundador fue un extraordinario ejemplo. Dicho de otra manera, como él, quiero ser ese joven ramo, ese joven tallo, que crece y extiende sus ramos para levantar y salvar “al Hombre y a todo Hombre”.

En junio hiciste los Treinta días; en julio participaste en una sesión en vista de los votos. ¿Qué sacas de esta doble experiencia?
- La primera experiencia, la del retiro ignaciano, me pareció como una reedición del Noviciado: mismo formador, mismos compañeros casi, cercanía de un monasterio, no ya el Carmelo de Belén, sino el Monasterio de las Hermanas de Belén, a cinco kilómetros de Betharram.
Vivido a gusto, en la fe, la confianza, la esperanza y el abandono en Dios, este retiro me permitió ver más el proyecto de Dios sobre mí, Fue como una retrospectiva sobre mi vida con el Señor hasta este día. Sobre todo buscando responder a estas diferentes preguntas ignacianas: ¿Qué hice por Cristo? ¿Qué haré por Él? Afianzó mi deseo de seguir a Cristo en la vida religiosa: proseguir mi camino y comprometerme en conocer, seguir y amar a Cristo, para asemejarme a Él más y ofrecerme para la gloria de la divina Majestad.
En esa misma óptica viví la sesión extraordinaria de preparación a los votos; fue un encuentro feliz con los hermanos de la India y con compañeros de hace tiempo. Los intercambios y las tareas compartidas fueron, a pesar de la dificultad de las lenguas, una hermosa ocasión de vivir la internacionalidad de nuestra Congregación.
La peregrinación por las rutas recorridas por San Miguel Garicoïts, fue un tiempo fuerte. Los lugares verdaderamente nos hablan. Ibarre con su aislamiento y su tranquilidad nos llevaba a nuestros orígenes “pobres”. Cambo nos recordaba el apego al Sagrado Corazón del joven vicario que se convirtió en superior de seminario, y luego fundador de congregación y siempre fascinado por esa devoción; Igon nos colmó de agradecimiento a Sta. Juana Isabel que hizo descubrir al superior de Betharram las riquezas de la vida religiosa; Finalmente, Loyola, el Santo fascinado por los grandes Maestros espirituales y cuidadoso imitador de ellos para la mayor gloria de Dios. Y para rizar el rizo, Betharram, fuente surgente, en donde hemos saciado largamente nuestra sed.

¿Ha cambiado esto algo en tu visión de la vocación y de la misión de Betharram?
- A mi regreso a África, siento todo esto con más realismo. Vivimos en medio de poblaciones que tienen su personalidad; de ahí la importancia de conocerlas mejor para actuar eficazmente en la promoción humana y, si posible, cristiana. A menudo hay jóvenes desorientados, con problemas familiares complicados, que buscan puntos de referencia incluso sin darse cuenta, adultos en quienes apoyarse… Me gustaría tanto ser uno de ellos; ser de alguna manera punto de enlace con Nuestra Señora del Bello Ramo.
Por otra parte, para nuestros hermanos betharramitas y para mí, nuestra misión hoy, quiere ser una vuelta a nuestro origen: “ser místicos de la Encarnación”. Esta misión hay que vivirla con una cierta disponibilidad, con prontitud y discernimiento, para ayudar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo y de nuestro mundo. Frente a una humanidad enferma (física, fisiológica, síquica, moralmente), tenemos que dar nuestro tiempo y dar testimonio de Jesús que salva a todos los hombres sin exclusión, por amor. La misión hace también de nosotros educadores de la fe, de la inteligencia, del alma, pero sobre todo de la oración. Finalmente, nos exhorta a practicar la mansedumbre, la paciencia, la ternura y la prudencia en las relaciones, pues estamos “al servicio” de los hombres y no a su “disposición”.

¿Qué convicción te llevas que quisieras ofrecernos?
- Desde mi primera profesión religiosa en Belén, el deseo de seguir a Cristo en la familia religiosa betharramita es cada vez más claro: alegría, confianza y felicidad me acompañan en esta aventura amorosa de la fe. Tengo varias ocasiones de ponerme al servicio de los demás, en nuestras comunidades y en la Iglesia para saber procurarles la misma felicidad que experimento en mí mismo en pos de Cristo. Fortalecido con ello, una sola convicción poseo: consagrar mi vida a Dios no es tiempo perdido. Pido al Sagrado Corazón impregnarme, de manera constante, de la voluntad de hacer de mi vida una ofrenda espiritual. Haciendo esto, quisiera ser de los  que “vuelan tras los pasos de nuestro Señor Jesucristo”.

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SOLIDARIDAD 2009 Un retrato para un proyecto (3)

 

nef-09098.jpgKouassi Ava Mélanie es la hija única de una mamá soltera, Palé Teresa. Las dos viven en un barrio pobre yuxtapuesto a la parroquia animada por los Padres de Betharram – en donde son por otra parte activas, Mélanie como monaguilla y Teresa en la Legión de María.
Cada día, Mélanie atraviesa las calles de su barrio para ir a la escuela en una clase abarrotada. A pesar de las condiciones de vida más que difíciles, Mélanie trabaja bien: con nueve años, está en CE2 (segundo curso elemental). Pero como no hay electricidad en casa, es imposible estudiar por la noche, y se hace de noche en seguida en esas latitudes. Resultado: el año pasado no fue admitida en clase superior.
Este año, un joven sin empleo la ayuda a repasar mediante pago. Mélanie va a los cursos de la tarde a varios kilómetros de su casa, dos veces por semana. De camino, sueña con los ojos despiertos: cuando sea mayor, será médico para curar a la gente y mejorar su vida… Entre tanto tiene mala cara. No está enferma, no, pero su cuerpo habla; expresa la pena que tiene su mamá para juntar las dos puntas del mes y ocuparse de ella.
Mélanie es una de los numerosos niños que se encuentran en esa situación. Falta de electricidad, están desfavorecidos en su andadura escolar. Sin embargo, no piden más que una cosa, muy sencilla y necesaria: estudiar correctamente para superar y construir su futuro.
Para ellos, la parroquia San Bernardo tiene el proyecto de crear un centro de lectura, una biblioteca con sala de estudio para trabajar por la tarde y para no hundirse un poco más en la miseria. El presupuesto se eleva a 8.300 euros. ¿Podemos hacer un esfuerzo? ¿Sabremos darle una oportunidad a Mélanie y a sus amigos?

Hyacinthe Ali,SCJ

 

PARA CUALQUIER AYUDA: 
Banco HSBC cuenta N°6006011215 / C.B.U. 1500600600060060112150
a nombre de Ierullo Bruno

 

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1929-2009

BETHARRAM EN COSTA DE MARFIL

Nuestra Congregación hizo sus primeros pasos en Costa de Marfil hará pronto 50 años. El relato de esta aventura nos acompaña a lo largo de todo este año jubilar. Se lo debemos al P. Laurent Bacho, consejero general y formador cerca de Abidjan.

8. La germinación

En Dabakala, los musulmanes son designados como “los que rezan”. Nuestros hermanos se preguntan: ¿por qué el calificativo de “orante” no es dado al cristiano? Deciden poner un mayor acento en la oración, dimensión esencial de la vida religiosa; invitan a los jóvenes en particular a venir a compartir sus ratos de oración, en la iglesia, alrededor del sagrario.
Durante ese tiempo, la Provincia está sacudida por esa presencia reducida de Betharram en Costa de Marfil. El superior provincial convoca a diez religiosos susceptibles de responder a esta misión. La elección recae unánimemente en el P. Jean-Marie Ruspil, capellán diocesano de la JOC. El 1º de octubre de 1985, va a Dabakala; una nueva obra se abre. Nyangouougbonon, la 3ª parroquia del departamento, a 40 km. de Dabakala, estaba a cargo del P. Lejeune, SMA: por razones de salud, debe regresar a su Bélgica natal. El obispo pide a Betharram encargarse del servicio pastoral; el P. Jean-Marie irá tres días cada quince.
En mayo de 1986, el visitador provincial, el P. Laurent Bacho, es testigo del compromiso de los hermanos en el ámbito social, agrícola en particular: participan en una operación de “semillas de maní y de igname” para contrarrestar las consecuencias de la sequía y favorecen la introducción de variedades precoces. Se lanzan en la apicultura: los beneficios de la venta de miel podrán ayudar a cubrir las escolaridades de los niños. El acompañamiento de equipos de JAC apunta a retener en los pueblos a los jóvenes tentados de aventura al Sur del país, en donde a menudo son explotados en las plantaciones de café y de cacao. La comunidad está también atenta al hogar de los alumnos, el “campus” permite a los jóvenes encontrar en él un apoyo moral y un sostén escolar. Procuran no ausentarse demasiado del sector: estando entre los más jóvenes del presbiterio, se les pide a menudo para la animación diocesana.
En 1987, se decide en Francia una reestructuración: cada comunidad comportará un religioso cuadragenario para responsabilizarse del mundo de los jóvenes. El P. Jacky Moura es elegido para St-André de Cubzac; su reemplazante presentido (P. Minaberry) debiendo renunciar por razones de salud, la comunidad marfileña se redujo a dos miembros. El cuestionamiento se replantea: ¿podemos permanecer en Costa de Marfil? Cuando el nuevo superior provincial, Firmin Bourguinat, realiza su primera visita en enero de 1988, lleva la reflexión alrededor de esta pregunta: ¿piensan que el momento es favorable para proponer la vida religiosa betharramita a jóvenes marfileños? La respuesta es afirmativa; antes de su partida, el P. Firmin encuentra incluso tres candidatos. Nuestros hermanos, al mismo tiempo que son entusiastas, recuerdan los propósitos de Mons. d’Astros al P. Garicoïts, después de su retiro de Toulouse: “Empiece su obra, y, sin adelantarse a la providencia, sígala en todas sus indicaciones con generosidad y perseverancia”. Mons. Kélitigui  expresará los mismos consejos a nuestro Provincial.
La fermentación incesante del Espíritu Santo parece haber puesto el sector djimini en ebullición; meses más tarde, felices noticias nos alegran. La congregación de la Providencia de Peltre decide instalarse en Dabakala, y las Hijas de la Cruz en Boniéré, con el proyecto de abrir un noviciado. Será efectivo en septiembre de 1989.

Laurent Bacho,SCJ

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La redacción es responsabilidad del Consejo General.

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