Vida de la Congregación

El seminario Betharramita de Samprán ha celebrado 30 años el pasado julio. ¡La presencia de S. E. el Card. Michael Michai Kitbunchu en la celebración de este aniversario dice mucho sobre la solemnidad del acontecimiento! Los aniversarios son, claro está, la ocasión de alegrarse de la buena salud de una obra lograda y vigorosa. Pero es también el momento elegido para mirar "el reverso del bordado" y admirarse no tanto del dibujo y los colores, sino que del camino, a veces raro y complicado, del hilo.

El P. Chan Kunu scj, Vicario regional de Tailandia, ha querido contarnos la historia de esta fundación, salida de la nada, y el significado de esa opción de la formación para Betharram en Tailandia.

Al implantarse el comunismo en la China, algunos misioneros betharramitas se refugiaron en Tailandia con la esperanza firme de volver a China lo más pronto posible. A fines de 1951, Mons. Louis Chorin, Obispo de Bangkok, entregó Chiang Mai a los misioneros como lugar de residencia desde donde iniciar su trabajo y donde estudiar la lengua. En cooperación con los misioneros del MEP, edificaron la Iglesia local en medio de los Tailandeses del norte que vivían en Chiang Mai, Viang Pa Peo, Huang Chan y Lampang. Otros misioneros se unieron al primer grupo en 1952 y 1953. Al enterarse de la presencia de Karianos y de minorías Lawa, muy semejantes a los Catchin entre los cuales trabajan en la China, en las montañas (al sur y sur-este de Chiang Mai) nuestros misioneros tomaron contacto con ellos y comenzaron a aprender su lengua. Cuando fueron oficialmente reconocidos y el MEP volvió a Bangkok, abrieron nuevos puestos de misión: Chomthong, Maepon, Maesariang, Maetho, Maechem, desde donde podían partir para llegar cia los pueblos Karianos y Lawa desparramados por las montañas. Después fueron descubriendo también la presencia de los Akka que venían de Birmania y se habían establecidos en la provincia septentrional de Chiang Rai. A pesar de las situaciones difíciles, los misioneros trataban de encontrarse en Chiang Mai cada dos meses para estar unos días juntos, compartir sus experiencias, rezar y descansar, siguiendo las sugerencias del Reverendísimo P. Joseph Mirande, Superior General.

El 30º aniversario de la fundación de Ban Betharram Sampran nos dice que Dios puede escribir derecho sobre líneas torcidas. Efectivamente, ninguno de los misioneros estaba preparado para asumir la formación, porque todos habían trabajado duramente en un ámbito totalmente diferente. Pero Dios tenía sus planes para Betharram en esta tierra de la sonrisa. Una vez que concibió esta familia de Betharram, gracias a San Miguel, siguió cuidándola por medio de varias personas y diferentes acontecimientos, acompañándola también por momentos de crisis, hacia un puerto seguro. El mismo Dios es el timonel.

Por eso, el mensaje de el 30º aniversario es el siguiente: Dios abre caminos también allí donde parece imposible.

San Miguel decía: “Es difícil hacer nacer una Congregación, pero una vez que vio la luz, es el mismo Dios que la cuida”. Lo mismo pasó con la Casa de Formación en Tailandia.

Miramos al pasado, con gratitud para con la Providencia de Dios, que cuidó del seminario por medio de muchas personas y de diversos modos. Nos sentimos agradecidos a los que tuvieron esta visión, a los que gastaron tantas energías para comenzar, para fundar y financiar el seminario, haciendo realidad el sueño; nos sentimos agradecidos hacia los que estuvieron cerca de los jóvenes y los acompañaron dando lo mejor de sí. Nos sentimos muy agradecidos a nuestros bienhechores que siempre nos sostuvieron de muchas maneras. Tenemos un vivo sentido de gratitud en nuestro corazón, que es imposible expresar en palabras.

Vivimos el presente con espíritu de sencillez y de plenitud en nuestro modo de ser y en nuestro modo de actuar como betharramitas.

Miramos al futuro con esperanza, tratando de hacer todo cada vez mejor y de ser testigos para con las personas que nos fueron confiadas.

Estamos profundamente agradecidos a todos los misioneros que trabajaron duramente para sembrar la semilla de la fe. Somos el fruto de su trabajo y estamos llamados a continuar la misión siguiendo los signos de los tiempos. La misión es el fin, el seminario es el campo de práctica, para estar preparados a vivir una vida simple, a trabajar con la gente que se nos confía sin distinciones de cultura o de lengua, cooperando con la Diócesis o con otras congregaciones en el espíritu del Ecce Venio. Aquí estoy para hacer tu voluntad.

En estos 30 años la evolución del seminario conoció etapas sucesivas.

Después de haber colaborado en la construcción de la Iglesia local en la diócesis de Chiang Mai durante 33 años, el Superior General, el P. Pierre Grech confió al P. Mirco Trusgnach, superior de lo que en ese entonces era Delegación, la tarea de abrir una casa de formación en Tailandia, a pesar de la oposición de parte de los religiosos que no se sentían preparados para asumir la formación. Después de comenzar, los religiosos, poco a poco aceptaron y apoyaron la idea de tener una casa de formación.

En 1984 un primer grupo de jóvenes fueron recibidos e iniciaron los estudios secundarios en Maesarieng, bajo la guía del párroco, el P. Pierre Caset. Dos años después se mudaron a Sampran donde, mientras tanto, el P. Mirco había adquirido un terreno y construido una casa para recibirlos. Frecuentaron los cursos en el Seminario San José.

La primera casa de formación de Sampran, fue inaugurada el 20 de enero de 1987, por su Eminencia el Card. Michael Michai Kibunchu. Estaban presentes también el Obispo Lucien Lacoste y el Nuncio, Renato Martino, con otros sacerdotes, religiosos y muchos fieles que fueron testigos de ese acontecimiento histórico. Los dos primeros sacerdotes ordenados en 1999, fueron el P. Paul-Mary Subancha Yindeegarm e P. Michael Tidkham Jailertrit.  Hacía falta, después, un seminario mayor. Durante la construcción, los jóvenes seminaristas fueron recibidos en el Seminario San José, para dejar lugar, en Ban Betharram, a los escolásticos.

Hoy en día, 2017, tenemos sólo tres misioneros europeos, pero contamos con 18 sacerdotes tailandeses, dos diáconos y muchos jóvenes en diferentes etapas de formación. Por eso, sentimos la necesidad de manifestar nuestra gratitud a Dios por su constante ayuda que nos permite alcanzar nuestro objetivo promedio de personas y acontecimientos.

No hay caminos sólo de rosas y flores. En 30 años, el seminario betharramita experimentó momentos alegres y tristes.

La falta de formadores preparados fue un gran desafío.

Otro desafío fue el continuo cambio de formadores, en la búsqueda de mejor modo para acompañar a los jóvenes seminaristas, a lo largo de las diferentes etapas de formación.

La tarea de crear un equipo de formadores sigue siendo un desafío.

Una vez que las escuelas fueron entregadas a la diócesis, se pone el problema de conseguir fondos para los gastos de la formación.

La experiencia nos enseña el amor que Dios tiene y cómo cuida de nosotros. Por eso nos sentimos llamados a ser más fieles en nuestras actividades diarias, trabajando con amor, entusiasmo y responsabilidad.

Siempre se puede mejorar porque la perfección no es de este mundo.

Ban Betharram es el Seminario Menor creado para preparar a los jóvenes en la fase de la escuela secundaria hasta la escuela superior. Para eso, es importante crear un buen clima.

Ban Betharram está dentro de una gran comunidad cristiana, la parroquia de San Pedro de Sampran. La comunidad recibió bien la casa de formación y sigue sosteniéndola. Algunos jóvenes pasan a la etapa del pre-postulantado.

Siempre es un desafío llevar adelante el trabajo de formación para transmitir nuestro estilo de vida simple, para crear un clima de fraternidad y ayudar a los jóvenes a discernir su futuro: seguir como betharramitas o elegir otro estado de vida.

Ciertamente la formación de los formadores es un elemento importante que hay que mantener siempre en consideración. Su tarea es la de vivir con los jóvenes para acompañarlos con el corazón abierto, ofreciéndoles el ejemplo viviente del estilo que están llamados a abrazar.

Chan Kunu scj