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14/11/2017

Los primeros compañeros de Miguel Garicoits

Jean-Baptiste Harbustan: apóstol en Uruguay

Jean-Baptiste Harbustan: apóstol en Uruguay

Jean-Baptiste Harbustan nació el 5 de junio de 1808. Fue ordenado sacerdote diocesano el 24 de mayo de 1834. Su ministerio hubiera podido ser para siempre en su provincia natal. Pero, había nacido en Barcos como el párroco del pueblo vecino, Pierre Sardoy… que se dejó convencer por el P. Guimon – ¡siempre él! también de Barcus.
El 16 de setiembre de 1854, la misión en Buenos Aires fue aprobada. A comienzo de 1856, Mons. Lacroix autoriza al abbé Harbustan a integrarse a Betharram. Fue rápido: el 23 de abril de 1856, entró a la Sociedad del Sagrado Corazón. Para él, como para su amigo Sardoy, fueron suficientes algunas semanas de noviciado, mientras que para los demás hacían falta dos años.
Los últimos son los primeros: los abbés Harbustan y Sardoy fueron los primeros llamados para partir para América. Antes del P. Guimon, el tercer vasco. En la lista, seguían cuatro bearneses; y, finalmente, el heno Joannès, otro vasco de Barcus. ¿por qué cuatro religiosos del mismo pueblo? Ahí, tan cerca del Béarn, todos hablaban las dos lenguas, el vasco y el béarnés: era muy bueno para misioneros.
El P. Jean-Baptiste Harbustan estaba pronto para la misión, inclusive para ir entre los “Pampas”; estaba con el P. Guimon cuando, en su tercera visita, unas lanzas hostiles los hicieron recular (cf. NEF nº 126, mayo de 2017) … Fue apóstol en Uruguay.Montevideo. Allí, el 3 de noviembre de 1856, los misioneros de Betharram pisaron suelo americano. Una breve escala, una buena acogida. Al otro día, en la otra margen del Río de la Plata, en Buenos Aires, nadie los está esperando a su llegada… Nostalgia o celo misionero, en poco tiempo piden volver a Montevideo.
Las dos ciudades ya eran frecuentadas por Dominique Sarrote, trapense, antiguo misionero de Hasparren; Había llegado al Río de la Plata, conmovido por la miseria religiosa de los vascos y les enseñaba en su lengua. Antes de volver a su convento, consiguió sacerdotes dispuestos a tomar el relevo: “Salí de [la provincia de] Buenos Aires y la dejé a los cuidados de los Padres de Betharram; volví [a Montevideo] para prepararles una residencia y, tal vez, algo más. Habíamos comenzado a juntar material para una gran iglesia que íbamos a construir en el barrio más lindo de la ciudad para ser utilizada por nuestros compatriotas”, escribió al canónigo Etchéverry, primo del P. Garicoits.
El 21 de junio de 1859, el fundador responde al P. Barbé: “Quisiera de todo corazón ir en ayuda de nuestros compatriotas de Montevideo; pero todavía no llegó el momento: necesitaríamos buenos misioneros vascos y un buen superior para esa residencia. EL P. Sarrote no haría mal al dirigirse al obispo de Buenos Aires”. Esos buenos misioneros vascos los buscó él mismo, Miguel Garicoits.
Después de algunas misiones en Uruguay, se tomó la decisión de una fundación en Montevideo. Por supuesto, con el P. Guimon como responsable. Tenía que predicar la Cuaresma de 1861 en Argentina; pero en seguida después de Pascua se enfermó; la enfermedad lo llevó a la muerte el 22 de mayo. Ya el 1º de marzo de 1861, el P. Harbustan fue a substituir al P. Sarrote en Montevideo, Con éxito evidente entre los vascos, Mons. Jacinto Vera, Vicario apostólico en Montevideo, se comprometió “a recibir, defender y proteger a los padres de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús que fueran designados por sus superiores legítimos para ejercer su ministerio en todo el territorio de [su] jurisdicción” (carta del 13 de abril de 1861).
Al principio de 1862 todo se volvió frágil. El P. Harbustan se enfermó; el P. Barbé le hizo volver a Buenos Aires; el P. Garicoits encaraba la posibilidad de que volviera a su país natal, cuando ya se preparaba a ser superior en Montevideo (carta del 21 de marzo de 1862).


Felizmente, en el mismo correo, el fundador anunció el envío de refuerzos tan esperados: el P. Dominique Irigaray y el hno. Maurice “Dos”; el P. Garicoits escuchó el consejo del P. Harbustan (22 de julio de 1862). Curado, el P. Harbustan volvió a Montevideo. El 2 de octubre recibió a los religiosos anunciados. Ocho días más tarde, llegó el hno. Joannès. Sin embargo, nada fue simple. Mons. Vera, Vicario apostólico, no era apoyado por todo el clero; cambió el párroco de la parroquia matriz -la Cattedral- y hubo una sublevación; el gobierno, masón, aprovechó para exilar al obispo, que fue recibido por el P. Barbé en Buenos Aires donde se quedó desde el 8 de octubre de 1862 hasta el 23 de agosto de 1863. “La iglesia de los Vascos era el refugio de tránsfugas y desertores’ declaró aquel que el gobierno quería que reemplazara a Mons. Vera; el 10 de octubre de 1862, leclerc fue convocado para reconocer a este nuevo vicario apostólico pero, para el P. Harbustan, en pocas palabras, fue un “No” cerrando ruidosamente la puerta…; el domingo siguiente, después de celebrar la misa, el comisario de policía con dos agentes fue a buscarlo; nos e opuso, fue muy rapidamente, a los guardias les faltaba la respiración; bruscamente entró en casa de un amigo, un parroquiano, para saludarlo: ¡el Cónsul de Francia! Los agentes no podía seguirlo. Entre la cárcel y el exilio, el padre eligió ir a Buenos Aires. El P. Garicoits lo animó: “¡Ahora, usted es un confesor!” (en el sentido de “Confesor de la fe”).
Cuando el General Flores, exilado, provocó una guerra civil para volver al poder (19 de abril de 1863), el presidente en ejercicio, Berro, pensando conquistar el apoyo de los católicos, decretó el fin del exilio del obispo: era el mes de octubre de 1863. Las campanas de todas las iglesias festejaron la vuelta de Mons. Vera. En diciembre, más discretamente, el P. Harbustan volvió a Montevideo para continuar la obra emprendida con tanta generosidad.
Fue él que acabó la iglesia llamada “de los Vascos” proyectada por el P. Sarrote, dedicada a la Inmaculada Concepción, según el deseo del donante del terreno en memoria de su madre, Concepción da Costa. Seguramente hizo falta tiempo para construir el edificio; la fecha del final de los trabajos varía entre 1869 y 1871, dependiendo de las fuentes… Pero, desde el 1º de octubre de 1867, ya funcionaba el colegio que también estaba bajo la protección de la Inmaculada Concepción.
Cuando, en 1869, falleció el P. Barbé, superior de los religiosos de América, el P. Harbustan le sucedió, por elección de los religiosos. Por eso se reunión con los hermanos en octubre de 1870, el 19 en Buenos Aires y el 27 en Montevideo, para votar una súplica a la Santa Sede pidiendo que fuera aprobada la Sociedad del Sagrado Corazón.
Falleció en Buenos Aires el 13 de enero de 1873. Sirvió bien a su Señor.

Beñat Oyhénart scj

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