Hasta el Capítulo General 2
Situación eclesial en Paraguay
Desde aquella histórica llamada de monseñor Juan Sinforiano Bogarín, los religiosos de Bétharram iniciaron una extensa labor de evangelización en el ámbito educativo en el Paraguay.
La Iglesia en el país recibió un soplo del Espíritu con esos primeros pasos de nuestra historia.
Siempre en comunión con la iglesia local, nuestros colegios – comenzando por el San José- formaron generaciones de calificados ciudadanos cristianos católicos.
La Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) sigue las directivas del Concilio Vaticano II y, por tanto, realiza la evangelización conforme a los criterios conciliares.
Anuncia La cercanía de Dios y su misericordia; que el reino ya se ha iniciado con Jesús y sigue creciendo en medio de las dificultades.
Como país latinoamericano padece muchas miserias, quizás diferentes a otras latitudes. En el Paraguay, la Iglesia tiene que lidiar con temáticas muy urgentes:
- Ser voz profética ante situaciones de injusticia y opresión con cariz de democracia
- Potenciación de comunidades eclesiales de base
- Predicación de una evangelización que una la fe y la vida
- Procesos de promoción y liberación
- Esperanza en un caminar auténtico en el reino
Esta eclesiología no es solamente la teórica que aprendemos en las universidades, sino aquella que surge del encuentro con la realidad.
No olvidemos que en el Paraguay hubo una dictadura – Alfredo Stroessner – que persiguió cruelmente a políticos opositores y catequistas testigos de la fe.
La visita de San Juan Pablo II en 1988 y la del Papa Francisco en julio del 2015 fueron acontecimientos que convocaron a todos para una renovación y afianzamiento en la fe de la Iglesia.
La gestión testimonial y educativa de los laicos es manifiesta en el ámbito popular.
Nuestros colegios y parroquias tienen la gracia de contar con ellos. Sabemos todos lo importante que es la participación de los mismos en nuestra gestión educativa, especialmente en lo pastoral y académico.
En línea general se puede afirmar que el anuncio del Evangelio en este País encuentra un terreno propicio y fértil en la religiosidad popular de la familia paraguaya, que se manifiesta especialmente en su gran aprecio a la Virgen María. El santuario de Kaacupé, donde se venera la Inmaculada Concepción, es meta obligatoria de todo creyente paraguayo. En los días cercanos a su fiesta del 8 de diciembre, interminables caravanas de peregrinos, en carreta, a pie o en bicicleta, se sienten llamados por la Madre a cumplir con sus promesas.
Es muy común encontrar en los hogares lo que llaman el “nicho familiar”, que es un espacio sagrado repleto de imágenes religiosas, acompañadas a veces por la foto de algún ser querido.
Aquí también el secularismo y mucho más el materialismo van enfriando el corazón religioso, sin embargo la nostalgia por el abrazo materno y paterno de Ñandejara (así el guaraní llama a Dios) será siempre una puerta abierta para una fe más comprometida y coherente.
Terminamos esta brevísima reseña con una frase del recordado cardenal Jean Daniélou que servirá para siempre:“Vuelta a las fuentes, contacto con la vida y diálogo con el pensamiento cultural contemporáneo”.
Carlos Escurra scj
Profesor de en el Instituto Superior de Teología
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