Escuchando a San Miguel...
En sí misma, el alma es inmortal; no el cuerpo. Indudablemente, Dios lo había creado inmortal, pero por gracia; porque, por naturaleza, tenía que morir; es por eso que San Agustín dice del inocente Adán: “ipsum mortalem fuisse conditione corporis animalis, immortalem autem beneficio conditoris”(1) ; y Santo Tomás dice que no era inmortal “per aliquem immortalitatis vigorem, sed per vim quamdam supernaturaliter datam”(2) .
Cuaderno Cachica, 47
(1) Adán es mortal por constitución de su cuerpo natural, inmortal por un don de la bondad del Creador
(2) su cuerpo no estaba protegido de la disolución por merito propio, era el alma la que tenía una fuerza sobrenatural concedida [por Dios]
Acciones de Documento