Vida de la Congregación (1)

El sábado 10 de junio, en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Belo Horizonte, H. Irán Lima de Silva scj ha hecho la profesión perpetua. Los votos perpetuos han sido acogidos por el P. Gustavo Agín scj, Superior General, que ha presidido la celebración eucarística, acompañado de numerosos religiosos betharramitas y de una nutrida asamblea. En estas líneas, el H. Irán nos cuenta su camino inicial.

Soy el hermano Iran Lima da Silva. Nací el 22 de febrero de 1981 y soy originario de Pombal, una pequeña ciudad a casi 400 km de la capital de Paraíba, en el nordeste brasileño. Soy hijo de Paulo Carvalho da Silva y de Inácia Lima da Silva. Soy el segundo de una familia de cinco hijos.

Toda mi infancia transcurrió en el campo, en un lugar llamado “Monte Alegre”. Junto con mis padres y hermanos, trabajamos muchos años en la agricultura. Nací y fui educado en esa familia muy sencilla y de ella aprendí la sencillez del interior del país... Sí, soy hijo del interior brasileño. Fue en ese lugar, en esa familia, en ese ambiente que di los primeros pasos en la fe. Todavía en el campo, a los siete años, se despertó en mí el llamado vocacional.

A los veinte años conocí la Congregación por medio del P. Jair Pereira, mi coterráneo. A causa de las distancias, los primeros contactos fueron por carta. A través de esa correspondencia me presentaron el carisma betharramita. Profundamente maravillado y atraído, quise profundizarlo. De hecho, la sencillez, la disponibilidad y la vida de San Miguel me cautivaron, porque me llegaban a las raíces; me identifiqué con él, con su historia y su modo de ser. De allí en adelante deseé siempre ser un apóstol del Sagrado Corazón en la familia betharramita.

Entré al aspirantado en el año 2003. Desde ese momento todo lo que viví en la formación inicial fue significativo. Destaco, entre otros, el período del noviciado y, más recientemente los Ejercicios Espirituales de treinta días. El noviciado fue un tiempo de profunda experiencia de Dios, por medio de la oración, donde me identifiqué muy profundamente con lo que significa ser religioso betharramita. En esta etapa bebí de la fuente viva y de la riqueza de nuestra espiritualidad. En los EE.EE. experimenté intensamente la presencia de Dios en mi historia y eso me ayudó a confirmar todo lo vivido hasta el momento, así como el llamado a ser, definitivamente, miembro de Betharram por medio de la profesión perpetua.

Un camino de crecimiento y de maduración en la fe, con el deseo de configurar mi vida con los desafíos inherentes al seguimiento de Cristo. Tiempo de renuncias, de construcciones y desconstrucciones, sobre todo, en lo que se refiere a mi modo de pensar, de sentir y de actuar.

Como consagrado deseo, con la ayuda de la gracia de Dios y el acompañamiento de mis hermanos, servir al pueblo y ser un buen betharramita… estoy en camino, discerniendo, aprendiendo, cayendo y levantándome… dejandome modelar mucho; en las manos de Dios hice el ejercicio de dejar que Él me modele para que mi servicio a la Iglesia y a la Congregación sean obra de Él y para Él. ¡Que Dios sea todo, siempre!

Sempre adelante. Fiat Voluntas Dei.

Un abrazo a todos...

Iran Lima da Silva, scj