• English
  • Français
  • Italiano
  • Español
Ibarre-2
Usted está aquí:Inicio / NEF / NEF 2016 / Noticias en Familia - 14 de Abril de 2016 / La Palabra del Superior General
13/04/2016

La Palabra del Superior General

Padre,... tu voluntad, no la mía

La Palabra del Superior General

La voluntad de Dios es un elemento fundamental del Evangelio y también de nuestro carisma betharramita. Si la Voluntad del Padre es el referente fundamental de nuestra vida, los que la buscamos y la realizamos personal y comunitariamente, nos hacemos hijos del mismo Padre, y si somos hijos del mismo Padre, somos hermanos entre nosotros. Hermanos del Hijo predilecto, que busca complacer en todo a su Padre.

San Miguel Garicoits en la contemplación que hace de Fil. 2, 6-11 y Hb. 10, 1-10 en el Manifiesto, queda fascinado por la relación de obediencia filial que Jesús tiene con el Padre y que podemos descubrir en muchas otras situaciones de la vida de Jesús en el Evangelio, en las que discierne la voluntad del Padre.

Esas circunstancias nos permiten conocer el Corazón de Jesús y en él las motivaciones de su comportamiento. Se trata de alguien que no vive para sí mismo, sino para el Padre y para los demás. De esta contemplación brotará para San Miguel la convicción y la propuesta de que los discípulos del Sagrado Corazón sean hombres descentrados de sí mismos y centrados sobre la voluntad del Padre y el servicio a los hermanos. Por eso, San Miguel combatía tanto “las ideas fijas”, “la voluntad propia”, “el culto del yo” en los que quieren ser discípulos-misioneros auténticos.

La propuesta del Evangelio es algo más que cumplir los mandamientos. “Una sola cosa te falta,…” (Mc. 10, 21). Hay que vivir con la honestidad que piden los mandamientos, pero además, hay que vivir atentos para descubrir la voluntad del Padre en las situaciones concretas y cambiantes de la vida, con los criterios del Evangelio (magis). La vida y la enseñanza de Jesús nos revelan estos criterios para conocer y realizar la Voluntad del Padre:

Como Jesús, vivir en la verdad y en la caridad.

La voluntad de Dios al crearnos a su imagen y semejanza es que los hombres vivamos en plenitud.

Al crearnos a su imagen, Dios quiere que construyamos la comunión entre los hombres, semejante a la que viven el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Al crearnos, nos regaló la tierra, pidiéndonos que la cuidáramos porque es la casa común y que compartiéramos sus bienes entre todos los hombres.

Jesús nos enseña que los hombres no tenemos que enfrentarnos como enemigos, sino que tenemos que querernos y tratarnos como hermanos, hijos del mismo Padre.

A ejemplo del Verbo que se hizo carne, tenemos que salir de nosotros mismos, acercarnos a los demás y por medio de la comunicación, la escucha y el respeto de las diferencias, encontrarnos con ellos.

Jesús nos enseña que el Reino de Dios se manifiesta más en lo pequeño que en lo grande, en la debilidad que en la fortaleza, en la necedad que en la prepotencia del saber.

Jesús nos enseña que para ser Hijos de Dios y hermanos de todos los hombres, tenemos que pensar más en servir que en ser servidos. En perder la vida más que en conservarla.

Jesús nos enseña también que más importante que buscar el éxito, el poder y el dinero para uno mismo, es dedicarse con humildad a dar consuelo, dignidad y valor a los descartados para que tengan calidad de vida.

Jesús nos enseña también que las relaciones humanas implican humillaciones, que hay que saber soportar para que la espiral de violencia no se haga más grande.

Jesús nos enseña a perdonar: Perdonar es renunciar a la venganza: aceptar perder antes que querer ganar haciendo sufrir a otro.

Jesús nos enseña a llevar con entusiasmo la cruz de la posición, para que el propio sufrimiento no nos cierre sobre nosotros mismos. Sólo superaremos nuestros sufrimientos si respondemos a los desafíos que nos llaman a salir de nosotros mismos.

Jesús resucitado nos alienta a vivir con alegría y entusiasmo, confiando en el Padre que es fiel a las promesas, quiere siempre nuestro bien y nos cuida de cerca, sin abandonarnos nunca.

Dios quiere que todos los hombres conozcan a su Hijo Jesús y por medio suyo, el amor que tiene por cada uno y así puedan experimentar la verdadera felicidad.

Están también los criterios de nuestra vocación de consagrados: la pobreza, la castidad, la obediencia y la fraternidad.

Y también, los de la vocación betharramita: humildad, mansedumbre, obediencia, entrega, pasar desapercibidos.

Estos criterios no son simplemente humanos, son evangélicos y, para valorarlos se requiere la conciencia y la experiencia del “Dios todo, yo nada” de San Miguel, que nos parece que ya no sirve porque resulta muy duro. Pero sigue siendo necesario para vivir la relación con el Padre en obediencia a su Voluntad. Señor, apártate de mí que soy un pecador (Lc. 5, 8). Saber que Dios es todo y lo que yo soy y tengo lo he recibido de él, me exige vivir con humildad: sin Él no sería nada. Y, en relación con los demás, me dispone a reconocer mis límites y sus talentos, mis valores y no agrandar sus defectos.

La actualidad del “Dios todo, yo nada” de San Miguel Garicoits la encontré, sorprendido, en el libro del Papa Francisco, El nombre de Dios es misericordia (Cf. Edic. Planeta, 1ª Edición, 2ª impresión: pag. 50-51):

Pero reconocernos pecadores es otra cosa. Significa ponerse frente a Dios, que es nuestro todo, presentándonos a nosotros mismos, es decir, nuestra nada. Nuestras miserias. nuestros pecados. Es realmente una gracia que se debe pedir”.

Gaspar Fernández Pérez scj
Superior General

Acciones de Documento

Nef

Nef logo portletNEF, NOTICIAS EN FAMILIA

Nef es el boletín oficial de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram.
La redacción es responsabilidad del Consejo General.

Para leer la NEF puede consultar la sección correspondiente del portal, que también contiene el archivo de los últimos años.

Aquí abajo, los tres últimos números publicados ...