In memoriam...

Estérençuby (Francia), 31 de Agosto de 1932 - Cornebarrieu (Francia), 4 de Abril de 2016

Querido Padre Dominique,

Querido hermano Dominique (como me gustaba llamarlo…), aquí estamos reunidos esta tarde, con tu sobrino y tu sobrina, con la comunidad de Betharram presente aquí, con nuestros sacerdotes y hermanas de las parroquias vecinas que te conocían bien y que te apreciaban, además de toda la comunidad cristiana de Pibrac y Brax aquí reunida, para decirte “adiós” y confiarte a Nuestro Padre.

Tu partida nos sumió a todos en tristeza. ¡Te queríamos tanto! Cada uno, aquí, puede testimoniar lo que recibió de ti en una u otra ocasión, pero aunque tu modestia se resentiría un poco, tenemos ganas de testimoniar lo que nos tocó particularmente, en el momento en que nos dejas.En primer lugar, recorriendo a grandes rasgos, tu recorrido de religioso y de sacerdote dentro de la Congregación de los sacerdotes del Sagrado Corazón de Betharram.

Tu ministerio comenzó en Sidi Bel Abbes donde te quedaste por diez años. Habías pronunciado tus votos de religioso en 1952 y fuiste ordenado en 1962. Después de tu misión en Sidi Bel Abbes, pasaste más de 40 años en la diócesis de Limoges donde te fueron confiadas varias responsabilidades: en la catequesis a los chicos, en la fraternidad con los enfermos e inválidos, en el “Secours Catholique”… Como Cristo, tenías preferencia por los pequeños, los pobres, los dejados de lado de la sociedad, pero también por todos los que sintiéndose frágiles en esta tierra, necesitaban de la misericordia de Dios  por medio de una sonrisa, de escucha, de cariño y de consejos para retomar coraje (y seguir adelante). En 1996, cuando hacías un año de formación para emprender una pastoral más adaptada a nuestro mundo moderno, tuviste un infarto que te dejó dos meses en la clínica de San Orens para recuperar tus fuerzas, pero, de todos modos, esa etapa te dejó más frágil. En 2011, pasaste un año en Pau y fue en 2012 cuando te recibimos en la parroquia de Pibrac-Brax, cuando celebrabas tus 50 años de sacerdocio. Al otro día, la comunidad de los padres festejaba tus 80 años.

Tu amabilidad, tu apertura de corazón, nos hicieron fácil adoptarte en seguida.4 años que pasamos contigo, fueron de una gran riqueza para nosotros.

Tu edad y tu salud ya no te permitía asumir grandes responsabilidades. Estuviste disponible para todos los que necesitaban de tu escucha y de los sacramentos. Muchos de nosotros nos beneficiamos con el sacramento de la reconciliación gracias a tu carisma particular. Te gustaba que pudiéramos, para comenzar “dar gracias al Señor”por todo lo que había de lindo y de bueno en nuestra vida.

Esta mirada positiva, nos permitía, así, reconocer más fácilmente y más humildemente nuestras fallas, nuestras falencias, nuestros pecados y nuestras fragilidades; llenos de confianza en el futuro, podíamos repartir… También prestaste mucha atención a ancianos y enfermos, en la residencias de la Houlette, del Orée de Bouconne, pero también entre nosotros, en nuestras casas. Cuántos, en Pibrac, en Brax y más allá recibieron tu visita reconfortante, llena de tu dulzura y de tu bondad. Era importante, para el Padre Dominique conocer a cada uno por su nombre de bautismo y lo recordaba… No ahorrabas ni tiempo  ni esfuerzos para ir a visitarlos.

Amabas una Iglesia abierta en la que cada uno pudiera sentirse recibido como hijo de un mismo Padre. Desde hacía algunos años ya no podías celebrar los oficios como en otros tiempos, pero los domingos te gustaba proclamar la Palabra de Dios en el Evangelio. Te gustaba también animar las reflexiones, los intercambios que teníamos en torno a la Palabra, un jueves por la noche cada mes.La oración y la adoración tenían también un gran lugar en tu vida de sacerdote y de religioso. Ellas iluminaron e inspiraron toda tu misión. Para los chicos que te conocían bien, eras el “buen padre”, en quien confiaban y que sabía manifestarte el amor incondicional de Dios nuestro Padre. Podríamos también decir muchas más cosas sobre nuestro buen P. Dominique… pero no te gustaban los halagos…Antes que nos dejes para ir a tu última morada, queremos decirte GRACIAS por toda tu generosa misión, cumplida entre nosotros.

Padre Dominique, eras, para nosotros, un padre, un hermano, un amigo…Llenos de confianza y de agradecimiento te decimos ADIOS, que el Señor te reciba en su gozo, en su paz y en su amor.

Una persona de la parroquia nos dijo: “es una luz que vuelve a la Luz”. Entonces, que esa luz nos ilumine todavía por mucho tiempo, en nuestro camino…

Françoise Grimaud