La Palabra del Superior General

En septiembre del 2010, el P. Jean-Luc Morin, que era consejo general, fue invitado por un sacerdote amigo a conocer Vietnam. Hablando del carisma de nuestra congregación en una parroquia, un joven le pidió poder vivir esa espiritualidad con nosotros. El Capítulo general de 2011 vio, en este testimonio del P. Jean-Luc, un llamado del Señor a extender nuestro ramo misionero. Hoy podemos apreciar cómo las respuestas misioneras de nuestra familia a lo largo de su historia han sido siempre un bien.

El Capítulo general se alegra de las llamadas que nos llegan de Viet-Nam: En el camino hecho por el joven Joseph Tuan y en el aliento dado por diversos actores de la Iglesia local (obispos, sacerdotes y religiosas), reconoce un signo del Espíritu. Ve también en ello un desafío a destacar para nuestra Congregación del Sagrado Corazón (Cap. Gen. 2011; 79)

Además, el Capítulo general pide entre otras cosas: continuar las gestiones para hacer conocer nuestro carisma y precisar las perspectivas de implantación comunitaria en los próximos diez años (Cap. Gen. 2011, 81).

El Padre Francisco Xavier Le Van Cuong csc es un joven sacerdote vietnamita de los HH. Del Sagrado Corazón de Jesús de Hué, que vive con nuestra comunidad dei Miracoli y estudia derecho canónico en la universidad de la Santa Cruz de Roma. Con él visité Viet-Nam este mes de agosto. El padre Xavier había organizado muy bien mi visita y me ha acompañado todo el tiempo. Fui recibido en su comunidad de Hué durante unos cuantos días y pude participar de las celebraciones de los 13 jóvenes que empezaban el noviciado con la toma de hábito, los 13 jóvenes que hicieron la primera profesión y los 6 jóvenes que hicieron la profesión perpetua.

Desde Hué nos desplazamos para asistir a la peregrinación nacional al santuario de la Virgen de La Vang. Había mucha gente del pueblo, muchos obispos, muchos sacerdotes. Mucho fervor popular, muchas confesiones, muchas comuniones. Está en construcción un gran santuario.

Seguimos viaje hasta el norte. Fuimos hospedados en el Centro pastoral de Than Hoa, cuyo Obispo nos conoce bien porque es la diócesis de los jóvenes que están en Tailandia, pudimos ver también a su párroco pero no tuvimos la posibilidad de acercarnos a saludar a sus familias.

La etapa siguiente fue Bui Chu, la sede de Mons. Thomas Vu Dinh Hien, que estudió en Toulouse y conoce Betharram porque hizo su tesis sobre la Voluntad de Dios en S. Miguel Garicoits. El obispo disponía de poco tiempo, pero fuimos hospedados por las Hermanas del Rosario. En toda esta zona de Bui Chu hay muchos cristianos y grandes iglesias de estilo occidental. Ha sido evangelizada por los dominicos, que han dejado una huella muy honda. En otras partes se ve el trabajo misionero del MEP, que también ha dejado su huella y a uno de sus misioneros le deben la manera actual de escribir el vietnamita.

Mi impresión de Vietnam: Es un pueblo que ha sufrido mucho con el dominio de China y después con el comunismo, que primero dividió el país y después se impuso como régimen político en todo el país hasta hoy. Es una Iglesia que tiene muy presente su referencia a los mártires y a la persecución causada por el comunismo. ¿Quién no ha oído hablar del Cardenal Van Thuan y sus testimonios de prisionero? Tuve la gracia de conocer al párroco del pueblo del P. Xavier, que pasó 10 años en la cárcel y uno se emociona escuchándolo y pudiendo ver su compromiso social junto a una comunidad de hermanas al servicio de la madres solteras.

También me impresionaron los grandes edificios o conventos de hermanas y las comunidades de junioras, novicias, postulantes y aspirantes. Las grandes comunidades de mujeres viven de su trabajo, casi todas tienen jardines de infantes, porque no pueden tener escuelas ni colegios, no tienen auto, viven pobre pero dignamente. Buscan hacer servicio social, con centros para atender enfermos gratuitamente con ayuda de benefactores…

La Iglesia de Viet-Nam cuenta con comunidades muy vivas y dinámicas. Se percibe una Iglesia fiel al Vaticano II, la liturgia responde a lo que pide ese concilio. No se sale mucho de lo previsto. Los sacerdotes y religiosos usan el hábito para las actividades eclesiales, no fuera de la comunidad. En todas las iglesias y capillas, junto al sagrario hay una Biblia. En casi todas las iglesias se manifiesta la devoción al Corazón de Jesús, a la Virgen y a San José.

Los seminarios están llenos. En la diócesis de Vin que es donde más vocaciones hay, se presentaron 400 jóvenes al examen de ingreso y sólo aceptaron 40. La formación parece seria. Según la normativa de la Conferencia episcopal de Viet-Nam, el proceso de formación no puede empezar en los seminarios y en las casas de religiosos hasta no haber terminado la universidad (24-25 años). Y según me comentó el Rector del Seminario de Hué, que es un sulpiciano vietnamita, la duración de la formación es como sigue: 2 años de humanidades, 1 de espiritualidad, 2 de filosofía, 1 de stage, 4 de teología y 1 de diácono para ser admitido al sacerdocio.

El P. Xavier me facilitó las entrevistas con los obispos de Hué, Than Hoa, Bui Chu, Ha Noi, Saigón. Todos me recibieron muy bien y todos me dijeron que la situación del norte es menos tolerante que la de el sur. Los nativos son respetados por el gobierno comunista, no así los extranjeros. Ellos aconsejan abrir una comunidad en Saigon, donde podamos recibir jóvenes que puedan ser acompañados durante uno o dos años de aspirantado y después seguir su formación en India o en Tailandia.

Tres aspirantes vietnamitas hacen su postulantado en Tailandia porque, antes que yo, visitaron varias veces Tailandia los padres Jean-Luc, Jirapat, Austin y Thidkam. Yo mismo tuve la oportunidad de entrevistar a tres jóvenes que me manifestaron el deseo de vivir nuestro carisma e integrar nuestra familia.

El Consejo de Congregación de Enero 2015 se ocupará de concretar este proyecto pedido por el Capítulo general con la ayuda del P. Jirapat que es el que mejor conoce el tema y las personas implicadas en el proyecto.

Pido a cada comunidad tener presente esta intención, que es de toda la Congregación, en sus momentos de oración, especialmente el 8 de cada mes, como fue sugerido por el Capítulo General.

Gaspar Fernández Pérez, scj
Superior General