¿ Quiénes somos ?
Un hombre, un día, tuvo un sueño: Oh, si se pudiera reunir una sociedad de sacerdotes teniendo, por programa, el programa mismo del Corazón de Jesús; entrega y obediencia absolutas, sencillez perfecta, dulzura inalterable. Esos sacerdotes serían un verdadero campamento volante de soldados de élite, dispuestos a correr, a la primera señal, a cualquier sitio en donde sean llamados, incluso y sobre todo en los ministerios más difíciles y que los demás no querrían!
Para él todo se resumía en un aquí estoy de amor, una opción concreta y confiada de vida.
Se llamaba Miguel Garicoits, vivía en el s. XIX, en un santuario mariano del sur de Francia. Su intuición espiritual dio nacimiento a los Padres del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram. Todavía hoy, su Congregación se apoya en tres pilares:
- una vida espiritual que se enraíza en la unión a Cristo, totalmente entregado al Padre, totalmente dado a los hombres;
- una vida de comunidad que testimonia la bondad irradiante y la humilde audacia del primer acto del Sagrado Corazón: ¡Aquí estoy!;
- una vida apostólica que busca responder a los llamados de la Iglesia y de los hombres.
De 1835 a nuestros días, la pequeña comunidad ha extendido sus ramas por el mundo. Se ha convertido en familia internacional, presente en cuatro continentes. A los 330 religiosos, sacerdotes y hermanos, se han unido, más recientemente, laicos que se complementan a su lado y que « beben en la misma fuente.
Allí en donde están presentes, los betharramitas quieren trabajar en el crecimiento humano y espiritual de aquellos a quienes son enviados. Religiosos o laicos, buscan poner su fe, sus competencias y sus energías al servicio del prójimo, en el espíritu del Evangelio y en diferentes terrenos:
- educación y formación de los jóvenes;
- animación de parroquias, capellanías, casas de encuentros y de espiritualidad;
- sostenimiento de proyectos de desarrollo y promoción humana.
Cualesquiera que sean sus actividades, sólo tienen una razón de ser: compartir con los demás la dicha de seguir a Cristo en un ¡Aquí estoy, sin retraso, sin reserva, para siempre, por amor!
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